FOTOGALERÍA: El Parque de Levante se empieza a vestir de verde para dar gusto a sus múltiples usuarios
No hay mejor indicativo de éxito que el uso práctico de un bien. El Parque de Levante, que pasó por momentos de duda e incertidumbre durante el pasado mes de julio, empieza a mostrar hoy en día sus fortalezas y una de sus principales es la cantidad de usuarios y usuarias que se han 'apropiado' ya de ese espacio verde aún por cuajar para pasearse, hacer ejercicio o plantarle cara al calor del solecito en un invierno que no está siendo crudo en absoluto, pero en el que apetece bañarse con la luz solar.
El pasado verano (hay que recordar que fue duro de calor) los árboles plantados en este espacio que forma parte del Cinturón Verde de la ciudad no quisieron o no pudieron agarrarse bien a la tierra. Tanto es así que la adjudicataria (no el Área de Parques y Jardines) se vio en la obligación de reponer hasta dos centenares de unidades de vegetación. En ese momento, muy iniciado el mes de julio, todavía faltaban bastantes cosas por hacer: El extendido de picadura de granito en los caminos, la hidrosiembra de las praderas, la instalación de las farolas con alimentación solar en el camino principal y la conexión a la Comunidad de Regantes del Guadalmellato.
Si alguien (que aún no haya ido) se aventura a pasearse por sus caminos verá que aquello ya 'parece' un parque. Los árboles son aún minúsculos, la hierba empieza a verdear la tierra, los senderos están limpios, hay farolas nuevas, mobiliario urbano para la higiene urbana (papeleras, en el lenguaje común), bancos en los que darse baños de sol... Y si uno le echa un poco de imaginación puede empezar a vislumbrar cómo será el lugar cuando la vegetación madure: Un bosque de galería en el arroyo Pedroche con álamos y fresnos, una dehesa en la parte central con algarrobo, almezo, pino y encina, y una zona de humedales con juncos. En total, un millar de árboles puros y duros, al margen de hierbas y matorrales.
El espacio que cubre no es nada desdeñable. Son 650 metros lineales de largo (de hecho se asemeja desde el aire a una especie de judía alargada o de amorfo cuarto creciente lunar) y dentro cuenta con una superficie de 33 hectáreas, es decir, con unas dimensiones cercanas al de La Asomadilla, que a día de hoy es el principal pulmón de la ciudad.
Tiene un camino principal y una especie de plaza central, así como caminos adyacentes que ligan espacios como huertos urbanos y zonas deportivas. Su presupuesto es (en presente mientras sigan las obras) de 1.167.000 euros y está financiado en un 80% por los Fondos Feder de la Estrategia DUSI.
Para las praderas, un elemento un tanto ajeno a una tierra como la cordobesa, se ha contemplado la instalación de riego por aspersión de las praderas y por goteo de la arboleda, así como un tratamiento ligero de una red de caminos y la iluminación de forma autónoma con paneles solares del camino principal (la instalación eléctrica está soterrada e invisible al ojo humano).
Más adelante se contempla completar esta zona verde entre La Vereda de la Alcaidía y la glorieta de la Louviere, y añadirle mobiliario urbano a la zona central en forma de juegos infantiles, ejercicio cardiovascular y sombras, además de pavimentar el acceso al parque desde la avenida de Blas Infante. Otra idea es ejecutar una pasarela peatonal sobre el arroyo Pedroches para facilitar el acceso a la zona central del parque desde el Barrio de Fátima. Algo que también cuenta La Asomadilla para ir al barrio de El Naranjo y a Mirabueno.
