Opinión

Pensar en todos: La gran oportunidad

Estos días se van a mezclar sentimientos cruzados, intereses comunes que deben priorizarse con los particulares. Son los peores momentos para actitudes individualistas e irresponsables a la vez. Porque en lo común, en lo de todos, está el paso a paso de salir de esta crisis que sobrepasa ya lo sanitario, la epidemia se enfrenta a una sociedad que debe aprender de estos días.

Nuestra ciudad, por ejemplo, donde muchas familias se recluyen en sus casas y otras muchas viven la incertidumbre de lo que supone una parálisis de la economía: turismo, restauración, servicios, pequeños autónomos, empleados de cara al público, funcionarios y del sector privado, que deben salir sí o sí a la calle a diario, enfrentarse al riesgo de su salud y de sus familias, pero también al riesgo de un despido o un ahogamiento económico al pagar las facturas a fin de mes. Unos establecimientos cordobeses que saben y quieren cerrar, por responsabilidad, pero que requieren de ayudas y compensaciones desde lo público para no agrandar aún más sus dificultades para dar empleo y riqueza a la ciudad y a las miles de familias que se dejan la piel en nuestra ciudad para el futuro de sus hijos e hijas.

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Pero si analizamos quién soporta más o menos riesgo, podemos ver detalles que deberíamos afrontar con sensatez y pensamiento colectivo.

Podríamos pensar y actuar en el sentido de la justa redistribución de los beneficios o pérdidas que supone esta crisis. Algo que no vemos a simple vista, pero que está paralizando nuestra sociedad tal como la tenemos planteada, donde algún sector no perderá nunca. Empresas que se van a generar más negocio debido al confinamiento domiciliario, como las eléctricas, las de telecomunicaciones o posibles bonificaciones a grandes aerolíneas, deberían compensar a otros sectores como el pequeño autónomo o las pymes que son el verdadero músculo económico del país. Igualmente al consumo eléctrico, el consumo de agua, de servicios de mensajería y comida a domicilio, redes sociales,... nadie debe enriquecerse en exceso ante el perjuicio de los muchos. Pensar en todos, es el momento de pensar a lo grande.

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En Córdoba tenemos muchas cosas que mejorar y aprender de esta situación. La responsabilidad colectiva es la quimera, es el camino difícil pero necesario. Muchos bares y puestos de caracoles, muchas familias que viven de ello y a la vez sufren esta situación en lo personal, como todos. Muchas personas trabajadoras de supermercados y grandes superficies, agotadas y saturadas, a la vez que deben protegerse de posibles contagios a los que se exponen, donde la responsabilidad empresarial debe ser exigida. Personal público y de entidades privadas que dan servicio de cara al público. Todo. Pocos o ningún sector, salvo las grandes comercializadoras antes comentadas salen ganando con esta crisis. Redistribución de beneficios y compensación de pérdidas: eso es pensar en todos y es como entendemos que debemos actuar desde el ámbito político.

Debemos poner en valor lo que tenemos, los servicios públicos que se han visto atacados por los poderes fáctico-Políticos de turno. Es una oportunidad histórica, pues vamos a superar esto entre todos, de apostar definitivamente por una Sanidad Pública prioritaria, con un techo mínimo de gasto presupuestario asegurado, una contratación de personal adecuada y desmontar el sistema de privatización de servicios, apostar por una I+D+i de manera decidida, y una puesta en valor de un modelo de sociedad menos mercantilista, menos materialista y más basada en valores de comunidad, de bien común y cuidados.

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Quizá esta situación de alarma nos sirva al final para mucho. Para afrontar medidas definitivas de limitar la economía depredadora que deja atrás a los menos privilegiados. Esta situación tan compleja puede servirnos como sociedad para parar un poco, analizarnos y pensarnos. Valorar lo público, lo de todos. Explorar nuevas fórmulas de teletrabajo y de distribución del empleo.

Quizá podamos superarnos y aprender a compartir tareas y cuidados. Conciliar en mayúsculas. Empatizar frente al odio que nunca sumó. A un sistema más justo y distributivo, donde el pequeño y olvidado sea lo más importante.

Un sistema social, económico y político... que piense en todos y todas.