ENTREVISTA A PABLO GARCÍA CASADO, DIRECTOR DE LA FILMOTECA

"Una filmoteca que no tenga los ojos abiertos a la actualidad está condenada a la desaparición"

La intención de Pablo García es que se perpetúe el amor por el cine "de verdad" en las generaciones venideras, pero advierte de los nuevos formatos para almacenar las películas

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photo_camera Pablo García Casado en la Filmoteca de Andalucía. Fotos: Roldán Serrano

Lleva ocho años al frente de la Filmoteca, y desde el primer día ha tenido cuál era su objetivo. Sin olvidar el pasado, ha optado por no quedarse anclado en él y llevar a la institución de la mano de la actualidad para no perder la perspectiva y conseguir nuevos cinéfilos que impidan que el fascinante ritual cinematográfico se acabe perdiendo. García Casado es ante todo un poeta enamorado del cine en mayúsculas, aunque recuerda con nostalgia la textura y magia del celuloide, pero reconoce la facilidad con la que el formato digital puede hacer llegar la cultura a todos los rincones de la sociedad, incluso aquellos en los que hace unos años era impensable.

- ¿Qué ha cambiado en la Filmoteca desde que usted llegó?

Yo entré en junio de 2008, y todos los días me parecen el primero. Es algo muy estimulante en lo personal, pero también supone un esfuerzo ponerte a solucionar cosas nuevas. Pero desde el primer día y hasta hoy han transcurrido dos periodos diferenciados que nos dirigen hacia un cambio tecnológico brutal. Cuando llegué, lo digital era algo residual, e incluso casi de segunda división, mientras que el cine de verdad era el de celuloide. De hecho, nosotros cobramos 90 centimos y tenemos una norma no escrita de que cuando llegaba una película en formato digital, a la gente se la dejaba pasar advirtiéndole de antemano lo que iban a ver. Y, sí, había mucha gente que se daba la vuelta y no entraba.

¿Ha perdido mucho, poco o nada el cine?

Yo creo que ha ganado en accesibilidad: Ha ganado, quizá, en una menor distancia y en el acceso de los usuarios a ese cine, aunque quizá no tenga aún el digital la textura del celuloide. Muchas veces pensamos que esa transición tendría que haberse producido un poco más lenta para ir acostumbrándonos, y hemos perdido fiabilidad. La razón es que nosotros en la Filmoteca cuando tenemos una película la archivamos y algunas llegan a tener hasta 80 o 100 años. El problema que tenemos ahora con los discos duros que nos llegan para el archivo es que no sabemos la fiabilidad que van a tener, porque la vida útil de ese soporte no va más allá de diez años.

- ¿Se pueden perder entonces las películas actuales?

Digo que no hay fiabilidad en las películas que se está haciendo ahora y se distribuyen en discos duros. Las filmotecas se hicieron para preservar el patrimonio fílmico y que no se perdiera. Pero ahora no sabemos si ese patrimonio se va a mantener y todas las filmotecas, no es sólo algo que preocupe a la nuestra, tienen la duda de qué va a pasar con esos materiales. Es el caso, por ejemplo, de 'La Isla Mínima', de la que tenemos una copia en archivo digital y ¿se mantendrá de aquí a 10 o 20 años? No lo sabemos… Sí sabemos que se irán transfiriendo en diferentes discos duros, pero, claro, nosotros necesitaríamos un tipo de tecnología que tuviera una cierta viabilidad y fiabilidad para que se cumpla nuestra labor de que se siga viendo dentro de un siglo.

¿Y se ha llegado a contar ya con esa tecnología?

