Opinión

Otra conferencia sobre el clima más

A partir del día 2 de diciembre se celebra en Madrid una nueva cumbre del clima, la vigesimoquinta desde que en 1992 se celebrase la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro. La verdad es que ninguna ha servido para nada ya que el objetivo de estas cumbres, que era frenar la escalada de emisiones de gases de efecto invernadero, no se ha cumplido en los 27 años que ya han pasado desde a primera. Yo diría que son los peores acuerdos mundiales en la historia. Tanto es así que 2018 fue el año con mayores emisiones de COy de gases de efecto invernadero desde el inicio de la revolución industrial. Desde que el hombre comenzó a quemar combustibles fósiles los niveles de COno han parado de crecer año tras año hasta la fecha.

Podemos presumir que la COP25 de Chile que se celebra en Madrid accidentalmente no conseguirá acordar absolutamente nada que sirva para reducir, prevenir, cambiar, parar, desacelerar (pongan ustedes el epíteto que consideren más oportuno). Pero no nos preocupemos, que no será por cumbres y eventos. Eso quedará para la Historia y para estudios de cómo el ser humano tenía un problema y fue incapaz de ponerse de acuerdo para solucionarlo; si es que queda alguien para estudiarlo.

Hoy, al abrir el periódico del domingo me he encontrado cinco o seis anuncios de diversas compañías echándose flores sobre cómo cuidan el clima. La novedad y la relevancia para la mercadotecnia manda, hay que hacerse publicidad. Los medios de comunicación también tratarán el asunto durante un par de semanas, aunque preveo que los puntos álgidos serán los primeros días y los últimos, presumiblemente cuando indiquen que no se ha llegado a ningún acuerdo. Como decía en mi última columna, se prevé que a mediados de la cumbre llegue Greta Thunberg tras haber desembarcado de su periplo en velero cruzando el Atlántico Norte. El otro día decía que Greta se ha convertido en el símbolo de una generación que exige que mantengamos un planeta habitable. Decía también que ese símbolo no va solo sino que, obviamente, lleva una infraestructura de agrupaciones que permiten que haga lo que hace. Tras la columna discutí con personas y he escuchado a más de un tertuliano que sabe de todo que me indicaban que Greta no hace nada, que solo es una niña enfadada, que su postura es la de echar la culpa a los otros, que hay mucha gente que está haciendo cosas y no salen en los medios, que hay detrás de ella intereses, etc, etc… Como ya advertí, el problema de Greta no es lo que está criticando, sino que la respuesta a ella es la de hablar de ella, de su persona y de su ambiente. Pero en cierto modo Greta y todas las Gretas del mundo son aquella niña no se corta en señalar al emperador irritando a la sociedad que prefiere no percatarse de su desnudez. Puede que sí, que sea cierto que el aporte de Greta a este problema simplemente sea el mostrar enfado y el de arrastrar a jóvenes como ella por empatía despertando tan solo emociones. Pero todo movimiento necesita de un Sinsajo que levante emociones. Y eso nunca ha dejado de ser útil. 

Pese a todo aún hay muchos que siguen negando la evidencia. Su argumento más poderoso es el que los cambios climáticos han ocurrido siempre. No seré yo quienes les lleve la contraria en eso. Pero cuando dicen eso no tienen en cuenta que esos cambios climáticos conllevaron cambios evolutivos en las especies afectando incluso al ser humano. Parece que nuestros ancestros tuvieron que migrar de su Edén particular en unos lagos de África cuando el clima cambió. El Homo sapiens sobrevivió a esos cambios, pero otros Homoy algunas especies algo más lejanos sucumbieron a la presión evolutiva. Al parecer, esa parte de la historia no importa tenerla en cuenta. Nuestros antepasados se aprovecharon de la inexistencia de competidores de otras especies y así fueron ocupando ecosistemas aquí y allá hasta llenar la Tierra. Pero ahora ya no hay más huecos y los casi 8000 millones de humanos no tienen donde migrar si la presión climática los empuja. Bueno, tal vez sí tengan donde migrar. Lo harán a las tierras vecinas donde otros humanos se protegerán de la invasión migratoria y posiblemente acabemos como tantas otras veces en la historia del ser humano. Al tiempo. 

