Opinión

Las conspiraciones y su falta de lógica científica

Si nos atuviésemos a todas las conspiraciones planetarias a las que nos dicen que estamos sometidos, sería como para quedarse en la cama y no salir. Aunque tal vez esa sensación inducida fuese también la consecuencia de una nueva conspiración de vendedores de colchones y de las grandes multinacionales del entretenimiento y sus plataformas llenas de series interminables. Quien sabe, lo mismo meter miedo a salir es para que gastemos más en colchones y en streaming. 

La ciencia no es ajena a los devaneos de los que creen que todo lo que nos rodea es fruto de una conspiración. Parece que en el momento de la historia humana en el que cualquier información está disponible con un click en cualquier aparato con pantalla, el mayor acceso jamás concebido a la información, se convierte en el mayor problema. La red, aparte de permitir un enorme acceso a la información, se ha convertido en un enorme cubo lleno de basura informativa creada ex profeso o tergiversada de manera interesada para que refuerce creencias o tribulaciones conspiranoicas de grupos que se autoalimentan con sus propias fuentes y delirios.  

Cuando tratamos hechos históricos, los no creyentes en la versión "oficial" suelen venir con el tiempo, casi nunca de personas que fueron testigos directos del hecho que se está cuestionando. Aquellos que buscan pruebas nuevas y explicaciones sobre hechos contrastados suelen aparecer años, incluso generaciones, después del hecho que ponen en duda. Curioso, como poco. Por eso llama la atención que entre los terraplanistas tengamos a un joven futbolista de un equipo de barrio que niega que el hombre haya subido al espacio y acusa al Ministro Pedro Duque de impostor por ser astronauta. Eso sí, publicidad no le falta al muchacho. ¡Qué va a saber Erastótenes con sus palitos, sus pozos y cálculos matemáticos en una época donde ni siquiera sabemos cuántos seguidores tenía en el ágora de su pueblo! Lo malo es que hay quien quiere demostrar que la Tierra es plana lanzándose en un cohete casero que no subirá más de 1000 metros (o menos) para hacer una foto. Cuando volamos en avión nos dicen que estamos más o menos a 10.000 metros de altura y parece que se ve algo de curvatura, pero a 1000 metros que dicen que puede subir el cohete casero me parece que poco se va a ver. Eso sí, hará la foto, si sobrevive a la caída, y sus seguidores la compartirán por miles para demostrar que a 1000 metros, la Tierra se ve plana. Y no lo dudo, a 1000 metros, plana planísima, es lo que tiene la falta de perspectiva. Pero hace poco Félix Baumgartner retrasmitió su salto desde la estratosfera y se ven unas imágenes preciosas de la curvatura de la tierra desde casi 40.000 metros de altura, creo que con eso podría valer. Pero ellos tienen sus propias fuentes, no lo duden y lo que vemos no son más que engañifas de la NASA, la ESA, las agencias espaciales rusas, indias, chinas, israelíes y cualquier otra que haya enviado algún astronauta, una conspiración como una casa. ¡Quién va a saber más que un futbolista de un barrio de Madrid! 

Otra gran conspiración es la que nos engaña a todos con la llegada del hombre a la Luna. Hace unos días se cumplieron los 50 años de esa gesta del ser humano. Por lo que sabemos, somos la única criatura viva que ha sido capaz de salir de su planeta y llegar a otro, aunque sea un satélite. Pero con esta efeméride llegaron cientos de comentarios en las redes sociales sobre personas, la mayoría menores de 50 años, que consideran que esto no ocurrió y que todo es, de nuevo, una gran conspiración mundial con la NASA al frente. Sí, yo también he visto Capricornio Uno, pero de eso a creerme que Stanley Kubrick fue capaz de engañar a todo el mundo incluyendo a los técnicos de los sistemas de seguimiento del Apolo 11 por todo el mundo es para hacérselo ver. Claro que si la Tierra es plana, ¿para qué tener sistemas de seguimiento por todo el mundo? Pero si es una esfera (esferoide, que está achatada por los polos), entonces sí, cuando se pone la Luna por un lado, sale por otro y así la cosa se puede ir siguiendo sin perder la señal. Curioso lo que pasa con las esferas. Además, hasta los soviéticos reconocieron que el hecho había ocurrido y eso que andaban en una carrera para ver quién ganaba. Un excelente artículo de National Geographic (otra entidad con miles de personas que está en el ajo según algunos) desmonta tanta susceptibilidad con las imágenes del hombre en la luna. 

Pero si hay una conspiración mundial que entusiasma a los conspiranoicos, esa es la de las grandes industrias de lo que sea. Tenemos donde elegir: farmacéuticas, alimenticias o de compuestos químicos varios. Vamos a partir de algo obvio, quien quiere vender algo es el que paga la investigación. Es un hecho, no lo podemos dudar. Si ustedes montan una empresa y quieren hacer una investigación sobre el mercado, los potenciales consumidores, los efectos del producto que sea y su seguridad, es obvio que ustedes serán los que paguen por todos los estudios, informes, documentos que se necesiten para que su producto salga al mercado. ¿Quién va a pagar si no? Pues este es uno de los argumentos más usados contra las empresas y como los organismos de control son públicos (OMS, FDA, EFSA, etc), si algo sale al mercado y luego hay un problema, es que hay una conspiración. El argumento no puede ser más falaz, pero es el que se usa.

