Opinión

Morir por tratamientos inútiles: Homeopatía

Llama la atención que en el momento de la historia humana en el que nos encontramos haya personas informadas caen en los brazos de las pseudoterapias como la homeopatía para tratarse de enfermedades mortales como el cáncer o infecciones y acaban muriendo. Es el caso de Rosa Morillo, una economista que con cáncer de mama confió su tratamiento a la homeopatía y acabó muriendo. Pero también es el caso de Mario Rodríguez, cuyo padre sigue una campaña para que esto no se repita y que el curandero en el que confió su hijo pague por lo que hizo. O el caso de la mujer de Girona que apareció en Urgencias del Hospital Doctor Josep Trueta con un seno completamente putrefacto por haberse tratado el cáncer con algo inútil como la homeopatía. O el caso del niño italiano muerto en Italia por una simple otitis por el empecinamiento de sus padres de intentar curarlo con homeopatía. Y otros muchos casos. 

Me llama profundamente la atención ya que las evidencias sobre la inutilidad de este tratamiento son apabullantes, claras, nítidas, cristalinas diría yo, pero, pese a eso hay personas formadas o no, con estudios o no, que rechazan las terapias efectivas y se sumergen en los cánticos de terapeutas (algunos de ellos con título de médico) que pretenden curar el cáncer con agua y azúcar. Permítanme decirles que eso es tan absurdo que duele tener que escribir de nuevo sobre este tema. Pero creo que desde la ciencia debemos hacer un esfuerzo brutal y no cejar nunca para poner nuestro grano de arena y conocimiento para que estas muertes, que podrían haberse evitado, no vuelvan a ocurrir nunca más. 

Entiendo que las personas se dejasen llevar por charlatanes como Hahnemann, el padre de la homeopatía, en un tiempo, hace 200 años, donde nadie, ni siquiera los médicos, sabía por qué ocurrían muchas enfermedades. Entiendo que en aquella época la gente quisiese curarse de tuberculosis con cataplasmas, sangrados y balnearios (el que podía pagárselos) ya que ni siquiera se sabía que era un microorganismo, el bacilo de Koch, el que provocaba la enfermedad. Entiendo que se utilizase todo lo que se podía ya que los antibióticos ni siquiera se conocían aún. Lo que no entiendo es que ahora, 200 años después haya quien pretende hacer de médico (y de paso hacer caja) con terapias que no sirven para nada a costa de la salud de las personas. Por eso, voy a intentar en este artículo de hoy explicarles porqué la homeopatía no tiene sentido, es inútil y muy peligrosa si se usa para curar lo que sea que quieran curar, especialmente si es muy grave. No creo que convenza a nadie que ya no esté convencido, pero he de intentarlo. 

Dice el Dr. Rafael Torres Collado (Médico homeópata de Valencia y Presidente de la Sociedad Española de Médicos Naturistas) que "La homeopatía es una práctica médica específica en su género. Concebida hace más de 200 años por Samuel Hahnemann (1755-1843), implica una trayectoria terapéutica original basada en un enfoque empírico y conceptual de la enfermedad, de la forma personal de enfermar y de su tratamiento". (Vive Sano, Vive Bien, Ediciones i, Silversalud S.L, 2016). No sé si ustedes se han enterado de algo, porque a mí me cuesta. Habla de "trayectoria terapéutica original basada en un enfoque empírico" cuando dudo muy mucho que tratase a alguien enfermo y lo curase de nada. Eso sí, el capítulo habla de que sus allegados y amigos tomaban quinina y sufrían los rigores de la enfermedad que querían curar, la malaria, pero sin sufrirla. Claro está que en esa época, principios del siglo XIX los mecanismos de acción de los fármacos eran completamente desconocidos y los médicos prescribían compuestos, esencialmente de plantas y minerales, haciendo gala de lo que en ciencia conocemos como 'ensayo-error'. Creo que con más error que acierto. De hecho, en el caso de la quina, compuesto activo de la quinina, su uso a dosis altas puede ser letal y provocar edemas pulmonares y abortos. Y esto es, simplemente, por el hecho de que las plantas contienen, en gran medida, compuestos tóxicos que a altas dosis provocan efectos en aquellos que quieren comérselas. Es un mecanismo muy habitual en plantas y animales sedentarios para evitar ser devorados por otros organismos. Recomiendo que lean el libro 'El reino ignorado', de David G. Jara que en su capítulo I, titulado 'Dame veneno que quiero morir', da muchos ejemplos de estos tóxicos presentes en alimentos tan comunes como las patatas o las almendras o plantas tan habituales en nuestros lares como la adelfa. 