La Federación Internacional de Archivos Fílmicos, a la que pertenece esta Filmoteca, aporta unos criterios de conservación y de consolidación de esos archivos, pero son muy genéricos y hay que establecer otros. Tendría que haber una tecnología nueva capaz de resistir y de igualar la fiabilidad y la consistencia que tiene el soporte fotoquímico del celuloide. Esto lo advirtieron hace ya años los fotógrafos, sobre todo los de prensa, de que se iban a perder los documentos. Por contra, ahora el acceso a esos materiales es mucho más sencillo, y la tecnología digital está haciendo que mucha gente pueda descubrir ciertas películas que antes sólo se podían ver en la filmotecas. Hay repertorios y repositorios del cine clásico, que hace 20 años no eran accesibles, en DVD con tiradas de 15.000 ejemplares y con muy buena resolución.

Los fotógrafos ya advirtieron hace tiempo de que la información de los archivos digitales acaba perdiéndose

- Descríbame al público habitual medio que va a la Filmoteca. ¿Ha cambiado con el paso del tiempo?

Yo creo que ahora se ve más cine que nunca en distintos canales y, en paralelo, se está produciendo otro proceso y es que están desapareciendo las salas de cine por la crisis y el cambio tecnológico. No olvidemos que cambiar la tecnología de cada sala de cine cuesta unos 100.000 euros y la entrada no supera los 8 euros. Nosotros, en la Filmoteca, hemos tenido también que cambiar nuestra manera de entender por qué viene el publico y qué publico es el nuestro. Le hemos dado muchas vueltas y creemos que cuando vienen no es sólo por ver una película, sino por todo lo que eso conlleva: el sitio, el resto del público... Se convierte en una liturgia, en una especie de ritual que incluye acudir con tu pareja, pasar una tarde de cine y apropiarse de todas esas sensaciones. Ahora, muchas películas están totalmente accesibles para verlas en casa con las zapatillas puestas, pero la gente quiere venir a verla aquí y, aunque tenemos todos una edad semejante, hay por contra otra franja de edad de personas que no vienen a la Filmoteca.

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- ¿Quiénes son, por ejemplo, los que van?

Estudiantes universitarios, gente de carrera, opositores, personas que no están emparejadas. Y luego están los que yo llamo los jubilados culturales. Son gente mayores de 60 años, que ya no van a jugar al dominó, y son jubilados profesores o médicos profesionales ya inactivos. Son esa franja de edad de gente con tiempo, o el padre de familia que tiene tiempo sólo para venir al cine infantil. El caso es que cada año viene más gente, a pesar de la crisis. Tambien hay un monton de actividades que yo llamaría parafílmicas en el sentido de que son documentales, mesas redondas, y que no suponen exactamente ver una película de exhibición de la Filmoteca, pero sí son una actividad que tiene que ver con el cine y que se celebra aquí. Para nosotros son tan importantes como las propias proyecciones.

- Una de ellas es 'Tú a la grande y yo a la pequeña'.

Son los sábados. Las personas mayores pueden ir a la sala grande para ver una película y los pequeños pueden meterse en otra sala a ver la suya. Pero eso esto no es un servicio de guardería o un sitio para dejar a los niños mientras haces otra cosa. Hace unos año hicimos un programa similar y una mujer nos dijo claramente que se iba de compras. Le dijimos, evidentemente, que no. Lo que hacemos es que a sus hijos les ponemos una pegatina y, mientras, ellos pueden ver cine. Es una forma de acercar a ese publico que le cuesta más trabajo venir por temas personales o de trabajo. Habitualmente lo prueban y suelen regresar.

- ¿Cómo tiene que ver la Filmoteca su labor: cortoplacista, medioplacista o largoplacista?

