La ciudad

¿Y esos extraños cacharros que se asoman a la calle?

Cualquiera con un mínimo de agudeza visual, curiosidad o que simplemente levante los ojos del suelo o de su aparato de móvil mientras camina por la calle, podrá toparse con una serie de elementos urbanos que, en muchos casos, ni siquiera sospechamos para qué son.

Algunos son obvios, pero curiosos al mismo tiempo, porque forman parte de un pasado que no volverá, si bien permanecen tenaces en algunas aceras como piezas de museo del Siglo XX, y otros de verdad que es complicado averiguar su utilidad.

En cualquier caso, este periódico ha sacado algunos de esos elementos del paisaje urbano a la luz e incluso ha conseguido explicaciones de unos pocos, si bien seguro que hay muchos más, por lo que esta galería permanece abierta a las sugerencias de los lectores (ojalá que vengan también acompañadas de explicaciones) para ir ampliándola poco a poco.

Aparato para la Wi Fi en la ciudad
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Estos 'cuernecitos' ubicados sobre varios semáforos del Centro de la capital podrían confundirse con controladores de velocidad para poner multas, como son las cámaras que están situadas en los alto mirando al asfalto. Pero en realidad son receptores para la red de Wi-Fi que se instalaron en tiempos del mandato de Rosa Aguilar como alcaldesa, con José Joaquín Cuadra como autor del proyecto, cuyo coste fue de unos 40.000 euros. La idea no era mala, pero que sepamos nunca se ha puesto en práctica.

Aparato de la Junta para Centro Córdoba
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Se supone que estos monolitos verdes, que instaló la Junta de Andalucía en el Centro Comercial Abierto (CCA) Centro Córdoba, tenían como fin servir de promoción de la zona para visitantes, turistas y nativos, especialmente pensado para que el comercio sacara provecho de ello. Pero como tampoco se ha puesto en marcha, seguimos a día de hoy en ascuas. Eso sí, la pantalla puede hacer pensar que ahí se reflejaría información de utilidad, como horarios, mapa de situación o similares. El tiempo (y la voluntad política) dirá.

Cabina de teléfono de Telefónica
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No es un insulto a la inteligencia de nadie, porque todo el mundo sabe lo que es una cabina telefónica. ¿Seguro? Con la inclusión en nuestras vidas y en nuestros quehaceres diarios del omnipresente móvil, más de un jovencito de última generación desconoce la utilidad de estos escaños aparatos clavados en tierra, algunos de los cuales ni siquiera tienen teléfono (ni seguramente los repararán nunca). Ahí están, como piezas de museo de un tiempo pretérito que ha quedado por completo obsoleto con el avance imparable de la tecnología. ¿Han visto últimamente a alguien usándolas? ¿Recuerdan cómo se evaporaban las monedas cuando la llamada no era a un número fijo?

Cabina de Eurotelsur
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Las cabinas de Eurotelsur son un caso aparte. Desde este periódico se ha comprobado que la maquinita no se corta y traga todo el dinero que le eches con avidez. Pero no da señal de ningún tipo. Es más, da la sensación de que esa compañía es una tapadera de algo, porque no funcionan como teléfonos (que es la forma que tienen) y más bien se asemejan a una de esas estrafalarias entradas a las oficinas de la TIA que usaban Mortadelo y Filemón en tiempos. En fin, a día de hoy tienen su utilidad, porque más de uno los utiliza para pegar publicidad y los hay más cargados incluso que los postes ideados para ese fin.

Máquina de control de velocidad en el Vial Norte
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Cuando se instalaron las máquinas de control de velocidad en el Vial Norte se aseguró desde Movilidad que no estaban concebidas para multar. Entonces, ¿para qué sirven realmente? En un mundo donde el valor de la existencia se mide directamente por los parámetros de utilidad, estos radares ¿tienen sentido? El carácter presuntamente preventivo se pierde cuando los coches van en manada y ni siquiera se sabe de quién es la velocidad medida. Y por cómo corren algunos, ni siquiera los miran. Esas máquinas piden a gritos su cambio inmediato a aparatos de recaudación por multas y seguro que sí empiezan a tener sentido y efecto.

Postes de la luz en la calle El Laurel
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Parece mentira que en pleno siglo XXI, ya a punto de entrar en su tercera década, todavía haya calles de Córdoba literalmente divididas en dos por postes de luz que transportan corriente eléctrica por el aire. Es el caso de una de las aceras de la calle El Laurel, en el barrio de Huerta de San Rafael, donde cinco de estos postes de cemento y cableado forman una muralla que ciega la vista. En la acera contraria, precisamente, se retiraron y aún hoy se pueden ver las cicatrices de esos postes que fueron finalmente soterrados. También los hay en Huerta de la reina, donde son aún más molestos porque las aceras son muy estrechas.

Publicidad en la calle
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Esto es una auténtica curiosidad. De las que miran directamente al pasado, cuando la publicidad era casi inocentona y extremadamente directa, como se podía ver en los antiguos dibujos animados de las urbes mostradas por la Warner ( en plan '¡Coma en Jone's!'). En esta esquina de Huerta de la Reina, a modo de cruce de caminos, cuatro carteles indican dónde encontrar determinados establecimientos de época. De todos ellos, únicamente uno sigue diciendo la verdad, el de la farmacia. Los otros son como fantasmas de lo que ya no está.