Opinión

Huida de España del Borbón Juan Carlos I

Efectivamente, después de la huida y exilio provocados por un Decreto de la II República Española, que puso a los Borbones de la época en la disposición de tener que entregar cuentas ante la justicia de entonces, decidieron huir al exilio. Y desde ese exilio en Italia, llamado por el general Franco, al frente de la Jefatura del Estado por un golpe de estado y tras una guerra civil de tres años, llama al pequeño Borbón, Juan Carlos de Borbón que entra en España a los 10 años de edad, como decimos ante el llamamiento de Franco para sucederlo al frente de la Jefatura del Estado.

Y llega el momento a los pocos días del fallecimiento de Franco, el 20 de noviembre del 1975, pero esta sucesión estaba ya pactada. Estaba pactada por las altas instancias del Estado, que estaban al frente del Movimiento en España y de la Falange, y tenían una posición aperturista para que todo continuara igual. La transición comienza en el año 1956 en el Congreso del PCE, con Santiago Carrillo al frente del mismo, donde se acuerda la política de reconciliación nacional.

Pero evidentemente, esa transición hay que controlarla, y efectivamente, las primeras cortes constituyentes, tras la disolución de las cámaras con la aceptación por parte de las mismas de la apertura del régimen franquista, da sucesión a unas cortes donde el Borbón Juan Carlos I elige a 50 diputados, que se llaman de designación real. Entre los que se encuentra el ilustre escritor franquista Camilo José Cela.

Esas cortes son las que dan origen a la constitución del año 1978. Efectivamente, tiene un baño de aire progresista, que se fundamenta en una serie de declaraciones de intenciones que después no tienen ninguna seguridad ni vinculación legal, como el derecho a la vivienda o al trabajo, pero que contiene lo fundamental: El régimen es una monarquía, eso sí parlamentaria; se consagra la economía libre de mercado, es decir, la economía capitalista, y el Jefe del Estado que evidentemente es el monarca a su vez es el capitán general de todos los ejércitos, los cuales están llamados a salvar la unidad de la patria, la estabilidad del régimen y poco más.

Hay que recordar que esa época, un día sí y otro también, había intentonas de golpe de estado, ruido de sables que les llamaban.

Pero también que el movimiento obrero en las fábricas, en los centros de trabajo, en las universidades, estaba en pleno vigor reivindicativo, y que los convenios colectivos realmente creaban condiciones más beneficiosas de vida para los trabajadores y sus familias, teniendo unas subidas salariales más acordes con los costos para sobrevivir que parecían los hogares españoles.

A eso había que ponerle freno, y se inventaron los Pactos de la Moncloa. Pactos que iban destinados a frenar el ímpetu de cambio que la clase trabajadora estaba demandando.

Entonces se hablaba de cogestión de las empresas y cuestiones parecidas, que se veían al alcance de la mano, dado el alto nivel de ideología que existía en los centros de trabajo.

CCOO, entonces dirigida por el PCE, y cuyos delegados venían de estar en el Sindicato Vertical del franquismo, se adhirieron, aunque no eran un partido político, incondicionalmente a esos pactos. UGT, que no tenía una incidencia real en el mundo del trabajo, guardó las formas y se mantuvo al margen.

Evidentemente, también negociaron el estatuto de los trabajadores, que en muchos aspectos representó un retroceso respecto a lo conseguido y arrancado por la clase trabajadora. Por ejemplo las indemnizaciones por despido improcedente las bajaron de 60 días por año a 45 días, la opción de la readmisión o la indemnización la dejaron en manos de los empresarios, y el despido se institucionalizó como libre, aunque de momento no como gratuito. En aquella época CCOO decía ya habría tiempo de luchar por mejorarlo... Hasta la fecha ha sido todo lo contrario.

La arquitectura del antiguo régimen había realizado la metamorfosis política, ya era una democracia. Todas las instituciones del Estado seguían en manos del franquismo, pero le habían añadido elementos que antes no estaban, aunque trabajaron por estar. CCOO y UGT conseguirían la representación institucional de los trabajadores y servirían al nuevo régimen. Ya lo hizo UGT en la dictadura de Primo de Rivera.

Se creó la base para que el bipartidismo se instalara en España, al más puro estilo norteamericano. Se creó un modelo sindical que convertía a los sindicatos en el seno de la empresa en pequeños parlamentos, olvidando la organización obrera, y fomentando el corporativismo y la división de la clase trabajadora, se puso coto a las reivindicaciones de la clase trabajadora y de los sectores progresistas de la sociedad. Se impuso el modelo sindical mayoritario que fue el bisindicalismo, y se destruyó desde dentro y desde fuera el único sindicato que podía protagonizar un cambio real y no una sucesión en el poder: La CNT.

