Opinión

Con el cáncer no se juega I Alcalinización

Según el informe de la Sociedad Española de Oncología Médica de 2016, la incidencia del cáncer en España ha subido durante los últimos años y seguirá subiendo durante los próximos años estimándose unos 250.000 nuevos casos en 2020. Un análisis precipitado podría llevarnos a pensar en que este aumento se debe al deterioro en nuestra calidad de vida, al aumento de la contaminación o a factores externos para así poder echarle la culpa a algo o a alguien, pero no, la respuesta es más bien simple y se encuentra en el envejecimiento de la población. Probablemente la población de la edad de piedra, la de la edad media o incluso la del siglo XIX no sufría la incidencia del cáncer de igual manera que nosotros por una razón lógica, la vida se acababa, por lo general, a los 20-30 años. De hecho, no encontramos muchas personas mayores de 40-50 años al principio del siglo XX. Pero hoy estamos ante un escenario muy diferente, la esperanza de vida al nacer llega a los 83-84 años y el grueso de la población dentro de unos 20 años se encontrará alrededor de los 64 años. El aumento en la longevidad aumenta la probabilidad de desarrollar enfermedades cardiovasculares, neurodegenerativas, metabólicas como la diabetes y neoplásicas o cáncer debido al deterioro general que el envejecimiento produce. Por ello, es normal que la incidencia del cáncer aumente en los próximos años, no hay ninguna conjura en el universo para que esto ocurra, es simplemente biología.

Los tres cánceres que presentarán mayor incidencia en los próximos años serán el de próstata, el de mama y el de colon, por razones bastante obvias. Los dos primeros están asociados con el sistema reproductivo y la dependencia de las células de las hormonas que lo controlan mientras que el último de los tres está asociado a nuestra dieta. Afortunadamente, los tres son muy conocidos y pueden detectarse tempranamente y afrontar, por tanto, un tratamiento con perspectivas de éxito. Pero hay otros cánceres que no tienen un futuro tan positivo por lo que la investigación sobre ellos y sus tratamientos deben ajustarse para poder aumentar el índice de éxito en estos casos.

Pero hoy no voy a hablar de los avances que han conseguido aumentar enormemente el índice de éxito en el tratamiento del cáncer, voy a tratar una de las grandes falacias que inundan la red sobre tratamientos o prevención del cáncer, basada en falsedades sin fundamento o en, lo que es peor, en medias verdades revestidas de supuestos datos científicos. Me refiero a la supuesta alcalinización de nuestra alimentación para prevenir o, peor aún, para tratar el cáncer. Lo primero que me llama la atención es eso de alimentación alcalina. ¿Qué diablos es eso? Supuestos médicos o científicos informan en las páginas web sobre los beneficios de una alimentación alcalina que elevarían el pH de nuestra sangre para así prevenir el cáncer. Pero, ¿algún estudio ha demostrado que tal alcalinización de la sangre ocurra tras alimentarse con estos nutrientes tal alcalinos? No, pero, ¿qué importa?, si ellos lo dicen es porque es palabra santa, ¿para qué mostrar datos?, la gente se lo traga. Total, el que nuestro estómago produzca ácido clorhídrico para digerir químicamente los alimentos importa poco.

Los predicadores de la alcalinización revisten sus páginas web de verdades científicas a medias para sacar tajada de un supuesto beneficio terapéutico falso. Si a ello le sumamos una pretendida lucha contra unos conspiradores mundiales aliados de las grandes farmacéuticas que nos hurtan la importante información sobre estos alimentos milagrosos alcalinos que les fastidiaría el enorme negocio que tienen, tenemos un estupendo caldo nutritivo para incautos que asumen las falacias de estos embaucadores como verdades absolutas.

Otra de las cosas más divertidas de estos mensajes consiste en ver cómo revisten sus indicaciones con supuestas investigaciones de un Premio Nóbel. En este caso el Dr. Otto Henrinch Warburg que ganó el premio en 1931 por su descubrimiento sobre la naturaleza y el mecanismo de acción de la enzima respiratoria. Al Dr. Warburg se le conoce más por demostrar cómo las células tumorales cambian su metabolismo para favorecer el proceso de duplicación celular frente al del mantenimiento celular, es decir, la proliferación frente a la función normal de la célula. Este cambio metabólico hace que las células tumorales acidifiquen el medio en el que proliferan consiguiendo, a su vez, dañar y eliminar a las células normales que viven a su alrededor. Los promotores de los beneficios de la alcalinización basan sus recomendaciones en este descubrimiento. Sin embargo, el cambio metabólico que sufren las células cancerosas no se va a modificar, ni por asomo, con supuestos alimentos alcalinos.

Y ¿qué es lo que dice la biología sobre este asunto? El conocimiento del metabolismo de las células cancerosas es uno de sus aspectos más conocidos. Estas células modifican su actividad metabólica para adaptarla a una situación de alta necesidad de nuevos componentes químicos necesarios para producir más y más células. Esta adaptación metabólica supone la degradación de la glucosa en grandes cantidades pero de forma parcial con lo que se produce ácido láctico que se libera al medio en el que crece la célula cancerosa. Si conseguimos modificar este metabolismo podremos ralentizar el crecimiento de las células tumorales y muchos fármacos actuales así lo hacen pero ningún supuesto alimento alcalino es capaz de modificar este metabolismo de la forma que los promotores de la alcalinización anuncian a bombo y platillo.

Aprovechando el conocimiento del metabolismo del cáncer aparece otra de las falacias de la dieta alcalina que propone una torticera modificación de la realidad biológica. Múltiples páginas indican que la falta de oxígeno en los tejidos acidifica el medio y en este medio ácido aparecen las células cancerosas avalando así el supuesto efecto preventivo de la dieta alcalina. Pero la historia no es así sino todo lo contrario: son las células cancerosas las que al crecer rápido crean masas celulares a las que llega poco oxígeno por falta de riego sanguíneo. Pero, además, sabemos perfectamente que las células cancerosas, aunque dispongan de oxígeno, realizan el metabolismo parcial que antes les he comentado que es el que acidifica el medio con ácido láctico con o sin oxígeno. Es decir, la acidificación es consecuencia del crecimiento celular y no su causa, por tanto, estas supuestas dietas tampoco podrían prevenir la aparición del cáncer.

Pero pese a que no hay ningún fundamento científico que avale el presunto efecto sobre el cáncer o sobre cualquier otra dolencia han florecido empresas que comercializan aguas milagrosas alcalinizadas e ionizadas para el tratamiento de cualquier enfermedad que se les ocurra a ustedes. Algunas de ellas bajo supuestos apoyos universitarios y revestidas de complejas indicaciones que mezclan reactividad, oxidación, antioxidantes, logaritmos y elementos con siglas indescifrables. He desistido en darles nombres o direcciones, no quiero ofrecerles publicidad gratuita, y sigan mi recomendación, no pierdan su tiempo en buscarlos: no merece la pena. Total, si alcalinizar fuese tan bueno para todo, con tomarse bicarbonato sódico, de venta a kilos en farmacias, tendríamos la solución para cualquier dolencia o incluso para el cáncer. ¿A qué no se lo creen? Pues eso, no se lo crean y tal vez vivan más tiempo y podrán gastarse su dinero en algo útil, como, por ejemplo, con una buena comida sana, nutritiva y sabrosa.