Opinión

No, el coenzima Q10 no es un cosmético

Si les pidiera que me dijesen para qué sirve el coenzima Q10, la mayoría de ustedes me dirían que es eso que se les echa a las cremas para las arrugas y el envejecimiento. Y no estarían equivocados, así es. Pero no, el coenzima Q10 no es un cosmético ni sirve para quitar las arrugas. De hecho, que yo sepa, ese efecto aún no ha sido totalmente demostrado. Pero lo que la mayoría de ustedes desconoce es que sin el coenzima Q (en sus diversas variantes) no podríamos vivir, ni nosotros ni ningún otro organismo en este planeta. Y eso es porque el coenzima Q es una molécula esencial para la obtención de energía en los organismos.

Entonces, ¿qué es y para qué sirve? El coenzima Q es un lípido formado por una cabeza polar que es la que reacciona y con una cola que es la que le confiere la característica de lípido. La cabeza polar proviene de un aminoácido, la tirosina, mientras que la cola hidrofóbica proviene de la misma ruta que fabrica el colesterol en nuestro cuerpo. El coenzima Q, que en los humanos tiene una cola con 10 unidades y por eso se llama coenzima Q10, tiene propiedades para reducirse y oxidarse. Como no quiero aburrirles demasiado les diré por último que el coenzima Q10 cumple con dos funciones esenciales en nuestro cuerpo, la de intervenir en la fabricación de energía y la de proteger a las células frente a los radicales libres.

Estas dos funciones hacen que esta molécula sea extremadamente valiosa para la vida ya que si no pudiésemos fabricar la energía que necesitamos y las células no se pudiesen proteger frente al daño oxidativo, no podríamos vivir o moriríamos rápidamente. De hecho, una serie de enfermedades raras se deben a la falta de capacidad de nuestras células para sintetizar el suficiente coenzima Q10. Nuestras células fabrican la energía que utilizamos en forma de una molécula que todos los organismos vivos de este planeta utilizan, el ATP o adenosín-trifosfato. Pues bien, esta molécula se sintetiza mayoritariamente en un compartimento dentro de las células, las conocidas mitocondrias. Por ello, cuando no se puede fabricar coenzima Q10 porque alguna de las hasta ahora 12 proteínas implicadas en su fabricación falla, tenemos una enfermedad mitocondrial. Por lo general, la deficiencia para sintetizar coenzima Q10 produce ataxia (o descontrol de los movimientos), deficiencias musculares, sordera y deficiencias en el riñón. Llevamos años estudiando diversas mutaciones que provocan esta carencia y todas ellas provocan graves daños a edades muy tempranas. Este hecho demuestra la importancia que esta pequeña molécula tiene para nuestro cuerpo.

Pero esta molécula también muestra importantes efectos en personas sanas. De hecho, hasta el momento se ha demostrado que el coenzima Q10 es una molécula importante en la actividad del sistema inmunitario, en la prevención de la pérdida de músculo, en la actividad del riñón, en la actividad cerebral y la coordinación corporal, probablemente en el Alzheimer y en la fertilidad y, en general, en el proceso de envejecimiento. La mayoría de las evidencias a favor del papel del coenzima Q10 en todos estos procesos provienen de modelos animales pero los datos dan a entender que en seres humanos también ocurre de la misma manera.

Hace unos días tuve la oportunidad de compartir con otros dos científicos y tres cardiólogos una jornada para presentar el importante papel del coenzima Q10 en la prevención y tratamiento de enfermedades cardiovasculares. Los estudios realizados hasta el momento demuestran que esta molécula es importante para la recuperación del corazón tras un infarto de miocardio mejorando la reparación del músculo dañado y la de los vasos sanguíneos afectados. Por otro lado, esta molécula también se encuentra en las partículas que transportan el colesterol por nuestra sangre y las protege de la oxidación. Teniendo en cuenta que la oxidación del conocido como colesterol malo (LDL) es uno de los factores más importantes para el desarrollo de la placa de ateroma que finalmente provoca el colapso de los vasos sanguíneos causantes de infartos de miocardio o cerebrales o de hictus, el mantenimiento de niveles altos de coenzima Q10 en nuestra sangre es importante para reducir el riesgo de sufrir estas enfermedades mortales.

Aunque existe controversia al respecto, parece que los niveles de coenzima Q10 en nuestro cuerpo descienden durante el envejecimiento. Este descenso podría ser uno de los factores que influyen en el deterioro general del cuerpo afectando tanto al músculo como al sistema inmunitario, tanto a la capacidad cerebral como al desarrollo de enfermedades cardiovasculares. Afortunadamente, parece que nuestro cuerpo es capaz de regular estos niveles y de mantenerlos más altos cuando se mantiene activo. Hace unos años encontramos que en personas mayores, la mayor actividad física estaba asociada con unos mayores niveles de coenzima Q10 en la sangre y, lo más importante, con menor daño oxidativo sobre el colesterol. Además, también descubrimos que un mayor sedentarismo y la obesidad repercutían negativamente con menores niveles de coenzima Q10 en la sangre y mayores niveles de oxidación de colesterol con lo que aumentaba el riesgo de sufrir una enfermedad cardiovascular.

Pero hay otro aspecto importante de esta molécula. Las estatinas son unos fármacos masivamente utilizados en la población, y especialmente en la población mayor, para regular los niveles de colesterol. Las estatinas inhiben la actividad de la primera proteína que interviene en la larga cadena que conduce a la síntesis de colesterol a partir de pequeñas moléculas que se producen en el metabolismo celular. Lo malo es que ya que el colesterol, el dolicol, modificaciones sobre las proteínas y el coenzima Q10 comparten esta misma parte de las reacciones, todos ellos se ven afectados y, especialmente, el coenzima Q10. Hasta el momento, los estudios no están claros pero no podemos descartar efectos de las estatinas sobre el coenzima Q10 y las evidencias indican que el uso crónico de estos fármacos pueden afectar a la cantidad de coenzima Q10 en músculo a tenor de la aparición de problemas como fibromialgia asociada a estatinas. Por ello, algunos estamos seguros de que la suplementación con coenzima Q10 sería beneficiosa para las personas tratadas crónicamente con estatinas.

Con estas pinceladas sobre el papel del coenzima Q10 en nuestra salud creo que les he ofrecido suficientes argumentos para considerar a esta molécula algo mucho más que un cosmético y que su posible uso como suplemento en estados carenciales, tratamientos crónicos con estatinas o durante el envejecimiento debería ser tenido en cuenta seriamente especialmente en aquellas personas con mayor riesgo, es decir, más sedentarias y con mayor peso. Espero que a partir de ahora consideren a esta molécula algo más que un simple cosmético y hagan lo posible para mantener sus niveles lo más altos posibles para que tengan una vida larga y sana.