Opinión

Un Primero de Mayo en crisis

Este 1º de Mayo los sindicatos no nos manifestaremos, pero nuestro espíritu reivindicativo sigue tan vivo como el primer día porque creemos que otro modelo social y económico es necesario, un modelo basado en las personas, con unos servicios públicos fuertes, bien dotados, y un modelo que promueva el empleo de calidad, el empleo con derechos, entre ellos, derechos a la salud y a la vida, esos que tan presentes tenemos estos días. Son días tristes en los que CCOO quiere tener un sentido recuerdo y homenaje a todas las personas fallecidas por el coronavirus, y muy especialmente a las personas mayores, a esas generaciones que nacieron en la postguerra española, que atravesaron un siglo XX durísimo, con una dictadura brutal, que conocieron épocas de miseria, y que tuvieron mucho que ver en la conquista de los derechos sociales y laborales de los que hoy disfrutamos. Personas que tuvieron que asumir en primera personas las crisis de 2008 y 2010, muchas veces dando apoyo y cobertura a familiares que perdieron sus puestos de trabajo y que han visto arrebatada su vida por una situación dramática como ha sido este virus maldito.

Esta crisis nos está dejando algunas enseñanzas muy valiosas, entre ellas, el valor insustituible del mundo del trabajo; de trabajos sanitarios, sociosanitarios y de cuidado de personas, de los servicios esenciales; pero también de trabajos poco cualificados, muchas veces depauperados, precarios y con bajos salarios, como el de los trabajadores y trabajadoras del campo; en las cadenas alimentarias, en los supermercados, el transporte, la limpieza. 

La crisis provocada por la pandemia del COVID-19 nos ha brindado un importante recordatorio: No hay sociedad sin trabajo ni sin el papel vertebrador de los trabajadores y trabajadoras.

El valor del trabajo es tan incuestionable como el papel que jugamos los sindicatos de clase y, en concreto CCOO, como primer sindicato en España, en la defensa de las personas trabajadoras y de sus derechos laborales y sociales. Puede que este primero de mayo no alcemos nuestras banderas en la calle, pero seguiremos reclamando las medidas necesarias para que los trabajadores y trabajadoras no vuelvan a ser los únicos que paguen las consecuencias de una crisis de la que no son responsables. Pediremos que se permita a las  empresas aplicar ERTE para evitar despidos, reclamaremos que se mantengan los pagos a las empresas externalizadas que prestan servicios públicos, exigiremos las medidas de protección necesarias para garantizar la salud de los empleados y empleadas que acuden a diario a sus puestos de trabajo.

Otra de las grandes enseñanzas que nos deja la crisis del COVID-19 es que una sociedad democrática e igualitaria tiene que contar con unos servicios públicos fuertes y bien dotados, tanto de medios humanos como materiales. Los y las profesionales sanitarios y sociosanitarios y de las fuerzas y cuerpos de seguridad no son héroes, son profesionales extraordinarios que se están jugando su salud y su vida para salvar las de otros y lo hacen a pesar de las dificultades, de las carencias de personal y de medios materiales y de la falta de medidas de protección en muchos casos. 

La lucha contra la precariedad va a seguir siendo nuestro caballo de batalla. Esta crisis va a provocar millones de despidos y no podemos consentir que vuelva a ocurrir lo que ya pasó en las anteriores crisis mundiales. Hay que revisar en profundidad un sistema laboral que se sustenta en la temporalidad, la precariedad y los bajos salarios y que somete a la población trabajadora a un riesgo continuo de despidos masivos. 

Pero no solo tenemos que revisar nuestro sistema laboral, tenemos que profundizar en la red de protección social para todas esas miles de personas que han perdido sus empleos y que no cuentan con ningún tipo de subsidio. Por ello, defendemos que haya un ingreso mínimo vital y, hasta que pueda ponerse en marcha, una renta de emergencia, porque las personas tienen necesidades hoy. Lo ideal sería que el ingreso mínimo vital contemplase la Iniciativa Legislativa Sindical que presentamos en el Congreso y que recogía la propuesta de una renta mínima. 

En la resolución de la crisis las administraciones van a jugar un papel fundamental, empezando por la Unión Europea y siguiendo por los gobiernos central y autonómico, que tienen que colaborar estrechamente estableciendo medidas de reactivación económica y de protección social. Igualmente, los ayuntamientos, como las administraciones más cercanas a la ciudadanía, han de estar preparadas para responder a la situación actual. En este ámbito, los sindicatos tenemos mucho que aportar y la concertación debe ser uno de los pilares de la recuperación tras la crisis del COVID-19.