Marisa Muñoz, coordinadora de programas educativos de Adsam

"En Córdoba hay casos de acoso escolar, pero somos una sociedad bastante sana en ese sentido"

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photo_camera Marisa Muñoz posa para Córdoba Hoy en la sede de Adsam

La Asociación para la Defensa Social de Adolescentes y Menores (Adsam) no tiene ánimo de lucro, pero trabaja de forma incansable en lo que es la educación social con familias, menores y jóvenes con la única finalidad de la dura sociedad les considere una parte más sin discriminaciones de ningún tipo. Marisa Muñoz es la coordinadora de programas educativos, lo que implica tener en la cabeza un abundante número de programas y para ella la palabra clave es formación, formación, formación con la sana intención de evitar situaciones de acoso escolar, absentismo, inicio en el consumo de tabaco, de alcohol o de drogas, además de empezar a moverse para conseguir un trabajo, y, lo que es más importante sin cabe, mantenerlo. Su lema es no dar nunca por perdido a ninguno de sus 'clientes'.

¿Por qué y desde cuándo funciona Adsam?

Es una asociación que nace en Córdoba en 1981 con el interés y la preocupación de un grupo de profesionales educadores y psicólogos de lo que era la antigua Tutela de Menores sobre qué iba a pasar cuando éstos cumplían su pena e iban otra vez a la esquina. La realidad es que pasan mucho tiempo en la calle y hay un determinado porcentaje que vuelve a entrar, pero esta vez ya en la prisión. Nacimos con el objetivo de plantear una alternativa a esa problemática y trabajar con ellos cuando salían de la tutela y llegaban a su espacio natural en aspectos de prevención de conductas sociales y siempre con un programa educativo y buscando su ocupación. Por eso, trabajamos en formación y ocupación del tiempo libre, y todo ello tendente a conseguir un empleo.

Es decir a reintegrarse en la sociedad de una forma 'normal'.

De una forma integral, sí. A partir de ahí, en el 86 se consideró a la asociación de utilidad pública y desde entonces hasta la actualidad han ido surgiendo por aquí muchísimos programas. Todos ellos comenzaron a partir de uno básico que a día de hoy mantenemos y que era la Colonia El Pedal, llamado así porque comenzó como un taller de bicicletas, y donde se trata la formación educativa de menores a nivel académico, laboral y profesional, especialmente para os que tienen una dificultad añadida a la hora de adaptarse en su colegio o instituto.

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¿Y ustedes cómo se financian?

Al ser una asociación sin ánimo de lucho, las subvenciones vienen de entidades privadas, como la Fundación Cajasur y bancos, pero principalmente de la pública, mayoritariamente de la junta de Andalucía, de Educación, Justicia y otras consejerías, y del Ayuntamiento. También la Diputación aporta algo.

Nace en Córdoba, pero es de suponer que ya se haya extendido.

No. Es una asociación local. De hecho, hay otras entidades y asociaciones que trabajan parecido a como lo hacemos nosotros y con la misma línea de trabajo, desde la prevención y actuación en la calle, pero lo nuestro es local. Aunque la verdad es que hemos llegado a algunos pueblos de la provincia con algunos programas. Por ejemplo, un verano llevamos uno a los comedores de la Junta en Puente Genil. Pero nos centramos en la capital y en las barriadas preferentes, que son Palmeras, Moreras y Sector Sur-Guadalquivir.

"Tenemos programas específicos para centros educativos con unos 15 menores y otros mucho más globales en los que participan de 600 a 900 adolescentes"

Desde el 81 a la actualidad, ¿con cuántos menores habrán trabajado?

