La Conversión es otro ejemplo más de la iconografía con función de doctrina. Y eso implica maquineísmo en las formas de modo que los buenos se viera a la primera que eran los buenos y a los malos se los identificara de inmediato. Al lado de Cristo crucificado están Tito/Dimas a su derecha y Dúmasco/Gestas a su izquierda; el buen ladrón y el mal ladrón, a los que el propio Cristo vaticinó de niño que morirían con él en la cruz casi 30 años más tarde.
En la Conversión cordobesa, Dimas tiene el rostro noble, bello, sin mácula de maldad y hasta cuenta con una orla de santo, aún a pesar de que no ha sido santificado por la Iglesia. Por contra, Gestas tiene el ceño fruncido, las manos crispadas y ni siquiera luce una cabellera como los otros dos, sino que se le marca con profundas entradas y nada más verle se piensa que es el malo por ser el feo.
Tito debió ver en Cristo algo diferente. Quizá la propia forma de crucificarlo por parte de los romanos, que entendieron que no era un cualquiera. Y optó por pedir perdón, de ahí que en numerosos cuadros se lo represente con un ángel sobre su cruz. Gestas prefirió burlarse del nazareno y está acompañado de un demonio.
La Conversión, con 130 nazarenos, salió a las 17.20 horas De la Iglesia de Nuestra Señora el Rosario con un único paso, llevado por 40 costaleros. Las tres imágenes son obra de Pedro García Velasco (2016), y han estado acompañadas durante la estación de penitencia por la Agrupación Musical Nuestro Padre Jesús de la Redención.
