FOTOGALERÍA: Radiografía de uno de los días más calientes de la semana (y no hablamos de sexo)

El entorno de la Mezquita-Catedral sin apenas visitantes
Ropa de invierno en la basura
Aprovechando las sombras de la Avenida de Cervantes
El asfalto de la Avenida de Cervantes vacío de tráfico
Terrazas vacías en el Centro
Calor en la capital cordobesa
Terrazas vacías en la Plaza de La Corredera
El entorno de la Mezquita-Catedral sin apenas visitantes
Así baja el Guadalquivir
La Plaza de Las Cañas, vacía de personal
Gato a la sombra en el Templo Romano
La soledad de la Cruz del Rastro
Terrazas vacías en el Centro de Córdoba
Una turista valiente se refresca en una fuente
Calor en la capital cordobesa
Calor en la capital cordobesa
Una siestecita con colchón incluido
El Bulevar del Gran Capitán casi vacío de gente
Chorros de agua en la Plaza de Las Tendillas
La estación del AVE marcando la hora infernal bajo el sol de julio
Conde de Gondomar sin apenas paseantes
Asistencia sanitaria en Cruz Conde
Higuera menor en el Templo Romano
La Plaza del Potro sin apenas vida
Un gorrión trata de beber en una fuente
Los pocos turistas de la Mequita-Catedral, junto a la fuente del Patio de Los Naranjos
Obra sin personal en Campo Santo de los Mártires
El abanico como ajuar imprescindible de herramienta de trabajo
Calor en Córdoba
La Plaza de La Corredera vacía de gente
El Puente Romano casi vacío
Cruz Conde sin apenas personas
Terrazas vacías en el Centro de Córdoba
Calor en la capital cordobesa
Calor en la capital cordobesa
El Paseo de Córdoba vacío de gente
Terrazas vacías en el Centro
Calor en Córdoba
Ronda de Isasa casi vacía de personal
Calor en la capital cordobesa
Los chorros del Paseo de Córdoba secos de agua
El Paseo de Córdoba casi vacío
Una refrescante ducha en el Paseo de Córdoba
Sombrillas en la azotea del camaleónico Hotel Córdoba Center
Terrazas vacías en el Centro de Córdoba
Sequedad en los árboles
Vandalismo en el Paseo de Córdoba
El entorno de la Mezquita-Catedral sin apenas visitantes
Terrazas vacías en el Centro
Calor en la capital cordobesa
Avenida de Al Nassir casi sin tráfico
Danzas con los chorros del agua en la Plaza de Las Tendillas
El entorno de la Mezquita-Catedral sin apenas visitantes
El Patio de Los Naranjos sin apenas turistas
El Paseo de Córdoba casi vacío
Centro de salud de Huerta de la Reina cerrado a cal y canto
La Puerta del Puente vacía de turistas
Vandalismo en el Paseo de Córdoba
Calor en la capital cordobesa
Maquinaria de obra abandonada
Calor en la capital cordobesa
Gorriones bebiendo en una fuente
Trabajando, a pesar del calor
Avenida de El Brillante sin apenas tráfico
Hermosa higuera en el Templo Romano
Calor en la capital cordobesa
Calor en la capital cordobesa
El entorno de la Mezquita-Catedral sin apenas visitantes
Calor en la capital cordobesa
Escasez de turistas en el Patio de Los Naranjos
El Centro de Recepción de Visitantes, pues eso: Sin visitantes
Patio de Los Naranjos con muy pocos turistas
Entorno de la Mezquita-Catedral sin gente
La Noria de la Albolafia frodeada de agua verdosa

No vamos a exagerar diciendo que no había ni un alma, porque será mentir, pero sí es absolutamente cierto que en la jornada e hoy era infinitamente más fácil buscar rincones (y hasta calles y avenidas) sin apenas seres humanos deambulando sobre el asfalto, que hoy parecía un horno de piedra natural para hacer repostería.

La falta de gente por el calor y porque ya es julio avanzado, de modo que hay mucha gente de vacaciones, te permite contemplar detalles que en la muchedumbre se pierden.

Admirable el tesón de los visitantes extranjeros, que a pesar de que la radiación solar pesaba literalmente varias toneladas se paseaban por su Córdoba soñada con una sonrisa en la boca, unos chapetillos suaves y muy bien pertrechado contra el calor, lo que demuestra que vienen preparados para su visita.

Las terrazas parecían ciudades fantasma, lo mismo que las obras, y pasearse por el entorno de la Mequita-Catedral, la Puerta del Puente o el Puente Romano recordaba en cierto modo al confinamiento por la pandemia, pero sin llegar a aquellos extremos en los que parecía que había caído sobre la capital califal una bomba de neutrones. Ahora, aunque escasa, se podía atisbar algo de vida humana por la calle.

No se busquen en la galería, porque no se van a encontrar.