No lo sé. Muchísimos. Es imposible decir el número. La participación depende de las características del programa. Los hay con grupos de 10 a 15 menores, que son específicos en centros determinados, y otros de dinamización son mucho más amplios, para la globalidad de Córdoba, en los que participan de 600 a 900 adolescentes. Así, en verano, durante todo el mes de julio y para toda Córdoba, está el programa 'A tu Salud', subvencionado por el Ayuntamiento, que lo tiene adjudicado a Adsam por dos años, y son una gran cantidad de niños y niñas que participan incluso de las Periferias Este y Oeste. También el Programa de Adaptación y Prevención de la Infancia (PAPI) se desarrolla en todas las zonas de Córdoba y llegan a muchísimos menores. Otros programas residenciales , como el de los pisos de menores, suenan con de 9 a 11 chicos y chicas. Los cursos de formación van ligándose unos después de otros y no tenemos la contabilidad hecha.

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¿Con qué infraestructura cuentan ustedes?

Tenemos diferentes tipos de programas educativos y dentro de éstos los hay que trabajan con la prevención del absentismo escolar en los centros escolares de Primaria y Secundaria. Actualmente llevamos 13 y están subvencionados por la Delegación de Educación de la Junta, que anualmente saca convocatorias para asociaciones sin ánimo de lucho que trabajen en la prevención de este problema, principalmente en zonas preferentes. Nuestros centros están ubicados en las zonas de Palmeras, Moreras y Distrito Sur y actúan en la educación Primaria y Secundaria, porque se dan allí mayoritariamente estas problemáticas. Allí trabajamos de la mano de los centros educativos, con los equipos técnicos de absentismo escolar, además de los propios menores y sus familias, para evitar que el absentismo acabe en abandono definitivo. Los otros programas educativos son de tiempo libre, como el PAPI, que es el más conocido y es para toda Córdoba, subvencionado también por el Consistorio, y donde hay 13 educadores de calle para trabajar a diferentes niveles: individual, grupal o de compensación.

¿Pero cuántos trabajadores tiene Adsam para cubrir toda esa actividad?

Muchísimos. Y depende del programa. El PAPI tiene 13, pero luego hay muchísimos monitores que son los que realizan talleres más específicos y para ello contamos con una bolsa amplia de trabajadores de la que vamos tirando. Para entendernos, los programas tienen cada uno un personal fijo, pero en momentos determinados la empresa requiere de mucho personal, como es el caso de las escuelas de verano, donde en cada zona hay unos 200 menores, y hace falta un determinado personal añadido para cubrir necesidades. Lo que sí intentamos es que el personal sea el mismo, porque hay una intervención educativa detrás de cada programa y se eso requiere que los profesionales conozcan mínimamente a los menores.

Disculpe la interrupción. Me hablaba de los medios con que cuenta su asociación.

Sí. Hay programas de actividades que llevamos en Las Palmeras, en el colegio Duque de Rivas, que es preferente y subvencionado en parte por el Ayuntamiento y en parte por la Junta. Hay otro programa de integración de menores dirigido a los que viven en infraviviendas, concretamente de población gitana rumana que están en asentamientos y para ellos el equipo es el mismo, es decir una educadora, una traductora y una graduada social, con la idea de potenciar que los niños y niñas estén todos matriculados en centros escolares. Luego hay un SEDI (Servicio de Estancia Diurna), de carácter municipal, donde van niños pequeños hasta que entran en escuelas infantiles y allí se trabajan igualmente con las familias para que vayan adquiriendo costumbres higiénicas.

"Tenemos dos pisos subvencionados por la Junta, uno es residencial básico y el otro es para menores más difíciles que necesitan de un tratamiento específico"

Los pisos son programas concretos de protección. Contamos con dos de la Junta subvencionados, que son de protección de menores. Uno de ellos es residencial básico y otro que es de conflicto, que son para menores con situaciones personales difíciles para trabajar con ellos de otra manera.

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Tenemos también un centro de día en el Aguilarejo, en lo que es Justicia Juvenil, que está ubicado en la Carretera de Palma del Río, con unas instalaciones de viveros y huerto ecológico, y talleres de fácil aprendizaje y otra formación que no requiere de excesivos conocimientos técnicos, porque los alumnos que nos llegan allí tienen conocimientos instrumentales extremadamente básicos.

