Opinión

La próxima y enorme crisis que ya tenemos encima

La crisis económica que se desató en 2008 tras la caída de los bancos por las 'hipotecas basura' o, lo que es lo mismo, por el ansia de captar clientes y ofrecerles préstamos por encima de sus posibilidades para cumplir con las exigencias de un sistema económico voluble y asentado sobre cimientos de barro no es nada con la que ya tenemos justo encima. Y me refiero a la crisis demográfica que va a suponer el constante, progresivo e irremediable envejecimiento de la población. Y no veo que nadie, y menos los políticos, se esté afanando por poner medidas encima de la mesa que respondan a este enorme reto al que nos enfrentamos. Más bien lo que veo es una pelea de patio de colegio donde el 'y tú más' campa por sus respetos mientras que la sociedad se presta al espectáculo aplaudiendo a los suyos y abucheando a los contrarios como si de una gesta de gladiadores se tratase esperando ver fluir la sangre del odiado enemigo sobre la arena política.

La ciudadanía atiende a la contienda política sin tener en cuenta que los problemas cruciales para nuestro futuro deben ser estudiados, debatidos y analizados con tranquilidad y sensatez y sin parcialidad política para encontrar remedios efectivos que aborden, como poco, los próximos 30-40 años. En estos años la acumulación de la población de personas mayores producirá una enorme presión sobre el conocido y manido 'Estado del bienestar' del que hemos disfrutado hasta ahora. Tal es así que el sistema de pensiones, el sistema sanitario, el sistema económico y la atención a los mayores van a sufrir una presión sin precedentes en la historia de la humanidad. En ningún momento de nuestra historia como especie se habrá conocido tal acumulación de personas ancianas que afecta a tantos países a la vez.

El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) lleva años elaborando un informe sobre el envejecimiento de la población en España. El informe de 2018 firmado por Antonio Abellán, Alba Ayala, Julio Pérez y Rogelio Pujol del Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC deja muy claro que el 1 de Enero de 2017 un 18,8% (8.764.204 personas) eran mayores de 65 años en España. Pero la evolución futura de la población española llevará inexorablemente a que este porcentaje aumentará década a década hasta alcanzar el 34,6% en 2066. Muchos de ustedes pensarán que en ese año ya habrán pasado el trámite de la defunción y no importa mucho, pero no tienen en cuenta que el incremento será año tras año, progresivo, y los problemas se irán agravando poco a poco hasta llegar a un nivel imposible de mantener, mucho antes de 2066.

En la actualidad, el grueso de la población se encuentra alrededor de los 40-45 años. Es decir, que toda esta población, dentro de 20 años se dispondrá a entrar en la edad de la jubilación y el problema es que la base de la población, de unos 20 años presenta un mínimo bastante preocupante. O lo que es lo mismo, que nuestra población está envejeciendo a marchas forzadas y la cantidad de población joven es demasiado baja como para sostener el futuro.

Esto llevará a graves problemas de índole regional, sanitaria, asistencial, demográfica y económica. En ámbito regional , existe una diferencia importante entre las zonas rurales y urbanas. En el ámbito rural, el porcentaje de población de personas mayores de 65 años es significativamente mayor respecto a la población general. Tal es así, que en la actualidad el porcentaje de personas mayores en el campo es de 10 puntos por encima del porcentaje de las ciudades (28,8% vs. 18% respectivamente). Si tenemos en cuenta que hay autonomías con más componente rural que otras y que, además, la asistencia básica en los ambientes rurales no es tan cercana e inmediata como en las ciudades, no es difícil entender que existe un enorme problema asistencial en el ambiente rural. Además, según la distribución de población en España, esta mayor cantidad de población envejecida se acumula en autonomías del norte como Castilla-León, Asturias o Galicia donde la dispersión geográfica y la orografía son factores importantes a tener muy en cuenta.

En el ámbito sanitario, no se nos puede escapar que acumular años conlleva inexorablemente acumular achaques. Algunos de ellos son evitables hasta cierto grado pero otros no. Por tanto, el envejecimiento de la población producirá tal grado de presión sobre el sistema sanitario que se hace necesario y urgente resucitar la especialidad de gerontología que pueda abordar las numerosas comorbilidades de las personas mayores de una manera racional.

Tal es el problema que en otros países se está ya proponiendo la racionalización de la prescripción médica e incluso la reducción en la cantidad de medicamentos que las personas mayores necesitan en un término que se está denominando desprescripción (del inglés: deprescribing). Y no crean que es con el ánimo de ahorrar, sino que es con el ánimo de evitar que las personas tomen medicamento tras medicamento sin que se compruebe que efectivamente hacen el efecto que se pretende. En este caso, más no es necesariamente mejor.