Todo ello, cómo no, presidido por la monarquía borbona, a la que incluso se unen muchos falsos republicanos que ahora son Juan Carlistas, porque, según ellos, el Rey podría haber sido un buen presidente de la republica...

Dicho todo esto llegamos al golpe de estado del 23 de febrero. No olvidemos que cuando los guardias civiles entraron en el Congreso de los Diputados lo hicieron en nombre del Rey. Sabino Campos, Jefe de la Casa Real en aquella época, ha tenido la decencia política de describir exactamente lo que pasó. Y no pasó otra cosa que el Golpe de Estado estaba dirigido con el beneplácito del Borbón, Jaime Millán del Boch, teniente general de la Región Militar de Valencia, y el general Armada, hasta unos meses antes Jefe de la Casa Real y destinado a ser presidente de un gobierno de concentración nacional. El mismo que propone ahora Abascal con Felipe González al frente. Y toda la cúpula militar que rodeaban al Rey, incluido él mismo, estaban por poner orden en el País; su orden, evidentemente, que ya sabemos en qué consiste.

En aquel momento Sabino Campos fue el que le hizo recapacitar y salir a altas horas de la madrugada, recomponiendo su figura, en la televisión pública. Lo cual le ha servido, con la colaboración de todos los medios de comunicación, para salvar su imagen, artificialmente, hasta el día de hoy, y escribir una de las páginas más falsas de la historia contemporánea de España.

Lo peor de todo esto es que, a pesar de su disimulo, los partidos políticos lo conocían, y conocían el fin del golpe de estado: Crear un gobierno de concentración nacional, formado por todos los políticos del espectro parlamentario, salvo los independentistas e ilegalizar a HB, LAB, Intersindical Gallega y CNT. No hicieron absolutamente nada. Suárez sí intentó evitar el Golpe de Estado con su dimisión. Por eso después durante el resto de su vida estuvo repudiado por el Borbón.

No hablaré del clero, para qué, fiel aliado de todas las instituciones explotadoras del pueblo español.

Que en España no hay periódicos republicanos, decir, eso no es nada más que una evidencia. Porque los medios de comunicación, aún más que durante el franquismo, están con las instituciones heredadas del franquismo.

La censura, colaboracionista de la realidad, sobre todo sobre la monarquía, la reiteración propagandística de que la justicia es igual para todos, cuando todos sabemos en qué consiste la justicia española.

Lo que toda la prensa ha hecho que es ocultar los desmadres continuos y evidentes no sólo del Rey huido, sino de toda la monarquía, es algo, que en un país serio y democrático no se podría permitir. De hecho el Reino de España tiene escaso reconocimiento internacional, hasta tal punto, que a Puigdemont lo ampara la justicia europea, o que Otegui, después de pasar seis años y medio en prisión, ha sido absuelto por un juicio que ha evidenciado en los tribunales europeos la absoluta parcialidad de la justicia española. A ver quién le devuelve los seis años y medio que se ha tirado en prisión Otegui, a pesar de ser el principal artífice de la paz en Euskadi.

¿Cuántos y cuántos españoles han sido encerrados en las cárceles y mazmorras españolas en nombre de su majestad el Rey y por decir verdades como templos, como Pablo Hasel? ¿Cuántos republicanos siguen hoy en prisión por no aceptar la figura del Rey?

Ahora los intelectuales del régimen quieren separar la Monarquía del Rey, como si esa disociación fuera posible, lo mismo que en su día quisieron separar la Monarquía de Juan Carlos. El Rey huido, consentidamente, para eludir cualquier responsabilidad. Por supuesto ni soñarla, por parte de los mortales. No ha hecho nada más que lo que ha hecho toda su dinastía Borbónica.

Fernando VII vendió España, como si de su cortijo se tratara, y así la han tratado siempre, por 34 millones de reales anuales. E Isabel II, la Reina niña que también se tuvo que ir al exilio, se tiró a toda la corte y algunos más, es más se le murieron un motón de hijos. Pura casualidad...

Ni que decir tiene que nos tiraremos otros 40 años escuchando en España lo bueno que es el actual Borbón. Y, por supuesto, dar detalles sobre su vida o comentarios al respecto, o decir algo que lo cuestione políticamente estará perseguido y penado con prisión. El Rey huye para que quede el siguiente, lo de al Rey muerto otro en su puesto...

Ésa es una de las condenas que el pueblo español ha tenido durante su existencia desde 1492 a sus espaldas y que seguimos teniendo. Símbolo del nacional catolicismo y del capitalismo, amparado por una institución medieval, y por supuesto por todos los partidos políticos y sindicatos que comen al amparo de ella.