Si hubiera que poner sobre la mesa resultados de todo este trabajo, ¿cómo diría que ha ido desde 1981?

La verdad es que sí notamos resultados. Lo notamos principalmente en los programas de más duración, como el PAPI, que lleva ya muchos años. Y hay chicos y chicas que participan desde que tenían cuatro años y tienen ya 16. No son programas puntuales, sino que son duraderos en el tiempo y ahí sí ves una continuidad y efectos y vemos cómo los chicos y chicas van cambiando. Con las familias también vemos cambios porque trabajamos en coordinación con Servicios Sociales para las que son más problemáticas. Luego hay también un porcentaje que es más complicado, porque hay muchas condiciones de sus vidas diarias, con los que hay que trabajar más.

¿Y qué cambios notan, por ejemplo?

Son cuestiones muy básicas. Por ejemplo con las habilidades sociales y personales. Tienen que saber hablar para comunicarse con los demás, pedir permiso, saber escuchar, controlar sus sentimientos, especialmente la ira y la rabia. Incluso en el tema formativo también se nota a la hora de conseguir un empleo, pero se requiere de esas habilidades para mantenerlo y no perderlo. Por ejemplo, se tienen que levantar temprano de forma rutinaria, hay que acudir al trabajo en unas condiciones higiénicas aceptables, seguir unas normas para el buen funcionamiento. Y todo eso que parece tan simple, no lo es tanto.

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Lo voy a plantear de otra manera: ¿Sin Adsam qué pasaría?

(Se ríe) ¡No, hombre! Adsam aporta, pero hay muchas entidades y movimientos que trabajan en esto también. Algunos compañeros dicen que somos un granito de arena, pero es verdad que aportamos. Siempre hemos tenido la línea de trabajar en lo educativo, en lo social y en el trabajo de calle, porque el conflicto esta ahí. De hecho, se captan a muchos menores en la calle y por el boca a boca también llegan a nosotros. Trabajamos mucho las habilidades social y los hábitos sanos.

"Si fuéramos en plan 'My fair lady' nos acabarían diciendo 'hasta luego, Lucas'; esto no va de redención del mundo"

¿En plan 'My fair lady' o 'Pigmalión'?

No. Si fuéramos en ese plan nos dirían 'hasta luego, Lucas'. Esto no va de redención del mundo. Tenemos que tener claro de dónde partimos y hablamos de la educación.

En cualquier caso, los valores que esos menores conocen y adquieren luego permanecen en ellos y los transmiten a las familias y a su entorno, ¿no?

Lo bueno de todo es que muchos chicos que están mucho tiempo con nosotros luego se nos van enlazando y quedando con otro formato u otro perfil. Hay un porcentaje de las barriadas que han sido menores de Adsam en actividades extraescolares y programas de intervención y luego siguen con nosotros, a partir de los 16 años, incluso como monitores nuestros, ya que ellos mismos forman parte del barrio donde trabajamos y sirven de ejemplo y son los que de verdad conocen la problemática que ay en cada zona y cómo tratarla.

Esto me suena mucho. ¿Colabora Adsam con los planes integrales que se están elaborando para Moreras, Palmeras y Distrito Sur de la mano de la Universidad Loyola Andalucía y el Ayuntamiento?

Sí, claro. De hecho con la Loyola hemos realizado cursos de formación de lo que es la evaluación de Impacto, sobre todo para saber si los proyectos producen cambios en la población. Y vamos a trabajar también con ellos durante todo el proceso, como ocurrió con las encuestas a la población en el barrio de Las Palmeras.

