CORDOBA CF

El adiós del capitán

La repentina baja de Carlos Caballero supone la tercera salida invernal

Caballero
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Pocos pudieron intuir que se iba. Carlos Caballero saltó al césped maltratado de El Arcángel como uno más, como titular, como capitán de un equipo en el que lleva portando su casaca siete años. Pareció un ejercicio de rutina, el sábado pasado, ante el Albacete Balompié. Si bien su primera parte pasó desapercibida, como blanquiverde, ya no se le volvió a ver más.

"Tuvimos una entrevista (con la nueva dirección técnica), me preguntaba por la posibilidad de ofertas, incluso renovación. Pero yo no quería pensar, no me imaginaba todo lo que ha pasado. Se ha desencadeno así y no hay que darle más vueltas, y mirar hacia adelante". Lo cuenta en primera persona un Caballero abrumado por el adiós y la compañía de todos sus compañeros en una abarrotada rueda de prensa de El Arcángel, donde de nuevo apareció. De negro, conteniendo la lágrima, controlando la respiración. De veras, agradecido. "Gracias al cariño de mi pareja, de mi familia, de mis amigos que están aquí, mis compañeros, que son una familia y me han apoyado en los momentos de bajón".

Se fue un cordobesista. "Me hubiera gustado despedirme de otra manera y era lo que soñaba; pero las cosas pasan como pasan y es cierto que, quizá, aunque también he vivido muchos años, cada año pasaba una cosa", asume con anhelo. Imprescindible en la libreta de Romero en sus seis partidos primerizos, no entendía el técnico califa la medular, la creación y la estética sin la soltura de Carlos. El pie que inventa. Fijo en su once para devolver al Córdoba CF el escapismo a una pradera menos ácida que la cuesta abajo del descenso que aún está por escalar. Su ayuda fue de un gol, una asistencia y muchos minutos, el undécimo más utilizado esta temporada. Pero su labor fue más allá en el club del que se hizo emblema.

Carlos vuelve a Madrid

Carlos disputó su último partido en El Arcángel, su hogar por más que sea madrileño o que vuelva a Madrid, tras ciento sesenta oficiales desde el año 2011, cuando llegó por obra y gracia del expresidente Carlos González, que ya no está. Deja una hoja de servicios de cincuenta y siete victorias, treinta y ocho empates y sesenta y cinco derrotas. Diez goles. El ascenso mayúsculo. Controversia en sus últimos años. Ovaciones y murmullos. Cesión, pitos, lesión, confusión de ficha, momentos duros personales, aplausos para quien nunca se rindió. Queda la historia. Parte de ella, la sorpresa de su adiós pactado. Su despedida corresponde a la primera gestión deportiva de Jesús León como presidente y el ajuste salarial que vuelva a permitir fichar.

A los suyos, sus compañeros, frente a frente: "Tengo toda la confianza del mundo en ellos. Son un pedazo de plantilla, con momentos de suerte lo van a conseguir. Van a disfrutar del buen ambiente de Córdoba y los van a llevar en volandas. Están plenamente capacitados. Les agradezco como se han portado conmigo. Me llevo gente para toda la vida". Como Jaime Romero (CD Lugo) y Pinillos (Barnsley FC), que ya cruzaron la puerta blanquiverde con otros sinos. Carlos, con 33 años, sigue la senda. Ya eligió. Le vino así. Lo tiene con el Fuenlabrada CF. Si pocos pudieron intuir su marcha, nadie aventura su punto y final.