Nosotros sólo podemos trabajar a largo plazo. A mí no me interesan proyectos que no sean así. Si nosotros ponemos en marcha un proyecto educativo, es a largo plazo. Es una cuestión de siembra. Tu traes a cien niños aquí y las estadísticas nos dicen que de esa cantidad cada vez podemos sacar un finéfilo. Por la misma regla, si traemos a mil niños pues podemos conseguir cien cinéfilos mínimo. Podrían ser más, pero para que a alguien le acabe gustando el cine, le tienen que llevar Todos estos proyectos son a medio y largo plazo. A veces, algunos chicos que vinieron con 15 o 20 años con el instituto te dicen que son habituales nuestros. Yo mismo conocí la Filmoteca porque me trajo el instituto y ya luego vine solo cuando llevaba abierta dos meses y me convertí en un espectador. Pero, claro, alguien te tiene que enseñar que no es lo mismo ver una película en una pantalla de 32 pulgadas que tener una experiencia cinematográfica. Lo que planteamos en la Filmoteca es una experiencia fílmica, más allá de ver una película, porque es en su formato original, en su contexto, en una gran pantalla, acompañado... Todo lo que implica el ritual. Eso no lo tienes en tu casa y se acaba notando la diferencia.

-Ha dicho que cada año va más gente, ¿quiere decir que la Filmoteca ha dejado de ser una gran desconocida?

La Filmoteca es una institución aclimática, y por ello entiendo que no es un festival, como la Noche Blanca del Flamenco y todo ese tipo de actos, que sí son climáticos, por lo que las sociedades contemporáneas están acostumbradas a esos acontecimientos culturales. La Filmoteca tiene una constancia en el tiempo, hace cuerpo, hace cochura, hace tejido, y eso permite que haya pequeños acontecimientos que suman una gestión. Luego está la propia ubicación de la Filmoteca, lejos de los nudos de conexión de la ciudad. No está en el centro y hay que ir allí a cosa hecha, sabiendo que no hay aparcamiento por allí. Todo eso implica una mayor dificultad, y requiere de voluntad para venir. También está la propia dinamina de la digitalización, que hace que la Filmoteca no sea el único referente para ver ese cine que no se podía ver antes en las salas comerciales, y tenemos que adaptarnos a eso.

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- Pero ésos son los problemas. ¿Qué han hecho para solventar los obstáculos?

Precisamente, teníamos dos opciones: O recluirse en los cuarteles de invierno y convertirnos en un mero archivo sólo para investigación, erudición y todo esto, a modo de pequeño reino de la felicidad, o bien ser muy poroso. Y eso es lo que yo he pretendido desde que llegué. Eso significa que tanto la Universidad como las asociaciones puedan encontrar aquí un lugar donde poder hacer cosas y se convierta más que en el concepto clásico de una filmoteca, en un centro cultural en torno al cine, que son dos cosas que pueden ser complementarias.

Quiero que sea un centro cultural en torno al cine más que un mero archivo sólo para la investigación

- ¿Y eso no es renunciar a la esencia primigenia de la Filmoteca?

La filmoteca no ha dejado de ser un archivo. No ha dejado de trabajar en restauración. Pero buscamos que sea un centro cultural global que en torno al cine. Ésa es la idea que se plantea y eso implica un cambio de planteamiento respecto a lo que se entiende como una filmoteca más clásica. Es un cambio de concepto y creo que el publico está más cercano y nos exige más apertura. Se está notando también que nosotros hemos hecho por acercarnos y hemos planteando esa opción.

- Y aquí entran de lleno los programas educativos que anuncian en su web, ¿no?

Son nuestro principal objetivo. Para nosotros es casi más importante que vengan colegios aquí e, incluso, que vengan colegios los viernes, porque sabemos que se nos llena la sala. Aunque es una labor difícil, queremos convencer a los colegios de que es bueno que vengan al cine, que hay otras opciones culturales para los colegios que también están bien y nuestra propuesta queremos que sea una mas. La verdad es que mucha gente no para de venir a plantearnos cosas y tenemos un monton de colectivos y peticiones de asociaciones diversas para hacer cosas relacionadas con el cine. A mí me ha interesado siempre mantener una puerta muy abierta a esas experiencias. También están los que nos proponen cosas muy extravagante y sacamos la excusa de que tenemos el presupuesto que tenemos.

- ¿Es algo caro?

