La ciudad

FOTOGALERÍA: Calor y mascarillas, un binomio muy complicado en Córdoba

Hay que destacar, en primer lugar, que los cordobeses y las cordobesas han asumido muy bien la convivencia con el Coronavirus y, salvo escasas excepciones de personas sin conciencia social o sencillamente ignorantes, las calles de la capital estaban repletas de mascarillas.

Hay que tener en cuenta que el mérito es doble, porque en una capital como la cordobesa, con una media en los últimos días de entre 39 y 40 grados, mantener la boca uy la nariz tapada con un trapo multiplica por dos o tres la sensación de asfixia por las altas temperaturas y eso ya se ha notado, por ejemplo, en algunas ruedas de prensa donde el responsable de turno lo ha pasado muy mal y se ha tenido que parar en más de una ocasión para recuperar el aire.

De igual modo, también está la picaresca de más de uno que llevan su mascarilla como quitamultas, es decir 'protegiéndose' el codo por su hubiera que echar mano de ella en un momento dado para evitar sanciones. Algo muy similar al casco de las motocicletas que también suele llevarse por parte de numerosos adolescentes en el codo en lugar de la cabeza.

Y hablando de sanciones, fuentes del Ayuntamiento han informado que todavía no se ha sancionado a nadie, pero sí se han podido ver por la calle a agentes de la Policía Local informando de la nueva situación a los viandantes, algo que, según algunos empresarios de hostelería, han asegurado que se inició era pasado lunes.

Esta misma mañana, el delegado de la Junta en Córdoba, Antonio Repullo, ha destacado que el comportamiento en Córdoba "está siendo impecable" y ha explicado que la medida adoptada por la Junta para que la mascarilla sea obligatoria en determinadas circunstancias es "para adelantarnos de nuevo a las circunstancias" y evitar, al mismo tiempo, que, "como está pasando en Catalunya y Aragón, se puedan dar pasos hacia atrás", en relación a un nuevo confinamiento.