"Vamos a trabajar con la Loyola y el Ayuntamiento en todo el proceso de planes integrales para Moreras, Palmeras y Distrito Sur"

Vamos a centrarnos en temas más concretos. El bullying o acoso escolar lo tocan ustedes desde que aparecieron las redes sociales y los móviles, ¿no?

Bueno, es un problema que viene de lejos. Es algo genérico que trabajamos en todas las intervenciones que hacemos. Nuestra idea es trabajar más el fin que el medio y cuando ponemos en marcha un taller, por ejemplo de deporte, nuestro objetivo no es que el chaval meta muchos goles y sea el mejor del mundo, sino que el fútbol nos sirva como espacio para trabajar en los valores deportivos, como la alimentación, el no fumar, el trabajo en equipo y demás. El acoso lo trabajamos de esa manera con los más pequeños y siempre de forma transversal. Con las habilidades personales y sociales logramos que tengan empatía con los compañeros y se puedan poner en su lugar y saber decir 'no'. Esas mismas habilidades protegen contra el bullying o contra el matón de turno. Tenemos también un programa municipal de fin de semana de habilidades para la vida, y ahí se trata la prevención del alcohol mediante actividades alternativas. En los campamentos hay un reparto de tareas, los menores recogen y se encargan de la limpieza y todo eso sirve de prevención.

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¿Pasa otro tanto con el absentismo escolar?

Ahí hay que trabajar con la familia y los menores sobre lo importante que es asistir a la escuela y la educación. Para eso en la barriada hay también mucho personal trabajando como los equipos técnicos de absentismo escolar o los centros escolares. Hay mucha más gente en torno a este problema. El absentismo en estas barriadas conlleva una responsabilidad de los padres en los primeros años de escolarización, luego como preadolescentes, en primero de la ESO y pasan de Primaria a Secundaria , la familia tiene ya cierta dificultad para afrontar esa situación, porque los menores son más autónomos y obedecen menos.

¿Y hay mucho problema de absentismo escolar en Córdoba?

No hay mucho. Pero es que los programas llevan ya muchos años funcionando. Hay una serie de acuerdos por parte de los centros educativos que saben que cuando los menores faltan al colegio el tutor se lo comunica a la jefatura y ésta al director. Hay ya un protocolo previo que cuando ya llega la entidad, sea Adsam o cualquier otro, a actuar s porque el centro lo ha trabajado de antemano y es porque se ha agotado todo lo que el colegio puede hacer y nos pasan ya los casos en los que la familia no ha respondido o el menor sigue sin incorporarse. Luego hay muchos casos en los que el director habla con la familia y se solucionan y no pasan a entidad alguna. Otros casos llegan incluso a Fiscalía e incluso ha habido juicios.

"Ya no hay tanto problema de absentismo escolar en Córdoba, porque los programas llevan muchos años funcionando y existen protocolos de actuación que se cumplen a rajatabla"

¿Y cuál es la labor de la entidad llegado el caso?

Trabajar con el menor para concienciarle de la importancia que tiene la educación. Tenemos un servicio-despertador, llamamos al menor por teléfono y llegamos a un compromiso tras una negociación con ellos de que se tienen que levantarse antes. Hay menores que evolucionan y otros, no. Hay muchos casos que pasan directamente a un informe elaborado por el centro escolar del equipo técnico de absentismo y se deriva a Menores o Fiscalía. Pero tenemos que ver el problema del absentismo como una parte más de una situación anómala familiar, con desatención o negligencia de por medio y dependiendo de cada caso los niveles de intervención son diferentes.

¿Los menores de familias gitanas rumanas que viven en asentamientos están todos ellos escolarizados?

Se trata de una población que va y viene, pero se está consiguiendo que esa población cada vez sea más estable. Y la verdad es que hay un control. A nivel de escolarización todos están matriculados. Luego se trabaja directamente con ellos y hay un equipo de tres personas que van por todo los asentamientos matriculando a los menores. También se trabaja con ellos para que las familias no ejerzan la mendicidad con los menores. Es un trabajo continuo y de concienciación y lleva también muchos años funcionando. Las familias que están dentro desde entonces han cambiado para mejor.

