La ciudad

Córdoba le da un sentido adiós a Miguel Castillejo

Como no podía ser de otro modo, el recinto de la Mezquita-Catedral se ha llenado esta tarde de gente para despedir a Miguel Castillejo, presidente de Cajasur durante casi 30 años, y que ayer falleció de forma repentina a los 86 años.

Además de familiares y amigos cercanos, en los bancos de la catedral se ha podido ver al empresario y exconcejal de UCOR, Rafael Gómez, al presidente dela Audicencia Provincial de Córdoba, Eduardo Bena, así como a una nutrida representación de concejales del Partido Populaer, entre los que estaba el exalcalde, José Antonio Nieto, José María Bellido, Salvador Fuentes o Juan Miguel Moreno Calderón, compartiendo asiento con el subdelegado del Gobierno, Juan José Primo Jurado. También entre el público asomaron los rostros de Finito de Córdoba y su esposa Arancha del Sol, pero sobre todo mucha gente de la calle se han acercado para despedir a una persona que para bien o para mal tuvo un peso específico muy importante para la ciudad de Córdoba y, por extensión, para el resto de la provincia.

La misa de difuntos, que ha tenido lugar alrededor de las 17.30 horas, ha estado presidida por el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, quien, precisamente, ha querido destacar que se trataba de un personaje "ilustre" y que "ha hecho el bien a mucha gente que hoy están llorando su muerte porque sienten que le están agradecidos". Así, no sólo en Córdoba, sino en otros puntos del país, el fallecido "ha dado de comer a mucha gente con un trabajo digno o una vivienda", amén de contribuir al desarrollo económico de toda la provincia, ha incidido el obispo en su homilía. 

Del mismo modo, el obispo ha puesto de manifiesto que, ante todo, Castillejo es un personaje histórico e ilustre de Córdoba que "ha dejado una importante huella de bien en la ciudad de Córdoba" y ha destacado su labor al frente de Cajasur durante 30 años y "lo mucho que la hizo crecer". 

Natural de Fuente Obejuna, este sacerdote de la diócesis de Córdoba nació el 19 de octubre de 1929 y fue ordenado presbítero en junio de 1953. Durante su ministerio, comenzó la labor sacerdotal en la parroquia de Hornachuelos –en el año 1953-, continuando en varios pueblos de la provincia de Córdoba, como San Calixto, Fuente Obejuna, El Porvenir y Peñarroya-Pueblonuevo.

Por otro lado, comenzó su ministerio en la capital en el año 1965, como ecónomo de la parroquia del Sagrario de la Santa Iglesia Catedral. A partir de ahí, desarrollo una importante labor en numerosos ámbitos de la ciudad como Delegado Episcopal para el Apostolado Seglar –en 1972-; vicepresidente de la Caja diocesana de Compensación –en 1980-; profesor del Seminario Mayor; miembro del equipo sacerdotal de Nuestra Señora de La Merced de Córdoba –en 1991-; así como canónigo de honor del Cabildo de la Santa Metropolitana y Patriarcal Iglesia Catedral de Sevilla –en 1998-. Igualmente, desde el año 2005 era Canónigo penitenciario emérito del templo principal de la Diócesis.

La capilla ardiente estuvo abierta ayer en la Fundación que lleva su nombre y de la actualmente era presidente, situada en el edificio de la Plaza de las Doblas, desde las 21.00 horas para recibir las señales de pésame de todo aquel que quisiera.

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