Opinión

Malos tiempos para la lógica

Les copio parte del título de su canción 'Malos Tiempos Para la Lírica' a Golpes Bajos para intentar mostrar en esta columna la cantidad de cosas que se están difundiendo a causa del coronavirus que son ilógicas, inútiles, -peor aún-, perjudiciales, e irreflexivas. Y añadiré también una crítica a los que critican todo lo que se hace sin tener ni idea de nada. Hay miles de personas que están todos los días buscando soluciones, pero para los críticos es como si no supieran lo que hacen. Comenzaré por esto último.

Lo fácil ante un problema es quedarse quieto y decir "la culpa es de tal o de cual". En las últimas semanas se ha rescatado una figura del 'Capitán Aposteriori' de la serie South Park. Un héroe que viene a decirnos lo que se debería haber hecho, pero una vez que todo ha pasado. Debe ser el héroe más aclamado de la historia a la vista de la cantidad de seguidores que tiene actualmente. El trabajo de este capitán es fácil, muy fácil. Lo complejo es ponerse delante del problema y buscar soluciones, analizar los datos y tomar decisiones a sabiendas de que puedes equivocarte o de que algo nuevo e imprevisto te estalle delante de las narices y tengas que modificarlo todo 'a la prisa y corriendo'. Lo difícil es tomar las riendas del problema para intentar solventarlo. Para los científicos ésta es nuestra situación habitual. Lo hacemos cuando elaboramos hipótesis, hacemos comprobaciones o experimentos, analizamos los resultados y decidimos si nuestra hipótesis es buena o hay que tirarla a la basura. Ningún capitán de éstos hará nunca ninguno de estos ejercicios, es demasiado costoso para su actividad neuronal. Puede que ser 'Capitán Aposteriori' deje muy tranquilo, pero no soluciona nada. Cuando se va, el problema sigue ahí.

Lo que sí van a encontrar es a muchos políticos seguidores del capitán. Políticos que no movieron un dedo en ningún sitio,, pese a tener responsabilidades antes de la pandemia y que ahora piden que otros los hubiesen movido por ellos. Políticos como el Sr. Casado, que ha pasado en tan sólo poco más de un mes de acusar al presidente Sánchez de parapetarse detrás de los científicos a decir que miente al decir que el coronavirus se dispersó camuflado entre la gripe y traído por el turismo,  cuando todos los datos que se tienen aquí y en otros países indican que así ocurrió a principios de febrero. El Sr. Casado insulta cuando lo que critica va en contra de los estudios genéticos y epidemiológicos que se están haciendo. Y les aseguro que la genética del virus sí que no miente. Pueden mentir aquéllos que la malinterpretan, pero los datos son muy claros. El virus entró en España por los principales focos turísticos y ya estaba circulando a principios de febrero igual que en el resto de Europa. Pero claro, seguro que los políticos tendrán sus propios informes, que usan en sede parlamentaria, sin pudor alguno a sabiendas de que son de una página web de un grupo de contables de Australia sin verificación científica alguna.

En este aspecto, los 'estudios científicos' que se esgrimen en la trifulca política recuerdan a los estudios que utilizan los grupos antivacunas o antiglifosato o anti5G o anti-lo-que-sea. Encuentran un estudio con aspecto científico y lo utilizan como altar de la verdad para justificar su creencia de tinte más religioso que científico. Lo malo de todos estos 'estudios científicos' es que soólo sirven para confirmar las creencias, pero no sirven para solucionar nada más ni para ofrecer ninguna solución a ningún problema. Su valor como base para proponer soluciones es nulo, inválido, inútil y su lógica es inexistente.

Está claro que en la lucha política la lógica y los argumentos basados en datos científicos pasan a la dimensión desconocida y lo que prima es levantar los sentimientos y soltar eslóganes cuanto más duros y agresivos mejor. Tachar al contrario de traidor, mentiroso, embaucador, etc, etc… levanta los ánimos de las huestes que no dudarán en difundir las ocurrencias de los tweets o de las frases fáciles y digeribles a todo el universo de la red social y a la velocidad del rayo. Los sentimientos hay que alimentarlos y la razón la dejamos en el rincón de pensar hasta después de las elecciones. Lo malo es que el castigo reservado a la razón hace que las posibles soluciones no salgan o lo hagan muy tarde. Si no se pone a la lógica por delante del sensacionalismo estamos abocados a un fracaso estrepitoso. Pero lo que mola es atacar a los expertos, pedirles su 'pedigrí' científico para denostarlo después y ahondar en sus 'errores'. No vaya a ser que hagan lo que saben hacer y fastidien una buena estrategia de acoso y derribo político.

La falta de lógica ha llegado a tal extremo que los avances científicos se tergiversan a voluntad. La comunidad científica se ha quedado petrificada ante la comparecencia de Donald Trump recomendando que se estudie el uso de inyecciones de desinfectantes o de luz solar o ultravioleta dentro del cuerpo para curar el virus. Según el alto dignatario, si el virus muere en unos segundos con los desinfectantes o con la luz solar, puede curar rápidamente, aunque ha obviado lo que diría la lógica, que primero mata al virus en unos segundos y en los siguientes segundos te mata a ti. Pero lo más sorprendente es que ha habido seguidores que han tomado sus palabras como ciertas y se han intoxicado.  Aunque antes, otros lo habían hecho con la sugerencia sobre la cloroquina como tratamiento. No sé si la pandemia es de coronavirus o de estupidez supina. Me cuesta entender que alguien pueda inyectarse un desinfectante o tomar medicamentos sin control. Pero la lógica no parece estar de moda, ya lo he dicho antes.