Así que no es de extrañar que hace 200 años, con un desconocimiento mayúsculo de aquello que parecía curar a la gente, los médicos como Hahnemann intentasen hacer algo e innovasen con propuestas más o menos acertadas. Eso sí, 200 años después, con los conocimientos que ahora tenemos, todas esas propuestas son completamente erróneas, inútiles y peligrosas. Pero ahí están, lo que alguien dijo hace 200 años, cuando la gente moría por una simple tos ferina, gripe, infección de muelas o tuberculosis, va a misa y se intenta usar para curar el cáncer, infecciones graves o el autismo. Ahí es nada. 

Pero sigamos argumentando para desmontar la homeopatía como tratamiento de cualquier cosa. El Doctor Torres indica en su libro que "el doctor E.S. Rajendra, ha comprobado que en las diluciones homeopáticas, incluso en las más altas, se encuentran nano-partículas de la sustancia original de un tamaño cercano a los puntos cuánticos…". Esto mismo lo ha difundido una plataforma panfletista sobre homeopatía y otras pseudoterapias como es Dsalud. A lo que hay que añadir que eso lo ha visto con un microscopio electrónico de transmisión. Ya sé que al profano esto le puede parecer posible, pero no lo es, ni por asomo. Estamos muy acostumbrados a ver cómo en las pelis los protagonistas miran por un microscopio normalito y ven virus y bacterias a tamaño de elefante, pero eso no es así ni por asomo. Mucho menos es que un microscopio electrónico pueda ver una nano-partícula cuántica en una solución de agua. Simplemente porque en una solución de agua, el microscopio electrónico no vería nada de nada. Los electrones atravesarían la gota de agua, si es que eso se pudiese hacer, como si fuese cristal y no detectarían nada. Vamos a ver si me explico de una forma muy básica. Para detectar una partícula cuántica, como por ejemplo el bosón de Higgs y sus colegas, hace falta una obra de ingeniería como el CERN, con un acelerador de partículas de 27 kilómetros de largo y un pastón en infraestructura de miles de millones. Y aquí, los homeópatas han visto la nano-partícula con un simple microscopio de transmisión de electrones, pues nada, ellos mismos pero lo que no puede ser, es imposible. 

Pero vamos incluso a suponer que sí, que a altísimas diluciones que es lo que usan los homeópatas, hay un algo. Pero solo uno, y rodeado de mucha agua, no vayamos a poner muchos más. Llevo más de 30 años trabajando con células tumorales humanas. Una de las que más uso son las HeLa, procedentes de una mujer que murió de cáncer de cuello de útero en los años 50 en Estados Unidos (Henrietta Lacks). Estas células siguen creciendo en los botes de cultivo a un ritmo increíble. Duplican su población cada 24 horas siempre que tengan comida. Pues bien, las he tratado con muchos compuestos, incluso algunos de los que se usan en quimioterapia y he estudiado sus reacciones. Siempre pasa lo mismo, por debajo de una cantidad de compuesto, las células no responden nunca, es decir, no les pasa nada de nada. Y eso es así porque cualquier compuesto necesita unirse a alguna enzima, receptor, proteína o lo que sea para hacer su efecto. Si no hay suficiente compuesto, no hay efecto. Es un mecanismo muy simple. Supongamos que estamos en una habitación oscura y no hay ninguna fuente de luz. Pero, al otro lado de una puerta, se enciende una luz y vemos el reflejo por la rendija. Cuando hay fotones por la rendija, vemos algo, muy poco y no nos sirve para movernos sin chocar con algo, pero sin fotones, no vemos absolutamente nada. Eso mismo les pasa a las células, ya estén en un bote o en nuestro cuerpo, cuando hay compuestos, aunque sean pocos, podrán hacer algo si hay suficientes, pero si no hay nada, no hay ningún efecto. 

