FOTOGALERÍA: Desde los viajes antiguos de Odiseo hasta el cante Flamenco en iraquí
¿Se imaginan que la música tuviera olor? Pues me van a permitir fantasear con la idea, porque la actuación de Vasilis Kostas y Layth Sidiq en el Teatro Góngora, dentro del 41 Festival de la Guitarra de Córdoba, estaba perfumada con el aroma del Mediterráneo profundo. Sabía a sal, a concentración de culturas milenarias, a armonías primigenias con ropajes actuales, a gruesos oleajes grises en días de tormenta y al brillante espejo azul marino cuando la calma invita al baño.
¿Nunca tuvieron la curiosidad de saber cómo sonaría el Flamenco cantado en árabe? El pelirrojo de Bagdad, Layth Sidiq, padre de una madrileña de apenas 11 meses, es toda una caja de sorpresas, no sólo porque el violín (que palidece compitiendo con el rojizo de su barba) es una prolongación natural de sus manos (sería interesante un concierto de este hombre con Ara Malikian), sino porque se atreve con todo al cante.
Suyo es el tema 'Carta a Paco', en clarísimo homenaje a Paco de Lucía (uno empieza a intuir mínimamente lo que tuvo que ser el maestro de Algeciras cuando tantos y de tantos lugares tan dispares le admiran en la distancia del tiempo y prolongan su figura con la memoria de los tributos) con sentidas palabras aflamencadas cantadas en iraquí, por lo que nos quedamos con las ganas de saber lo que le decía en esa personal misiva.
Suyo fue también el intento de interpretar un tema dedicado a la memoria de su suegro, fallecido hace unas semanas en Venezuela, titulado 'Luna de Margarita' (por la isla y no por una mujer) y cantado en castellano... Hasta que se le olvidó la letra. Pero lo suficientemente meritorio como para recibir el cariño del público en forma de aplauso agradecido. Suyo, igualmente, el tema dedicado a su hija, Maia, y que inicialmente iba a llamarse 'Primeros pasos', de la que su mujer estaba en cinta de 10 meses cuando ambos grabaron el disco 'Steps' en Madrid, a modo de "celebración a la vida y el inicio" de todas las cosas que supone un nacimiento.
Arrancó el concierto con una obra del nacido en la región greco-albana de Epiro, tierra de oráculos que se asoma al mar Jónico y cuna del rey Pirro y de Olimpia, madre de Alejandro el Grande. No es de extrañar, por tanto, que sus composiciones generen escenas mentales de viajes en naves mitológicas deslizándose temerarias sobre espuma marina hasta alcanzar el límite del mundo en la legendaria Iberia. Y hasta puede uno imaginarse a Odiseo luchando contra la locura por ser el primero en sobrevivir al letal canto de las sirenas. 'Dark light' era el nombre de ese primer tema.
Y si Sidiq ya conocía Córdoba, Kostas era la primera vez que la pisaba, aunque no es nuevo en tierras hispanas. De hecho, si algo le hizo cambiar la guitarra, que había estado acariciando durante dos décadas, por el laúd fue por culpa de José Merced que le dijo directamente: "Chico, deja la guitarra y dedícate a tocar el otro instrumento", en alusión al laúd, evidentemente.
Desde luego la fama que le precedía no se queda corta. Pero había algo extraño en el sonido que arrancaba a su 'doce cuerdas', un algo que sobresalía acompañando a la melodía punteada, y no era otra cosa que su voz. El griego canta lo que está tocando y ahora uno entiende por qué a un músico cuando se le pregunta qué instrumento es su favorito, la inmensa mayoría coincide en señalar que la voz humana.
Una década lleva el dúo siendo dúo. Tiempo suficiente para generar complicidades de ésas que se dibujan en miradas. Un mero gesto del laudista a su compañero de escenario significaba algo similar a esto: ¡Cuidado que voy! Trata de seguirme". Y el del pelo de fuego aceptaba el desafío cubriendo huecos, acompañando melodías y recogiendo el testigo para aportar complejidades mágicas a su parte.
Dicen ellos que esas señales también las transmiten quienes disfrutan de sus actuaciones. El público. Y que a ellos les basta con mirar las reacciones para dirigir el concierto en uno u otro sentido. De hecho, no hay un concierto igual a otro. Es siempre diferente dependiendo del ánimo y la inspiración. "Hoy es diferente a lo que tocamos ayer (por el sábado) en la Casa Árabe de Madrid y será diferente a lo que toquemos mañana".
Por lo pronto, la sincera ovación arrancada a un Góngora con buena entrada de público, da fe de que la actuación cordobesa ha dejado huella en el alma de los asistentes.
FOTOS: IMAE / RAFA ALCAIDE