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Es más, creo que se ha conseguido que no se utilicen a los niños para mendigar.

Sí, es verdad. Se ha conseguido o, al menos, cada vez se ven menos.

Pero hay casos como el de una familia que recientemente expulsaron de la nave donde estaban alojados y fueron a vivir literalmente debajo de un puente. ¿Qué pasa entonces con esos niños?

Los niños que están en un asentamiento, como ocurre con el resto, suelen ir a un colegio próximo a su hogar. Y si se cambian de lugar donde viven tienen que cambiar de centro, y eso es un problema. Lo cierto es que están escolarizados todos, que hay un equipo que lo comprueba y hay coordinación con los centros educativos, y hay un servicio de ducha para que los niños se aseen allí por la mañana y también para lavar la ropa, donde las madres usan las lavadoras y secadoras que hay en el programa.

"Los niños de los asentamientos rumanos en Córdoba están todos escolarizados y se hace seguimiento de ellos"

¿El absentismo escolar es sólo que el menor vaya al colegio o hay un más allá?

Por supuesto que lo hay. Ya son muchos años en esto y los centros escolares ya están estructurados para contar con todo tipo de alumnos y tratar con ellos. En las zonas preferentes hay también recursos añadidos de la Delegación de Educación, con orientadores y un número mayor de profesores por ser centro de compensación educativa y suelen contar con actividades extraescolares, aula matinal o comedor y una serie de recursos que potencian y facilitan que los niños y niñas no falten al colegio.

Pero se trata de un problema que no es sólo de los centros presenciales.

No. Es algo genérico.

¿Y eso lo tocan también o sólo se centran en colegios de esa barriadas?

Nosotros trabajamos en las preferentes. Pero también dependen de los fondos de la subvención. Y si hay medios también vamos a otros centros. En algunos años hemos estado en más de 30 colegios e institutos. Pero es verdad que en barriadas preferentes el problema suele ser mayor.

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El acoso escolar es también algo genérico.

Es que la campaña que vamos a poner en marcha al respecto incluye a todos los colegios e institutos. Se da en todas partes y en enero de 2020 comenzaremos a repartir los carteles en todos los edificios educativos o de servicios sociales para darle la mayor difusión y que llegue cuanto más lejos, mejor.

¿Cuándo comenzaron a detectar que existía ese problema y de qué manera lo atacan de forma más específica?

La verdad es que el tema empezó a surgir un poco más con las redes sociales y cuando ya hay mucho acceso al móvil y a la red de Internet. Antiguamente decíamos que los críos se pegaban y se trataba un poco de la pelea común entre iguales, sin llegar tampoco a que hubiera mucha agresión. Pero cuando se desarrollan las nuevas tecnologías los menores tienen  un fácil acceso a ellas y hay un mayor control con el móvil, que supone una problemática añadida que antes no existía. Hemos trabajado siempre desde el carácter preventivo y con habilidades sociales y personales. Cuando se detectan casos de acoso entonces tratamos de forma más específica estos temas.

"Al matón antiguo se lo podía controlar, con las redes se escapa un poco de nuestras manos y corre muy rápidamente"

¿Hay diferencias entre el matón de toda la vida y el acosador?

Siempre ha habido alguien que pegaba. Lo que pasa es que ahora con las redes sociales el acosador puede serlo de forma continua las 24 horas. Antes el matón te pillaba y te daba ahí mismo, pero no había un afán de tener espectadores, sino que era algo mas solitario. Ahora resulta reiterativo y grupal con las grabaciones. Deja de ser algo personal y pasa a ser un espectáculo. Está el que agrede, el que acosa, pero también está el acosado, el que se calla, el que observa y no hace nada. Y todos son menores. Hay que trabajar para decir no al agresor y decir no a agredir y no permitirlo y sí denunciarlo y hacerlo público. No se trata de ser chivato o no, sino de que no se pueden tolerar esas cosas. Al matón antiguo se lo podía controlar mucho mejor; con las redes se escapa un poco de nuestras manos y el problema se propaga y corre muy rápidamente.

