La ciudad

Cabalgata calada hasta los huesos

Al peluquero y maquillador Miguel Cantarero, encargado de maquillar a los reyes y pajes este año, le preocupaba especialmente el de Baltasar. Por su experiencia en otros eventos y cabalgatas, decía: «hemos probado todo tipo de maquillajes y da igual, el roce con la ropa o los besos terminan llevándoselo; no hay forma». Lo que no se podía prever en la Federación de Peñas a las 16.00, cuando la alcaldesa de la ciudad, Isabel Ambrosio, saludaba a sus majestades, es que no daría tiempo a roce alguno, el mal tiempo se encargaría de suspender una Cabalgata que a esa hora, y a una y media de su comienzo previsto (17.30), era todo alegría y expectación. La regidora comentaba precisamente que Baltasar siempre había sido su rey preferido. Gaspar, representado por Rafael Barón, presidente de la Asociación de Patios Claveles y Gitanillas, no podía evitar bromear al respecto haciendo referencia a cierta foto popular que circula por el Whatsapp.

Chispeaba un poco, es cierto. Pero todo el mundo estaba pendiente de las aplicaciones y páginas del tiempo, que señalaban como más probable la lluvia sobre las 19.00 horas. «A esa hora el 40% de probabilidades», se oía una y otra vez. Pero el tiempo tiene un punto imprevisible y no hay app que valga. Así que poco antes de empezar, la lluvia iba creciendo poco a poco en intensidad para, a nada del comiezo, convertirse en un chaparrón con viento frío que dejaba arrecidos a los carteros de Correos (encargados de llevar las cartas de los niños) y miembros de orquesta de hermandades que se refugiaban en los soportales del estadio El Arcángel.

Las carrozas iban saliendo del lugar donde juega habitualmente el Córdoba C.F. a su propio partido, que se jugaba en la calle y ante un público expectante que llenaba la primera etapa en la plaza de Santa Teresa. Bastó que saliesen todas las carrozas para que la lluvia y el viento se hiciesen casi insoportables. Un miembro de una cofradía bromeaba: «En las Hermandades funcionamos de otra forma, si hace viento decimos que va a llover y ya no se sale». Pero en esa chanza había un consejo, para qué arriesgarse en un acto de esta responsabilidad si los peligros pasan de cierto punto.

En este caso no es que los riesgos pasasen de un punto, es que hicieron varios viajes de ida y vuelta. En efecto, la primera carroza se volvía, la de los Pequemúsicos. Junto a ellas, otras. Un joven vestido de dibujo animado gritaba «ésta es la peor Cabalgata en la que he estado». Uno de los músicos hablaba por teléfono: «Que dicen que salgamos. Así va a salir su...». Y dejamos unos puntos suspensivos donde no los hubo.

Varias carrozas volvían al refugio de el Arcángel. Conforme entraban, llegó el griterío: «Que dicen que no, que salgamos, que no se suspende». Ahí llegó el caos y la comedia, que muchas veces van de la mano. Músicos empapados por allí, gente disfrazada con el traje calado buscando techo, paraguas del revés rotos por los suelos, coches de padres que empezaban a llevarse a pajes que lloraban por quedarse. Y entre tanto órdenes contradictorias. Que sí, que no... y lo que estaba cayendo era, como reza la clásica canción, el chaparrón.

Con todo el mundo guacho, como se dice coloquialmente, la alcaldesa solicitaba a miembros de su equipo que se pidiese a la Subdelegación del Gobierno una previsión del tiempo certera, en la medida de lo posible, por si tras el aguacero venía la calma y no había que echar por tierra el evento. Las noticias no fueron halagüeñas y la cabalgata se suspendía con todo el mundo ya calado hasta los huesos.

Se produjo entonces la vuelta de las carrozas con una lluvia continua. Algunos aprovechaban para coger caramelos, e incluso el rey Gaspar se animó a echar desde la suya algún regalo. «Pero es que esto no puedo hacerlo», les decía a los niños que pedían más y más el atribulado monarca mientras los periodistas le hacían fotos protegiendo sus cámaras como podían.

Lo cierto es que tampoco se produjo un drama. Se asumió la realidad, no había otra. E, incluso, muchos respiraron aliviados pensando en la ducha calentita. Mañana, de 10.00 a 14.00, los Reyes (Aurora Beltrán, el mencionado Rafael Barón y Marta Hidalgo), reciben a los niños en el Ayuntamiento. Una solución de urgencia que supone que los más pequeños tengan regalos y caramelos dos días. No hay mal que por bien no venga.

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