Que no es Halloween... Es Samhain

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Mucha gente rechaza Halloween por creer que es una tradición exportada desde el mundo anglosajón al latino con mayor o menor éxito, dependiendo de la apertura de mentes. Lo que quizá no sepan es que se trata de una celebración con hondísimas raíces europeas, que bien podrían tener un origen hasta español.

Fueron los emigrantes irlandeses que huían de la hambruna quienes llevaron a Estados Unidos la costumbre de celebrar Halloween en la noche del 31 de octubre al 1 de noviembre. Una actividad que se venía celebrando en la Isla Verde desde los muy antiguos celtas y que, a tenor del Leabhar Ghabbala (El Libro de las invasiones), un manuscrito anónimo del siglo XII, bien podría proceder de tierras gallegas, cuando los milesios del reino de Breogán ocuparon lo que entonces llamaban Eire.

Era el Samhain, el “Año Nuevo” céltico que marcaba el fin de la temporada benigna, con las cosechas agrarias recién recogidas, y el paso al invierno oscuro y estéril. Ellos creían que esa noche el Más Allá y el Más Acá quedaban casi unidos por una estrechísima franja dimensional, de tal modo que espectros ancestrales (buenos y malos) podían pasar de un lugar a otro para hablar con sus descendientes o bien atormentar a los vivos. Precisamente, para defenderse de éstos últimos, los primitivos irlandeses se ocultaban tras máscaras horribles con el doble fin de asustar a los fantasmas y pasar desapercibidos entre ellos.

Fiesta de miedo en el huerto

Aquí, en Córdoba, en el Huerto Solidario de la Fuensanta, han optado por “samhanizar” el Halloween anglosajón y darle un carácter propio, particular y gallego-cordobés con una fiesta, en su tercera edición ya, que ayer congregó a cerca de 200 personas que se lo pasaron realmente de miedo.

Para la ocasión, y desde las 18.00 horas, se adornó el huerto con elementos terroríficos, tales como una sala de tortura (para morirse de risa), un cementerio con tumbas en las que se habían enterrado desde la tristeza hasta el mar humor, pasando por la intolerancia y los malos modos, y un taller de meigas y trasgos donde se elaboraron sabrosos jugos mágicos a base de chuches.

La actividad, pensada para los niños y demás ‘niños grandes’, incluía música de gaitas y pandero a cargo del grupo de Moncho Couselo, una procesión infantil a modo de A Santa Compaña, abundancia de juegos con la mayoría de chavales disfrazados de brujas, vampiros, fantasmas y zombis, una asombrosa exposición de ingeniosas calabazas que se habían elaborado en talleres celebrados a lo largo del pasado mes de octubre y una deliciosa cena a base de crema de calabacín y pollo especialmente elaborados por el restaurante Choco para la ocasión.

Y para los mayores, que los hubo también, además de la satisfacción de ver divertirse a su prole, refrescos, cerveza y una estupenda queimada acompañada del tradicional conxuro que elaboró el propio Moncho.

“Mouchos, coruxas, sapos e bruxas. Demos, trasgos e diaños, espiritos das nevoadas veigas. Corvos, pintigas e meigas, feitizos das menciñeiras... Que en años ‘venideiros’ la fiesta de la Fuensanta se repita”.