La ciudad

FOTOGALERÍA: El agua, las sombras y sombreros o el abanico, los grandes aliados de los 44º en Córdoba

A las 11.00 horas y a la sombra esta mañana ya comenzaban a formarse cercos de sudor en axilas, base de cuello y espaldas. A esa hora ya se habían sobrepasado la treintena de grados en la capital cordobesa y lo peor estaba por llegar, porque en torno a las 13.00 horas daba comienzo la alerta roja de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), dependiente directamente del Ministerio para la Transiciópn Ecológica y el Reto Demográfico, que iba a durar hasta las 20.59 horas (siendo amarilla tanto en la Subbética Cordobesa como en Pedroches y la zona de la Sierra).

En este punto hay mucha gente, normalmente empresarios que vieven de la llegada de visitantes que critican a los medios de comunicación porque no hacemos más que informar sobre alertas por calor, lo que provoca el miedo a venir a Córdoba, ya que damos una imagen de la ciudad como la de un Infierno en la Tierra. Los medios, además de empresas, son servicio público, puro y duro, y la información del calor es necesario darla a conocer para que los nativos planifiquen sus vidas teniendo valiosa información en sus manos para no correr riesgos innecesarios.

Por otro lado, están los 'ultracordobeses' que siempre ven normal las emperaturas de 47 grados marcadas e los termómetros, y, sin embargo, son los primeros en salir a la calle para sacar la foto y fardar de ellos en las redes sociales. "Estamos acostumbrados a esas temperaturas", dicen. Y no es así. Son cifras realmente anómalas, por mucho que insistan para aportar una extraña imagen de resistencia al calor que no se sabe muy bien a dónde quiere ir a parar.

Es cierto que en verano en Córdoba y en todo el Valle del Guadalquivir hace calor, pero ni tanto ni tan calvo que dice el sabio refranero hispano, y, por tanto, no hay tampoco que minimizar el riesgo que una alerta de este pelo puede suponer de forma efectiva en un cuerpo humano, especialmente si es el de los más pequeños o el de los más mayores, a los que hay que resguardar de este clima, insistimos, anormal incluso para esta época del año en Córdoba.

Y mientras tanto, y hasta que la ciudad dé los pasos pertinentes para ofrecer resguardo en la calle tanto a foráneos como a nativos, la gente se busca la vida lo mejor que puede para no deshidratarse vivo.

El abanico que no falte nunca, los paraguas de doble uso (para lluvia y como parasol), la vuelta de la moda de los sombreros codo con codo con las sempiternas gorras de senderismo cada vez más urbanitas, el agua en forma de fuente donde refrescarse y beber o embotellada para ir reponiendo líquidos perdidos, las duchas en casa y los baños en las piscinas (particulares o públicas), las terrazas a la sombra de un velador para degustar un refresco o un helado y las sombras de todo tipo (desde las naturales de árboles y setos hasta las de los edificios) son las principales armas para no dejar de salir a la calle en una ciudad que no deja de deslumbrar por su belleza, ya sea al solano abierto de las chicharras o a la penumbra gris de una lluvia que ahora se empieza a echar en falta, aunque sólo sea para recuperar el nivel de los pantanos para tiempos de vacas flacas.

Hasta el próximo miércoles, día 18, Lorenzo no va a a relajar su tenaza cuando las máximas vuelvan a ser 'normales' con sus buenos 36 grados. Entre tanto, lo suyo es protegerse de la intemperie y seguir los consejos tan manidos para la llegada de olas de calor y que, a la postre, sirven para salvar vidas. Ni más ni menos.

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Un mujer refresca a su perro en la fuente de Las Tendillas
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