Es una inversión de 350 o 400 euros, y eso implica tener que buscarla y que la entidad que lo solicite tiene que implicarse también en buscar financiación. Nos solemos adaptar para colaborar con diferentes organismo.

-¿Cuáles son los 'tesoros' de la Filmoteca?

El más conocido es la obra de José Val del Omar. Era un cineasta grandino y casi uno de los padres del cine experimental europeo. Era un hombre muy extravagante que viene de las Misiones Pedagógicas de la Segunda Republica se queda aquí en España y hace un tipo de cine experimental premiado en festivales. Ahora su obra se expone en el Museo Reina Sofia, y sus películas las solicita el MoMA de Nueva York, porque supone una obra muy conocida en el mundo del cine experimental. Luego hay cosas más domesticas y más cercanas. Está la película más antigua que hemos restaurado aquí, de 1911, que es 'Un día por Málaga', hecha por encargo de unos cines para que la gente de la capital malagueña se viera. Se la encargaron a un productor y se montó en Barcelona. La gente podía verse en la pantalla y eso era una atracción tremenda. Esas películas se llaman 'local movies', y hay muy pocas en el mundo. Y luego en Córdoba tenemos una muy propia, que es la de Julio Romero de Torres, que la restauramos con discos de pizarra aparecidos en el Museo de Bellas Artes. Es una película de la Córdoba de Los Patios, muy entrañable, y hemos vivido con ella todos estos años. Hace dos años que se pasó a alta resolución.

- ¿Cómo están en materia de restauraciones, precisamente?

Supone un proceso muy largo y a muy largo plazo. No es sólo meter la película en el laboratorio, sino que hay que verlas, hay que compararlas, hay que datarlas, y estos procesos tardan años. A veces, no se terminan, porque, por ejemplo, con la película 'Carceleras' no terminamos de encontrar una copia que fuera adecuada, así que muchas veces los proyectos se abortan o se quedan a la mitad por no encontrar un rollo. Es una tontería hacer algo que no está completo, aunque el hecho de estar en la FIAT nos permite buscar otras copias que pueda haber en el mundo. Y ellos también buscan aquí, y esa colaboración hace que todos podamos tener acceso a fondos de todo el mundo. También hay que pensar que es caro y tenemos que ver las posibilidades que tienen su visibilidad, porque no se restaura para que se quede en los archivos. La ultima que hemos hecho es de un cineasta sevillano, Juan Sebastián Bollain, de finales de los 70. Se presentó en el Festival de Sevilla y ha tenido muy buenas criticas y ésa es otra posible salida de las restauraciones y que la gente pueda acceder a ellas en proyecciones.

-Es de suponer que cineastas y actores cordobeses verán la Filmoteca como un segundo hogar.

Se pasan y entiendo que se sientan bien, porque esto es suyo. Aunque hablando con algunos de ellos me decían que aquí lo que importa es la pantalla y no que vinieran ellos. Me lo dijo el director Manuel Gutierrez Aragón: "Aquí lo importante es la pantalla, yo soy totalmente prescindible", y es verdad que se desplaza un poco el foco de atención hacia la pantalla más que a las personas. Pero es un lugar para críticos, entendidos, productores, aficinonados, cortometrajistas o gente interesada en el cine, profesionales o no. Las productoras vienen mucho a buscar materiales, y para la producción andaluza tener un sitio donde saben que se van a mantener sus películas es una garantía de que perdurarán en el tiempo. Tenemos también que dar una certidumbre a los productores e intentamos adaptar las instalaciones a sus demandas. De hecho, no teníamos para digital ninguna formula de conservación y tras hablar con ellos, la Federación de Estudios Fílmicos y la Consejería de Cultura vieron cómo conservar con estabilidad esos materiales. Tenemos el planteamiento, y creo que los productores están de acuerdo, de que la conservación ha de hacerse de repositorios comunes. Estamos en ese camino.

