DISTRITO CENTRO

Un alivio de visitas que no sirve para cubrir las necesidades que arrastra el comercio del Casco

Aunque ya se han empezado a ver algunos franceses y alemanes afincados en la costa, "necesitamos como agua de mayo la llegada de los turistas extranjeros para sobrevivir"
Una mujer se asoma a una tienda del entorno de la Mezquita-Catedral
photo_camera Una mujer se asoma a una tienda del entorno de la Mezquita-Catedral

Indudablemente, hay más movimiento de turistas por la zona monumental de Córdoba, especialmente los fines de semana, tras la triple apertura provincial, regional y a nivel de país, con el pequeño alivio de casos Covid. Se ven más visiantes, algunos de los cuales incluso hablan en francés, y la restauración de la zona empieza a animarse un poco con los cafés de media mañana y algún que otro picoteo por parte de los turistas que empiezan a disfrutar con calma y sin prisas de la monumentalidad de Córdoba.

"Gracias a Dios se nota desde que abrieron Andalucía, cuando hubo ya algo de movimiento, pero con la retirada del Estado de Alarma se ha notado mucho, sobre todo los fines de semana", en palabras de María Amo, de Souvenirs San Rafael, en la esquina de la Plaza del Triunfo, a la sombra de la Mezquita-Catedral.

María Amo, de Souvenirs San Rafael

Un mayor nivel de turistas que se amplía incluso en edad, puesto que si al principio los mayores eran reacios a pasearse por la zona, con la vacunación ya son más osados, al menos en materia de dejarse ver por las calles. "Se han empezado a ver algunos extranjeros, sobre todo franceses, algún que otro alemán o de gente afincada ya en la costa", indica Amo.

Pero, ¿eso repercute en las ventas? "Algo", señala la propietaria de la tienda, pero "ni mucho menos se puede comparar a como estaba antes de la pandemia". Y es que su problema, a pesar de que muy especialmente los madrileños, pero también del Levante español y de zonas del Norte, como Catalunya o Euskadi, son todos buenos clientes, "necesitamos como agua de mayo a los extranjeros, que básicamente estamos pensados para ellos". No obstante, y en su opinión, "esto nos da un poco de esperanza y supone un empujón parea seguir adelante".

"Hemos aguantado echándole paciencia y pasando días desesperantes, porque no había forma de ver la luz al final del túnel"

¿Y cómo han aguantado hasta ahora? "Echándole mucha paciencia y pasando días desesperantes, porque no había forma de ver la luz al final del túnel". Otro motivo es su espíritu de autónomos, que es sinónimo de gente trabajadora que lucha por sus negocios y por el turismo, y con la "resignación y la conciencia de saber que ni hay vacaciones ni hay fines de semana".

Otros, que han preferido quedarse en el anonimato, indican que han aguantado a base de "comernos lo poco que teníamos ahorrado para ir tirando", pero "no estábamos dispuestos a cerrar y hasta hemos estado abriendo durante la pandemia cuando sabíamos que no había nadie por nosotros mismos". De hecho, al inicio de la pandemia las autoridades sanitarias estuvieron lanzando tanto el mensaje de precaución que ahora, cuando se pretende que la recuperación económica se acelere, los usuarios y usuarias siguen con el miedo metido en el cuerpo y no terminan de animarse a recuperar su normalidad.

Por "salud mental, porque nos ha afectado mucho anímicamente" lo define María Amo, "y por acompañar a los que van y vienen del Campo de la Verdad para que vieran algo de vida".

Tienda El Mihrab de Córdoba

De hecho, hay "muchos negocios" que han cerrado definitivamente. porque no han podido aguantar la situación", en especial los que llevaban poco tiempo funcionando, pero es que "era insostenible, y con las ayudas que nos han dado no tienes ni para piñas, sobre todo por culpa de los alquileres que siguen siendo muy altos", explica gráficamente Amo.

"Mientras en el Parlamento los políticos se subían el sueldo, a mí me suben el autónomo y la luz y creen que nos ayudan con créditos ICO que no se pueden devolver"

"A mí que haya gente en la calle no me alivia", indica, por su parte de forma tajante Eva Peinado, de la tienda El Mirhab, puerta con puerta con la taberna Santos. "Me aliviaría que por lo menos los impuestos que tengo que pagar me resulten un poco menos asfixiantes, porque me parece de auténtica vergüenza que los políticos se subieran el sueldo ellos y a mí me hayan subido la cuota de autónomo, que, por cierto, no hemos percibido ayuda alguna aún".

Su indignación se suma, además, al hecho de que "aparte de subirnos el autónomo nos suben la luz también; otro impuesto más y ¡ya vale de ahogarnos!". Hay gente, sí, pero mucho menos de lo que hay en un mayo habitual y como no hay negocio que no acarree detrás deudas de funcionamiento la poca venta que se produce en estos días no resuelve nada. "Algunos creen que se puede llenar una piscina con un poco de lluvia en tres días", resalta esta mujer.

Turistas extranjeros en el entorno de la Mezquita-Catedral a finales de abril

Ella ha vivido en sus carnes tener que cerrar definitivamente una de sus tiendas, mientras que hay otras dos que están cerradas al público. "No estoy pidiendo ayuda, pero sí que levanten un poco el pie del acelerador, porque sus gastos no los podemos pagar nosotros; ellos nos han metido en este agujero y ellos tienen que sacarnos", señala en alusión a la clase política nacional del Parlamento.

"Mantuvimos abiertos por honor, lealtad y por no volverme loca, pero el Cabildo no nos ha querido ni echar una mano abriendo el Patio de Los Naranjos"

"Ellos, los salvadores, nos han dicho que nos dan préstamos ICO, ¿y quién los va a pagar, ellos? Si yo no los pago, a pesar de no tener apenas ingresos y subirnos los gastos, me quitan mi casa, mi negocio y estoy debajo de un puente. ¿De qué me sirve un préstamo para que yo ahora con 40 años esté pagando hasta los 67 que me jubile?", señala agobiada.

Para colmo, la única tienda que han mantenido abierta el tiempo que ha permitido el confinamiento, "por honor, lealtad y por no volverme loca", no ha contado con la colaboración del Cabildo. "Les hemos pedido muchas veces que abran, aunque sea para los pocos visitantes que estaban viniendo, aunque sólo fuera el Patio de los Naranjos para venir a trabajar todos con otro ánimo, pero su respuesta fue que no les merecía la pena abrir porque perdían dinero. ¿Qué se creen, que cuando abro mis persianas yo gano? No, pero abría".