Tampoco hay mucha lógica en la cantidad de información referente al origen del SARS-CoV-2 que estamos recibiendo y la mayoría intencionadamente falsa. Han proliferado los bulos que asocian el origen del virus con un laboratorio de Wuhan. Sí, ya sabemos que hay un laboratorio que experimenta con virus allí, en Wuhan, igual que los hay en múltiples lugares del mundo que también investigan con virus, unos 3.700 en total nada menos. Aunque eso no quiere decir que el virus se haya creado allí o que sea producto de ninguna manipulación. Por mucho que se ha buscado en el genoma del virus, lo único que se encuentra es una evolución natural, pero esta información importa bien poco a quienes ya han establecido una culpabilidad o les importa bien poco las evidencias. No importa que los científicos del Smithsonian de Washington y de la Universidad de California también hayan estudiado coronavirus en murciélagos en Myanmar. No importa que los coronavirus tengan tendencia a saltar de especies o que sean muy abundantes en los murciélagos o que el genoma de uno de ellos sea muy parecido al que nos afecta ahora. Los datos científicos no importan, que los datos científicos no te estropeen una buena torpeza, conspiración o encubrimiento. Especialmente si la conspiración alimenta a las huestes de creyentes en busca de culpables. La lógica ha muerto, viva la lógica.

Muchos te discuten los datos científicos usando la famosa navaja de Ockham, que establece que 'Cuanto menos se supone, mejor', es decir, que ante una explicación, la más fácil es la más probable. Pero en este caso, hay que suponer mucho y poco lógico para atribuir el origen artificial al virus que asumir que la naturaleza puede hacer estas cosas. La ciencia no es impermeable a tanta presión y demasiados estudios científicos se están publicando sin control y sin verificaciones adecuadas y pueden alimentar la controversia y la especulación. El pensamiento más lógico es pensar que la naturaleza de los virus permite que pasen de unos organismos a otros como ya ha hecho varias veces, lo queramos o no lo queramos. Es ilógico no tenerlo en cuenta. Si no lo hacemos, la naturaleza volverá a golpearnos cuando menos lo esperemos una y otra vez.

A nivel doméstico la lógica salta por los aires cuando se producen las discusiones sobre las medidas. Nadie se pone de acuerdo en nada. La tirantez para decidir qué hacer en unos días es evidente. Tenemos de todo y para todos los gustos. Tenemos mamparas para separar comensales dentro de una mesa en un restaurante, como si las partículas de saliva no fuesen a dispersarse rápidamente como demuestran los modelos matemáticos. Tenemos gente paseando por la calle y en sitios cerrados con las mascarillas por debajo de la nariz. Tenemos personas con mascarillas en sus propios coches. Tenemos políticos pidiendo relajación de las normas, pero sin planes para controlar esa relajación y prevenir futuros brotes. Tenemos propuestas de volver a los colegios, pero sin planes para desinfectarlos o prevenir el contacto. Tenemos peticiones de muchas administraciones públicas para todo, pero sin procedimientos o reglas para ello. Y para esto hay que tener procedimientos, planes, previsiones basados en datos y análisis científicos. Dudo que muchos los tengan y si los tienen tendrán que revisarlos día a día para poder llevarlos a cabo y atender a los imprevistos, que los habrá. Más o menos como se está haciendo ahora y siguiendo las indicaciones de los expertos que saben contra lo que nos enfrentamos. Y si no lo hacen así acabarán (acabaremos) fracasando.

La lógica nos dice que el virus volverá, no se va a extinguir así como así. Las vacunas tardarán, aunque se está haciendo un esfuerzo denodado para tenerlas en breve. Del éxito de éstas y de tratamientos efectivos depende volver a una normalidad sin vigilancia extrema. Mientras, la lógica nos dice que deberemos atender a los síntomas, buscar herramientas para detectarlos e impedir la dispersión, los centros sanitarios de asistencia primaria deberán desarrollar protocolos que permitan el control de los posibles casos, su verificación y, en su caso, el confinamiento vigilado. Para ello hace falta seguir las instrucciones de los expertos, dejarnos de bulos y de propaganda barata, hacer que la gente que sabe y tiene experiencia tome las decisiones y que nos ayuden con su conocimiento. Cualquier otra discusión al respecto es ilógica y nos aleja de la solución más eficiente.

Recuerden, quienes deciden son los que pueden equivocarse, quien se encuentra en una posición en la que no puede decidir, nunca se equivoca, pero tampoco aporta soluciones. Si quieren seguir a quienes critican, pero no aportan nada, háganlo, es su derecho a elegir libremente. Pero cuando elijan, háganlo sabiendo y utilizando la lógica, no dejándose llevar por los sentimientos más viscerales. Si dejamos la lógica de lado, nos alejamos de la solución y agravamos el problema.

#YoMeQuedoEnCasa, #NosotrosNosQuedamosEnCasa.