Muchas veces se coloca junto a 'polémica' el adjetivo 'estéril'. Y pocas veces es tan adecuado como para calificar la polémica desatada este año con respecto a la participación de reinas magas en la cabalgata de Madrid. «Que no da fruto, que no produce nada» según el diccionario de la Real Academia Española. Entre dimes de unos y diretes de otros se pierde la memoria, y lo que parece novedoso no es más que la enésima muestra de algo que lleva sucediendo en las cabalgatas de multitud de lugares sin que levante polvareda alguna. El cainismo político, uno de los grandes males tradicionales del país, convierte en un problema algo que debería pasar desapercibido a fuerza de haberse repetido. Y si se ha repetido fue gracias a unas pioneras cordobesas en el año 1986.
Estos fueron sus nombres: Manuela Luna (Melchor), Manuela Corredera (Gaspar) y Teresa Álvarez. Manuela Luna pertenecía a la Asociación de Vecinos "El Paso" de las Margaritas, y era una destacada representante del movimiento ciudadano. Manuela Corredera era la concejala de asuntos sociales del Ayuntamiento, del PCE. Y Teresa Álvarez concejala independiente del PCE encargada de disciplina urbanística.
«Estábamos hablando en el Ayuntamiento sobre quiénes serían reyes en la cabalgata, y Teresa y yo dijimos no habléis más, que las reinas magas vamos a ser nosotras». Algo tan sencillo y en plan de broma, como cuenta Manuela Corredera a Córdoba Hoy, se convirtió en un cambio decisivo en las cabalgatas del país y en una forma de reivindicación. Porque además salieron sin barba.
En la foto del diario Córdoba del 6 de enero de 1986 se puede ver precisamente a Manuela Corredera en la carroza fumando. Eran otros tiempos. «Fue una mala decisión del Diario Córdoba», rememora. «Estaba en el Alcázar, de donde salíamos, y llegó Julio Anguita. Me dijo, ¿no estás asustada?. Le contesté ¿asustada de qué?. Lo que sí estoy es nerviosa porque llevo una hora subida a la carroza sin fumar. Y me trajo un cigarrillo. En ese momento había un fotógrafo por allí y esa foto publicaron. Luego fui criticada por ser la reina maga que fuma».
La pregunta por el miedo derivaba de alguna crítica algo subida de tono y amenazas no especialmente serias, como que les iban a tirar naranjas. Esta pintoresca amenaza sin embargo se llevó a cabo en la esquina de la calle Concepción con la Victoria. ¿Las lanzadoras?: militantes del Alianza Popular. «No voy a decir sus nombres porque ha pasado mucho tiempo. Pero ahí estaban lanzándome naranjas.Las conocía, claro, y les dije ya está bien. Y pararon», recuerda entre risas la Gaspar de 1986.
Manuela Corredera señala que una de sus obsesiones es que quedasen caramelos a la altura de la calle de la Feria, que entonces era céntrica pero perteneciente ya a una zona deprimida, con habitantes muy humildes. «Nos pusimos de acuerdo con los pajes pequeños, tuvimos que discutirlo pero convencimos a los niños de que se contuviesen para que quedasen caramelos para los más necesitados».
Por lo demás la cabalgata no levantó tanto revuelo como se puede suponer. «La gente estaba contentísima, no hubo problema con los ciudadanos, los únicos problemas procedieron de la derecha de entonces». La novedad, eso sí, fue lo suficientemente llamativa como para que acudiesen a Córdoba equipos de filmación de Suecia o Francia. Curiosamente, el Diario Córdoba dedicó un pequeño espacio para hablar de esta cabalgata oficial, menos de la mitad de la noticia, que empieza por las cabalgatas de los barrios. Hacía hincapié el redactor en el entusiasmo que despertaron las magas sin barbas, y concluye con una frase que espetaron desde el público a una de ellas: «¡Oye, rubia, echa pa cá los caramelos».
La cabalgata de 1986 tuvo un presupuesto de 2.650.000 pesetas. Contó con 11 carrozas. Entre ellas algunas de personajes animados de la época, como Nils Holgersson, el Mono Kiki o la ardilla Pur-Pur. El recorrido fue: Alcázar, Santos Mártires, Fleming, Victoria, Concepción, Gondomar, Tendillas, Claudio Marcelo, San Fernando, Cruz del Rastro, Ronda de Isasa y Avenida del Alcázar.
Pero el verdadero recorrido vino después gracias al camino iniciado por las tres reinas magas cordobesas. A partir de ahí empezaron a proliferar. Hasta hoy, donde parece que seguimos tirándonos naranjazos unos a otros por cuestiones sin importancia que deberían ser sólo festivas. Pero ya se sabe: Españaza.
