Cultura

FOTOGALERÍA: Serrat deja en La Axerquía una noche inmensa con sabor agridulce a despedida

"Podría estar toda la noche cantando estas canciones, en esta noche mágica". Esta frase de Joan Manuel Serrat desencadenó ayer en Córdoba una emoción inmensa entre un entregado público en el tramo final de un concierto que se puede guardar en el recuerdo como una experiencia de vida inolvidable. Un público que conforme avanzaba el reloj de arena hubiera dado lo que fuera para que esta noche inmensa, con sabor agridulce a despedida, no hubiera acabado nunca. 

No faltó de nada, un sonido nítido, exquisito, muy cuidado, una Axerquía repleta con un público ávido de música y poesía, una noche fresquita como no nos tiene acostumbrados Córdoba, una puesta en escena inmejorable con imágenes motivadoras y un ambiente de emoción del que se sabe participe de un evento histórico para muchos y muchas de los presentes. 

Serrat comenzó despacio, sin prisas, como si su voz necesitara algo de calentamiento, hasta llevar a su público por un viaje de vértigo ascendente, en un concierto que fue de menos a más y terminó casi en éxtasis con la alegría desbordante de Fiesta y la despedida con Penélope. 

Un Serrat muy locuaz dedicó gran parte de la noche a hacer confidencias sobre los secretos que hay detrás de las canciones y sus letras. Así, supimos que nunca existió el Tablao del 'Lacio' y que Merceditas y Curro no se conocieron hasta que "yo les presenté en la ficción". 

También disertó sobre la utilidad de la música y de cómo los personajes nunca envejecen, porque una canción es mucho más que música cantada, "es música que habla y letra que canta", pero sin la emoción no habría nada. De hecho, prosiguió Serrat, cuando llega la emoción es cuando "las canciones se meten en las entretelas del alma por los siglos de los siglos". 

Hubo momentos verdaderamente mágicos, de los que hacen vibrar el corazón y ponen los vellos de punta, como con 'Nanas de la cebolla', el tema inspirado en el poema que el inmenso Miguel Hernández creó en la cárcel cuando su mujer le escribió una pesarosa carta para narrarle que sólo tenían pan y cebolla para comer, con un niño de pocos meses que por entonces aún era amamantado. 

Una velada inolvidable llena de momentos épicos, con poetas que son historia pura y dura de este país como protagonistas, como Machado y su 'Caminante, no hay camino'... Se hace camino al andar. Ojalá que Joan Manuel encuentre el sendero de vuelta a los escenarios, aunque sea una sola vez más, porque caballeros como 'Serrat' y sus canciones son, como él bien dice, como los personajes que nunca deberían envejecer.

Adiós, maestro, y gracias por esta experiencia inolvidable.

TEXTO Y FOTOS: YOLANDA PEDROSA

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