Opinión

Crónicas vampíricas

Dice la letra de la famosa Zarzuela 'La verbena de la Paloma” escrita por Ricardo de la Vega con música de Tomás Bretón, aquello de "hoy las ciencias adelantan, que es una barbaridad. Es una brutalidad, una bestialidad, una bestialidad". El tema trataba sobre los cambios en la aplicación del aceite de ricino y otros tratamientos de la época. En aquella época de 1894 los antibióticos no existían y la gran cantidad de fármacos de los que disfrutamos ahora ni siquiera podían ser concebidos por los químicos. La tecnología adelantaba con las máquinas a vapor y quedaba mucho para la gran explosión tecnológica sobrevenida con la llegada de los antibióticos, los remedios contra múltiples patologías crónicas y, por qué no, las computadoras, internet o los teléfonos móviles. Seguro que Ricardo de la Vega pensaría que se quedó muy corto en sus adjetivos.

Con los adelantos de nuestra época llega el aprovechamiento de la ciencia para el negocio. Cualquier noticia sobre posibilidades científicas contra algún padecimiento humano tiene rápidamente un reflejo mercantil. Tanto más cuanto más dramático y mediático es el padecimiento. Basta con leer la cantidad de veces que los medios han indicado que se ha encontrado un tratamiento para el cáncer cuando el avance era uno más de muchos experimentos desarrollados aún en placas de cultivos o en animales modelo. De estos procedimientos hasta el tratamiento en humanos quedan todavía muchos pasos más y muchas comprobaciones, pero la necesidad de noticias manda. Esto abona el campo a quienes aprovechan el sufrimiento de los enfermos para sacar rendimiento económico a base de tratamientos inútiles. No voy a insistir más en lo que ya he defendido en esta columna sobre la peligrosidad de los tratamientos naturales, alternativos o carentes de ninguna lógica que se aplican al cáncer. Pero permítanme invitarles a leer otra opinión de una oncóloga británica que ya casi tira la toalla con sus pacientes y lo único que le queda es mantenerlos lo mejor informados posible. Luego que ellos decidan.

La columna de hoy no va sobre cáncer, va sobre envejecimiento y los tratamientos milagrosos y costosos que se proponen. El envejecimiento es uno de los ámbitos de la salud donde más negocio hay, desde la cosmética hasta remedios herbales, nutricionales e inclusos físicos. Otro día hablaré de la cosmética y el uso y abuso de reclamos inútiles para evitar el envejecimiento. Hoy me voy a centrar en una noticia que helaría la sangre a cualquiera. En El Español, a finales de enero, se publicaba una vampírica noticia en la que se decía que entre las grandes empresas de Silicon Valley, había nacido una práctica rejuvenecedora basada en recibir transfusiones de sangre procedente de gente más joven. Lo que Drácula y Lestat el Vampiro ya conocían, llegaba a las tecnológicas de las apps: la vida eterna a través de la sangre. Y no se crean que es una tontería de uno de los millonarios de las empresas tecnológicas, no. Hay una empresa y un negocio detrás en forma de 'start-up' o, lo que es lo mismo, empresa para productos y servicios muy innovadores. Y tanto. Se llama Ambrosia Health, y por un módico precio de 8.000 dólares por litro de plasma (y si quieren dos litros, por 12.000 dólares, con descuento para la segunda unidad como si fuese un gran almacén). Y no se crean que es para personas muy mayores. Se ofrecen para mayores de 30 años y el plasma vendrá de jovencitos de entre 16 y 25 años. Digo yo que entre los 25 y los 30 años no es que haya mucha diferencia, pero el negocio es el negocio y cuanto más amplio sea el abanico, mejor para el negocio. Ya sabemos que cuando se cumplen los años terminados en cero pues sobreviene alguna crisis que otra. Pero que haya una crisis tan grave como para que te tengas que poner plasma de jovencitos cuando cumples 30 es algo exagerado, ¿no creen?

Así que ya tenemos un nuevo elixir de la juventud, 'sangre de jovencito o jovencita sana y contrastada'. Sólo falta que venga con pedigrí y caracterizada por géneros y etnias. Pero no se extrañen, ya que la idea no es nueva. Ya he comentado que entre los personajes más longevos del ideario humano tenemos a los elfos y a los vampiros. Los primeros no sabemos muy bien lo que comían, pero los segundos rejuvenecían succionando yugulares de otras personas. Este tipo de prácticas se parecen a lo anunciado por Aldous Huxley en su 'Mundo Feliz' o, mejor aún a lo profetizado en 1973, en una película francesa de Alain Jessua y protagonizada por Alain Delon titulada Tratamiento de choque. En esta película se presentaba (cuidado spoiler) un balneario de pudientes miembros de la sociedad francesa en el que tomaban tratamientos de rejuvenecimiento a base de sangre y tejidos de jóvenes bien parecidos y parecidas de otro país. Supongo que Ambrosia Health pagará por el plasma un buen dinero. Eso sí, seguro que bastante lejos de los 8.000 dólares por litro que cobran. Y espero que no tengan previsto crear una granja de jovencitos para tener suministro asegurado.

Aparte de la literatura y el cine, qué base científica, si es que la tiene, utiliza esta empresa para ofrecer su servicio. Y el caso es que sí hay base científica, pero utilizada de una forma algo torticera. La base científica se llama parabiosis. La parabiosis en el término que se utiliza en este caso consiste en conectar a un organismo con otro a través de sus sistemas sanguíneos. Sería como crear organismos como si fuesen siameses pero de forma artificial. Hace unos cuantos años se realizaron unos ensayos con ratones en los que se conectó un animal viejo con otro joven. Los resultados demostraron que los componentes de la sangre procedentes del organismo joven mejoraban los parámetros fisiológicos del organismo viejo y parecía que todo rejuvenecía. Por el contrario, el organismo joven parecía sufrir problemas asociados a la edad. Estos experimentos demostraban que en la sangre se vehiculan una serie de hormonas, proteínas, señalizadores que están asociados con las respuestas fisiológicas al envejecimiento. Algo nos rumiábamos nosotros cuando en 2006 encontramos que el plasma de ratones sometidos a restricción calórica (un método antienvejecimiento) mejoraba la actividad energética de las células en las placas de cultivo.

Los experimentos han seguido y hay todo un compendio de resultados que demuestran que hay factores en la sangre de organismos jóvenes que pueden mejorar la actividad de los organismos viejos. Hay mucho que investigar para determinar si podemos aprender sobre este asunto. Sin embargo, el mercado ya está funcionando. Pasa con cualquier sustancia antienvejecimiento que tenga algo de posibilidad, basta un descubrimiento para que pase al mercado sin muchas pruebas. Como, por ejemplo, el uso de ciertas sustancias en cremas antienvejecimiento cuando ni siquiera se han realizado estudios sobre su efecto en la piel. Piensan, si son antienvejecimiento, deben servir para todo. Aunque, créanme, la biología no funciona así. Tomen nota, se abre un mercado nuevo, si es joven y alguien les pide unos litritos del plasma, que se los pague bien. Los millonarios que no quieren envejecer van a pagar un buen pico por ellos, así que aprovéchense.