Creo que es casi innecesario indicar lo que el envejecimiento de la población supondrá desde el punto de vista asistencial. No tengo más que pensar en mi suegro y mi madre que viven en edificios sin ascensor. Conforme pasen los años las escaleras se van a convertir en un reto infranqueable hasta que, al final, los condenen a quedarse recluidos en sus pisos. A no ser que acepten mudarse a un bajo, cosa que parece compleja por la tozudez inherente a la ancianidad. Queramos o no, a partir de cierta edad, la movilidad se verá tan comprometida que la asistencia personal y continua será imposible de evitar.

Entonces, piensen ahora en una población con un cuarto o un tercio de personas dependientes. No parece que la cosa vaya a ser fácil. Es cierto que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero gestó una Ley de Dependencia en 2006 que, en cierto modo, preveía este complicado futuro, pero su desarrollo, lamentablemente, no ha sido muy efectivo por decirlo de manera suave.

Quieran o no nuestros políticos, la evolución de la población va a ir en el sentido del envejecimiento paulatino e inexorable, así que algo habrá que ir haciendo en este sentido. ¿No creen? Obviamente vamos a tener un gran problema demográfico, ya que el porcentaje de personas con edad para trabajar irá disminuyendo poco a poco. Si a todo ello sumamos la manía del empresariado patrio de despedir a las personas mayores para contratar, obviamente que por menos sueldo, a jóvenes, llegaremos a un punto de colapso en el que no habrá jóvenes para contratar. Sí, ya sé, hay mucho paro actualmente, pero eso se irá acabando poco a poco ya que el grueso de la población se irá jubilando y la cantidad de personas que se irán incorporando al mercado de trabajo es actualmente del orden de la mitad de los que se van a jubilar. La curva de población no miente y dibuja un futuro perturbador.

Quieran algunos o no, llegará el momento que tendremos que abrir las puertas a esos millones de inmigrantes que algunos políticos dicen que están esperando entrar en España. Dentro de no mucho o importamos población o no habrá población activa suficiente para mantener la actividad económica que soporte el gasto social, sanitario y de pensiones necesario para mantener a la población jubilada. Y eso no va a tardar mucho, unos 20 o 30 años. Los nacidos en España no van a ser suficientes para mantener el sistema (vean figura 1.2 del informe del CSIC, no deja lugar a dudas ). Aunque la moda parece ser aquello de 'xxxxxx first', (pongan en las equis cualquier país). Veremos qué dicen cuando el sistema se tambalee.

Y finalmente encontramos la cuestión económica, tan importante en nuestra sociedad actual. El sistema de pensiones se diseñó con la premisa de una población activa joven y una vida media post-jubilación de unos 5-10 años. Actualmente, una persona que se jubile a los 67 años tiene una esperanza de vida de unos 20-25 años más. Eso hace que la revisión de gasto en pensiones de la Seguridad Social vaya aumentando año tras año, mes tras mes, semana tras semana. Si al aumento seguro en el número de pensionistas durante los próximos 20-30 años sumamos la previsión de mayores aumentos de la esperanza de vida en los próximos años, el problema de financiación no es que esté asegurado, es que supone un enorme problema. Y este problema ya está aquí. La llamada hucha de las pensiones haya ido desapareciendo durante los últimos años y que el actual Gobierno anda buscando fuentes de financiación algo imaginativas. Pero los parches puede que no aguanten mucho la presión y acaben saltando por los aires. Así que se hace necesario un acuerdo político que no solo afecte a España sino a toda Europa para evitar un enorme problema económico con las personas mayores en todo el continente.

Todos estos problemas y alguno más que posiblemente se me escape en estas líneas son muy previsibles y están científicamente argumentados. Los datos demográficos están ahí, la distribución de la población está ahí, la edad y la longevidad están ahí. No se pueden ignorar. Pero no todo está en el tejado de los políticos, los ciudadanos debemos hacer también algo. Nuestros mayores problemas van a ser enfermedades cardiovasculares, tumores, y problemas respiratorios.

Muchos de estos problemas se pueden evitar con modificaciones en los hábitos de vida que supongan una dieta equilibrada, mayor actividad física y mayor actividad social. Mantener la máquina engrasada y activa y eso evitará que necesitemos medicinas y medicinas para solventar problemas cuyas causas se encuentran en hábitos de vida perjudiciales. Lo otro tendremos que dejarlo en manos de los políticos. Espero que algún día dejen de pelearse y mirar al pasado y pensar en los grandes retos que ya tenemos encima.