A pesar de que estos mecanismos son muy conocidos, los homeópatas pretenden que nos creamos que aunque no haya nada, el agua lleva la información de aquello que había antes. Bien, pero es que eso es imposible. El agua pasa por diferentes estados en la naturaleza: la hay sólida por debajo de 0 grados centígrados aproximadamente, líquida entre 0 y 100 y gaseosa a partir de 100º C. El agua está formada por dos tipos de átomos, un oxígeno y dos hidrógenos y su capacidad para disolver sustancias se basa en que forman un dipolo, es decir, la carga eléctrica está desplazada de manera que un extremo es negativo (el oxígeno) y el otro es positivo (los hidrógenos). Eso le permite interaccionar con otros compuestos que tengan carga haciendo que se disuelvan. Pero una vez que esos compuestos no están, los dipolos del agua interaccionan con otras moléculas de agua o de otras sustancias y no recuerdan nada de nada. Si el agua formase estructuras que recordasen aquello que han disuelto, no podría salir por el grifo ya que estaría llena de conformaciones extrañas de todo aquello que ha disuelto alguna vez desde que llovió hasta que pasó al vaso. ¿Se imaginan lo que ahí ha podido disolverse tras pasar por el suelo, el torrente, el río y quedar embalsada en el Embalse de San Rafael de Navallana? Si la famosa memoria del agua que defienden los homeópatas fuese cierta, los cientos de miles de estructuras que habría en un litro de agua le darían una configuración amorfa, gelatinosa y maleable, como poco. ¿A que ustedes no han visto nada de eso? Simplemente porque no es así.  

Llama mucho la atención que médicos colegiados que ejercen y deberían hacer todo lo posible por tratar a sus pacientes con su mejor sabiduría y conocimiento utilicen la homeopatía utilizando argumentos que son insostenibles desde cualquier prisma tanto lógico como científico. Aunque haya publicaciones que intentan que la homeopatía tenga un halo de ciencia, es imposible que sus resultados pasen un filtro lógico y científico aparte del consabido efecto placebo, archiconocido en el mundo médico y científico. Por favor, hagan caso de quienes intentan salvar vidas todos los días desde los centros médicos, trátense con la medicina, la que funciona, la otra ni siquiera merece llamarse medicina. Si tienen algo de tos, un poco de malestar o un poco de pesadez, pueden ir a esta gente, lo único que perderán es algo de dinero y su cuerpo hará el resto como en un resfriado o cualquier problema normal. Pero si tienen una infección grave, un cáncer o cualquier enfermedad importante, vayan a su médico de verdad, a su centro de referencia y que le traten con aquello que funciona, la medicina que lleva detrás todo un sistema de prueba para que pueda ser utilizada como tratamiento y que es efectiva, que mejora y que paso a paso va ganando batallas contra el cáncer. Ningún médico de verdad les prometerá un 100% de efectividad porque la biología y la ciencia no funciona así, pero sí que hará todo lo posible para que su dolencia se cure. Las pseudoterapias y la homeopatía entre ellas, no les curarán nada de nada y acabarán, como poco, mucho peor que estaban. 

Espero que los políticos sepan estar a la altura y pongan sus medios para controlar que aquello que se vende en farmacias sea efectivo y no algo sin posibilidad de curar nada. Al menos parece que el nuevo gobierno es más sensible a este tema. Por otro lado, espero que la población tome conciencia y no se deje llevar por el primero que pasa prometiendo curaciones imposibles con terapias inútiles. Que no sea por falta de información.