La ciencia se basa en hechos, en datos, en comprobaciones. Cuando un fármaco sale al mercado se han realizado estudios previos en laboratorio con células y animales y posteriormente estudios de seguridad y efectividad con seres humanos. El objetivo del fármaco es el de tratar una enfermedad y puede que no sea totalmente efectivo o que fármaco tenga efectos no esperados ni observados anteriormente. Y es evidente que el sistema no es perfecto. En Estados Unidos ha habido toda una crisis de excesivo uso de opiáceos que ha conducido a denuncias masivas y al pago de millonarias indemnizaciones. Igual ha pasado con el glifosato y con el café como he tratado en esta columna en su momento. Ya discutí la diferencia entre la verdad judicial y la científica en esta columna, así que no insistiré en lo real que puede ser el dictamen de unos bienintencionados ciudadanos en cualquier lugar de Estados Unidos. Y para muestra, en Estados Unidos también ha habido indemnizaciones de Red Bull por publicidad engañosa ya que algunas personas se creyeron en su literalidad el eslogan “Red Bull te da alas” y resultó que no era totalmente cierto y no se desarrollaban dichas extremidades. Piensen lo que quieran, a mí me da la risa. 

Lo malo es que todas esta conspiranitis están llevando a decisiones por parte de gobernantes que pueden bloquear el desarrollo como está ocurriendo con los transgénicos en Europa y en otros países o al bloqueo de avances en terapias de futuro como CRISP-CAS, o incluso al desarrollo de campañas de vacunación. Pero incluso esta conspiranitis puede hacer que medren pseudoterapias que se retroalimentan con la creencia de que existen mafias tras las grandes empresas que nos engañan y que tienen a sueldo a todo aquel que utiliza la ciencia para dar explicaciones. Quienes defienden terapias muy lucrativas como el reiki (con dos manos, una bata y unos cuantos ensalmos tenemos montado el negocio), la homeopatía (unas pildoritas de azúcar y mucha agua y ya tenemos el remedio e incluso una gran empresa tras ello), sustancias peligrosas como el MMS (que no es más que algo parecido a la lejía que se vende a granel por muy poco), o extractos de plantas como el Kalanchoe (que crece en cualquier rincón), suelen hablar mucho de mafias, de industrias y de conspiraciones. Pero, ¿no será que sus lucrativos negocios peligran si la cosa no funciona? ¿No es esto una verdadera conspiración? ¿Se tomarían ustedes una tisana con un conglomerado de yerbas si alguien les dijese que no sabe lo que hacen y que la mezcla es así porque era lo que tenía más a mano? ¿A que no? No se preocupen, no se lo van a decir, aunque tampoco encontrarán ningún estudio científico serio que les avale la efectividad.

Y finalmente tenemos la frase mágica, “lo que la xxxxx no quiere que sepan”. Pongan en la xxxxx lo que quieran. Huyan de quienes les digan algo por el estilo. Puede que disfracen sus páginas, blogs o plataformas de decenas de links, de publicidad, incluso de estudios científicos pero no encontrarán mucha información clara y veraz. Los antivacunas se basan en un estudio retractado y demostrado falso, pero no les importa nada las decenas de estudios posteriores con decenas de miles de personas que demuestran la seguridad de las vacunas y su nula relación con el autismo.  Los partidarios de la homeopatía fomentan estudios e incluso estudios de estudios (metaanálisis) que no superarían un escrutinio científico serio, pero les vale sin entrar en discutirlo, ni siquiera revisando los datos. Cualquier estudio científico vale para apoyar sus pretensiones, sin embargo, son incapaces de reconocer la valía de todos aquellos que no cuadran con éstas. La ciencia no funciona así y un simple estudio o una serie de ellos en una misma línea no demuestran la verdad, deben ser corroborados por otros grupos en otro contexto y por eso muchos estudios científicos no llegan a ninguna parte. Pero claro, los demás estudios que no apoyan lo que ellos dicen son aquellos que los conspiradores promueven y todos aquellos que trabajamos en esto estudios somos científicos a sueldo sin escrúpulos. Con ese pensamiento, todo solucionado.

Parece que muchas personas piensan que lo que ocurre en las pelis como Matrix, Capricornio uno o el Show de Truman, plasma la realidad. Desde antaño la vida ha debido parecerle al ser humano demasiado monótona, así que había que inventarse dioses que nos moviesen con los hilos invisibles del destino pero, a falta de éstos, en la actualidad nos hemos inventado grandes agrupaciones mundiales en la sombra con hombres de negro que nos dirigen desde alguna recóndita mansión o ático de un enorme edificio. Cualquier cosa con tal de no asumir la responsabilidad de las decisiones individuales del día a día. Y para esas decisiones debemos tener sentido crítico y no tragarnos lo primero que nos ponen por delante. Usen el sentido común y no se dejen engañar. Busquen información veraz y confíen en fuentes que sepan lo que dicen.