¿Qué se puede hacer desde casa?

Todo es educación. Hay que trabajar con educación también para que las familias se eduquen en el uso adecuado de los medios y las nuevas tecnologías y con un mayor control en aquellos menores que puedan acceder con más facilidad a las redes, Los padres tienen que saber lo que sus hijos ven en Internet. Se pasan muchos horas con el móvil y llega incluso un momento en que la tele pasa a ser mera música de fondo.

"Los padres deben controlar más lo que sus hijos miran en redes sociales, con las que se pasan muchas horas"

¿Y hay que educar también a los padres para que no terminen siempre diciendo que sus hijos no son acosadores o que no hacen tal o cual cosa?

Directamente no es una labor nuestra. Para eso hay escuelas de formación de padres. Es un tema preocupante hoy en día. Es verdad que muchos dicen que su hijo no es acosador o acosado o creen que todos los demás lo hacen o los son, pero en su familia no hay nadie así. También suelen negarlo cuando empiezan a consumir alcohol o sustancias tóxicas. Hay parcelas que desconocemos de los hijos. Pero, en cualquier caso, la formación y la información de lo que está pasando son la clave. Además, no es sólo percibir el problema, sino saber con qué armas se cuenta para atajarlo. Y de nuevo está de por medio la educación y la formación de fondo para que los menores sepan decir que no al tabaco, no al consumo de drogas y alcohol o no al acoso o al absentismo escolar.

¿Podríamos decir que Córdoba es una sociedad sana en ese sentido?

Creo que sí. Se dan casos de bullying, pero Córdoba no es destacable en eso. Aquí contamos con muchísimos programas que se están desarrollando desde la Junta de Andalucía y en los centros educativos se está educando de continuo. No sólo hablamos de acoso, sino de conducción, igualdad, conflicto y hay un montón de proyectos para evitar todas esas cuestiones.

¿También notan mejoría en ese sentido en los barrios donde actúan? Porque hace años la gente evitaba pasar por allí...

Hay barriadas con cierto desquicio social que dan miedo. Lo que pasa muchas veces es que el miedo se percibe más desde fuera. Luego cuando entras dentro es muy sui generis. No hay ningún problema y llevamos allí muchos años trabajando. El miedo en muchos casos es desconocimiento y la mala publicidad que se hace de ciertas zonas. Hay ciertos barrios de los que sólo se saca lo negativo y sólo se habla de ellos cuando hay agresiones, venta de drogas, redadas y cosas de ésas. Muchas veces las estigmatizamos y son barriadas con ciertas problemáticas, porque existen. No debe haber miedo porque son profesionales que se mueven en ese ámbito.

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¿Y para participar en alguno de esos programa tiene que ir el menor a ustedes o viceversa?

Depende de los programas. Los hay que son por derivación de Servicios Sociales, pero realmente los grupos suelen ser mixtos. No son sólo niños y niñas de Servicios Sociales, sino que son abiertos a toda la sociedad. Pasa eso con el PAPI. En otros casos de protección de menores, sí son derivados por la Junta y con las familias rumanas pasa lo mismo, pero cada programa tiene su canal de derivación. Para inserción laboral los deriva, por ejemplo, Empleo. Los programas Incorpora son también derivaciones, pero los programas de barrio están todos ellos abiertos. Eso sí, siempre hay una cuota de niños de Servicios Sociales por ser programas subvencionados al cien por cien. Es todo gratuito, evidentemente.

Por lo que se ve usted es de las que no da a nadie por perdido, ¿verdad?

No, no, no. Por perdido, no. A nadie.

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