Ahora mismo lo que está en riesgo no es ese patrimonio, sino el cine mismo, que logró sobrevivir a la televisión y al vídeo

- Una cuestión importante, ya que la Filmoteca no existiría sin el cine: ¿Cómo ve la salud del Séptimo Arte?

No hace mucho yo planteé en el Congreso de la FIAT en Barcelona que estaba bien preservar el patrimonio cinematrográfico, pero es que ahora mismo lo que está en riesgo no es ese patrimonio, sino el cine mismo, que logró sobrevivir a la televisión y al vídeo. La transformación tecnológica, el IVA, la crisis económica, la transición al digital, la facilidad de acceso, y todo ese cambio está matando al cine, entendido como el ritual social colectivo. Entonces, en el fondo, no sé si estamos luchando para mantener el cine, pero sí estamos luchando para mantener viva la llama de la memoria cinematográfica.

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- ¿Quiere decir que ése es el papel de las filmotecas?

La Filmoteca no puede ser una simple fabrica de recuerdos. No puede ser un muestrario de cacharros viejos ni un Museo Arqueológico en el sentido negativo del término. No puede ser una Filmoteca del pasado y tiene que ser y tener una proyección de presente, como mínimo, y de futuro. No sé si es en la Filmoteca donde se tiene que avanzar cuál va a ser el futuro del cine, pero sí, al menos, debe tener constancia de lo que hemos acarreado desde que se inició este arte, qué es lo que tenemos presente y lo que habrá en el medio plazo de la actualidad. Una filmoteca que no tenga los ojos abiertos a la actualidad está condenada a la desaparición. Y asi es como yo lo entiendo y como lo entienden las filmotecas mas contemporáneas. Algunos entienden que no tiene que haber exibicion que solo archivo y son dos maneras de entener esto.

- ¿Festivales o filmotecas?

Un festival vive de lo político, de la especialización, del respaldo del publico y de la capacidad que tenga de ser latencia, constancia y presencia en los lugares donde están. El festival tiene que tener un discurso, pero sobre todo tiene que tener un público y eso, a veces, no lo logran. Además, cuestan mucho dinero y tienen muchos gastos que hacen que cuando se haga la cuenta por el numero de espectadores, a veces cada butaca puede salir a 25 euros; más que la ópera. Ha habido una crisis de los festivales en general y de definición para adaptarse al tamaño. Su viabilidad económica va en función del público, y si el festival se puede financiar por sí mismo, está muy bien, pero no pueden vivir de las subvenciones millonarias que vengan de las administraciones. En la cultura hay que distinguir entre las actividades de servicio público y las actividades de espectáculo y ahí las administraciones tienen que decidir qué es un servicio público, qué es evento qué, actividad.

- ¿Y en ese punto, dónde se encuentra la Filmoteca?

Yo tengo mi propia teoría y creo que primero la Administración tiene que asegurar el servicio publico, pero en este punto mucha gente piensa que si hay que poner dinero en la Filmoteca mejor ponerlo primero en un colegio. Pero, evidentemente, me parece más interesante una actividad constante en el tiempo, que genera tejido, que hace actividad educativa y hace actividad de fomento, que genera que se mantenga durante todos los días, que genera empatía con el publico, que se abre un lunes y el domingo se termina. Entonces, los ayuntamientos, las diputaciones y todas las entidades publicas tienen que saber cuál es el modelo que quieren tener y no solo limitarse a decir si apoyo este proyecto o no sólo porque atrae al turismo. Un festival es un evento que puntualmente puede llamar la atención y puede ser interesante. Pero un festival de cine tiene unas 80 peliculas en una semana y no conozco a nadie humano que pueda ver más de cinco películas diarias. Entonces, de qué me vale tener en un festival 15 películas al día si no puedo verlas. Nosotros ponemos dos y, aún así, es muy difícil que la gente. Tú puedes tener mucha sed de cine igual que de agua, pero no te bebes 12 vasos de agua.

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