NI turistas, ni casi cordobeses pasan por un Casco Histórico que demuestra ahora, más que nunca, que su vida depende más de lo que nos gustaría de los turistas que ahora faltan. Locales cerrados, carteles de se alquila, puertas cerradas, hoteles sin maletas, calles libres de los tenderetes que antes las llenaban y, sobre todo, faltan personas.
Comerciantes y hosteleros de la zona están viendo cómo sus negocios se desangran literalmente a la espera de una vuelta a la movilidad de las personas que cada vez se ve más lejos. Y lo que muchos se preguntan es ¿cuántos aguantarán el envite de esta cruel pandemia cuando haya pasado?
Entre tanto, el sector pide ayudas para poder aguantar esta ingente cantidad de meses sin apenas actividad, sobre todo en una zona de la ciudad que, sin la presencia de visitantes y el escaso tránsito de personas nativas debido a las restricciones, amen de que la zona es cada vez menos residencial, únicamente muestra una estética como de cartón-piedra propia de un escenario de cine. Precioso, eso sí, pero sin vida.