Lo que está claro es que se nos acaba (yo creo que se ha acabado del todo) el tiempo para que lo que hagamos sirva de algo. Y para ello hay que tomarse en serio el cambio climático y hacer cosas. Hay gente que está haciendo cosas, lentamente, comprobando, confirmando, proponiendo; pero haciendo cosas aunque sin tanto tirón mediático. Boyan Slat es una de esas personas que, basándose en las barreras anticontaminación usadas en vertidos marinos, ha diseñado un prototipo para ir retirando el plástico del mar. Aparte de cambiar el clima hemos llenado de basura prácticamente todo lo que tocamos y especialmente el mar. El plástico se acumula en ciertas zonas y Bojan diseñó una barrera para recogerla. El prototipo usado en el Pacífico fracasó en los primeros intentos pero lo rediseñaron y reforzaron. Parece que actualmente ya funciona e incluso se están haciendo nuevos diseños para retirar el plástico oceánico. Así es como podemos ir mejorando, probando, resolviendo fallos y mejorando. Supongo que los Estados saldrán diciendo que no hay dinero o cosas por el estilo para no implicarse seriamente en estos proyectos. Yo aquí les propongo una cosa, detraigan del presupuesto de defensa los costes de de tener bailando a los barcos militares por todos los océanos. Hagan menos maniobras con cientos de barcos y usen ese dinero para llevarlos junto con otros más efectivos a limpiar el plástico que flota en nuestros mares. Dinero seguro que hay, voluntad me temo que poca. 

Respecto a las emisiones de gases de efecto invernadero yo dejaría un poco al margen a la cabaña bovina ya que no creo que las pobres vacas tengan mucho la culpa de lo que pasa. La clave está en reducir enormemente la emisión de COpor la quema de combustibles fósiles. En la revolución industrial, el ser humano comenzó a devolver a la atmósfera aquello que la naturaleza había enterrado en el subsuelo en forma de carbón y petróleo. Ricos en energía, los combustibles fósiles han impulsado tecnológicamente al ser humano hasta el momento actual. Pero todo tiene sus pros y sus contras y aquí la contra es que cuanto más quemábamos, más subía el COambiental y más caliente se volvía el planeta. Para hacer algo eficiente hay que cortar de raíz. Y no vale con cambiar los coches por vehículos eléctricos ya que, si la electricidad se sigue produciendo quemando carbón, estamos en las mismas. Necesitaríamos más energía para alimentar al coche eléctrico y a los aires acondicionados para enfriar el ambiente de casa en un verano cada vez más largo, con lo que, al final, el saldo no es tan positivo.

Está claro, por tanto, que hay que eliminar la producción de energía eléctrica quemando carbón o petróleo. Y ahí tenemos otro problema. Las fuentes de energía renovables es una posibilidad, pero no son tan eficientes para hacerse cargo de toda la producción eléctrica ni tan constantes como para asegurarla. Y eso nos lleva a la única forma que conocemos actualmente de producir energía sin emisiones de CO2: la energía nuclear. Ya hay países como Suecia que ya han tomado cartas en el asunto y van a aumentar su número de centrales. Podemos tender a aumentar la producción eléctrica con renovables, pero eso va a ser lento y no asegura la producción al 100%, y menos aún con una población reclamando más energía para sus vehículos y su tecnología. La nuclear es, a día de hoy, la única alternativa que asegure que la reducción de emisiones por la generación de electricidad se hace rápidamente. Pero eso seguro que tampoco va a gustar a muchos.

Otra opción es diseñar mecanismos para volver a fijar el COe ir retirándolo de la atmósfera. En el MIT está diseñando mecanismos para hacerlo, pero la naturaleza ya lo hizo hace tiempo. Se llaman organismos fotosintéticos y pueden ser de mucha ayuda. Desde las cianobacterias hasta las plantas pasando por las algas unicelulares y pluricelulares, todos ellos toman el CO2de la atmósfera y lo incorporan a su materia orgánica. Pues entonces, ¿a qué esperamos? ¡Usemos estos organismos para retirar el CO2de la atmósfera! De hecho hay personas como Sebastião y Léila que como Elzéard Bouffier del libro 'El hombre que plantaba árboles', de Jean Giono, han repoblado todo un valle con 2 millones de árboles lenta pero efectivamente. Así que solo tenemos que hacer lo mismo, volver a hacer que las plantas repueblen lo perdido y no devolver ese COfijado al ambiente quemando rastrojos o restos de poda. Pero los Estados prefieren seguir quemando el Amazonas y viéndonos impotentes ante los grandes incendios de California, Galicia, Portugal, Rusia o Australia. Y esa es otra gran fuente de COambiental.  

Así que, o tomamos medidas drásticas, efectivas, bien pensadas y controladas o nos tendremos que atener a las consecuencias. Y recuerden, las circunstancias no se adaptan a uno, es uno quien se tiene que adaptar a ellas. Cuando las desembocaduras, marismas, deltas y demás zonas bajas se vayan inundando, cuando la manga del Mar menor deje de ser manga, cuando Venecia tenga que ser visitada con barca los 365 días del año, cuando la primera línea de playa pase a estar en el centro del pueblo o de la ciudad, cuando los huracanes alcancen valores fuera de la escala o vengan a sitios poco frecuentes e inusuales, cuando las sequías duren años y la gota fría acabe con los cultivos año tras año, cuando el verano dure 6 meses; ya será tarde y solo tendremos la opción de intentar adaptarnos en un mundo superpoblado y con recursos limitado. Mucho me temo que la solución no será muy civilizada. Suerte.