Opinión

Divide y perderás

Me integré en la plataforma cívica La Filmoteca se queda en Medina y Corella a raíz de la alarma originada entre los usuarios de la Filmoteca de Andalucía ante, primero, el anuncio el pasado 30 de octubre del traslado de este organismo cultural al Centro de Creación Contemporánea de Andalucía (C3A) y, posteriormente, ante la materialización parcial del mismo al inaugurarse el tan cacareado C3A y constatar que en su interior ya se alojaban los servicios de Videoteca y Biblioteca desplazados desde las dependencias principales de la Filmoteca por decisión unilateral de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía. Y es que no consultar a la ciudadanía sobre este traslado vulnera, a mi juicio, el artículo 3 del Anteproyecto de Cine de Andalucía cuando afirma que hay que «fortalecer la vinculación ciudadana con la actividad cultural en el ámbito cinematográfico y audiovisual, así como mejorar la implicación social en la definición de las políticas culturales en este ámbito, mejorando la comunicación, la transparencia y la participación».

El vejatorio mangoneo que la elite gobernante ha maquinado en sus despachos de diseño para desarmar los organismos culturales que funcionan y arrojarse, de paso, a los cascos de los caballos hosteleros –a los que debe disgustar lo suyo este acceso universal y barato a contenidos de primera calidad desde lo público– está viviendo ahora otro episodio esperpéntico en la de por sí ya inverosímil ocurrencia inicial de trasladar la Filmoteca de Andalucía al C3A: la partición de esta en dos mitades para, en la medida de lo posible, apaciguar los ánimos a punto de ignición de quienes se oponen a semejante desbarajuste, dado que no es de recibo desvestir a un santo (Filmoteca) que tiene un impresionante fondo de armario para vestir a otro (C3A) que nació desnudo y así me temo que seguirá mientras carezca de dirección, dotación presupuestaria acorde con sus pretensiones y plan de gestión, es decir, mientras no se sepa para qué se quiere la carísima y nívea mole/panal varada en Miraflores.

Porque reducir el C3A a hacer las veces de un museo que se dedique, de pascuas a ramos, a montar exposiciones es poco menos que entrar en conflicto de intereses con el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC), ya que el C3A, como señala la propia Junta en sus boletines informativos, es «un espacio dedicado a la producción y la creación contemporánea», en tanto que el CAAC vela por la «promoción y difusión del arte contemporáneo», dos territorios colindantes pero no gemelos. Además, el C3A no es el único ingenio consagrado a estas lides en la comunidad autónoma: sin ir más lejos, en Cádiz funciona el ECCO (Espacio de Creación Contemporánea). Por no mencionar que la bamboleante nomenclatura (ese fenomenal trabalenguas intercambiable) del anunciado laboratorio artístico cordobés provocó que la señora alcaldesa se quedara in albis el día de la apertura mundial del C3A y en su cuenta de twitter lo rebautizara como Centro Andaluz de Creación Contemporánea, cuando lo que se levanta en el Campo de la Verdad es el Centro de Creación Contemporánea de Andalucía o C3A; y que antes se llamó Espacio Andaluz de Creación Contemporánea, y antes Centro de Creación Artística Contemporánea de Córdoba, y antes C4 o Centro de Creación Contemporánea de Córdoba, y antes incluso Centro de Arte e Imagen de Córdoba o CAICO.

La consejera Aguilar se ha decantado por partir, de forma nada salomónica, la Filmoteca de Andalucía en dos mitades: de una parte, las salas de proyección, que permanecerían, según mantiene ahora pero no al comienzo de esta desafortunada controversia, en la Judería cordobesa; y de otra, los demás servicios, que irían al C3A, cuyos primeros y más que indecisos movimientos no han dejado indiferente a casi nadie hasta el punto de ser blanco de guasones chascarrillos con esas recientes sesiones de karaoke y videoconsolas; el C3A, que iba a ser la vanguardia del novamás, está en un tris de quedarse en huidiza columna de humo. Porque tampoco el C3A ha despertado el interés del público, pues aparte de los ditirambos publicitarios, según la Junta en su primera semana de estreno –con atracciones a tutiplén– apenas atrajo a unos 1.251 visitantes ¡y en periodo navideño!, cuando, por poner un caso de comparación, en un día del pasado octubre, el Guggenheim recabó nada menos que 14.511, con lo que, a ese ritmo, el C3A necesitaría tres meses para igualar un solo día del museo de la ría bilbaína.

Al ritmo actual de visitantes, el C3A necesitaría tres meses para igualar un solo día del museo de la ría bilbaína

La ventolera de la Consejería de desmembrar la Filmoteca de Andalucía tiene cimientos de requesón, que diría el escritor siciliano Andrea Camilleri, porque una filmoteca no es una sala de cine a secas, sino un centro más complejo especializado en la «conservación, catalogación, consulta y difusión de los documentos cinematográficos» y sus proyecciones «se diferencian de las de las salas comerciales por su propósito investigador, divulgativo o docente», tal como se lee en el blog de la asociación sevillana Linterna Mágica. Por dicha razón, no puede disociarse la proyección de las demás labores inherentes a una filmoteca, no menos importantes que el visionado de películas. Fragmentarlas (a no ser que se entienda como el primer paso de una voladura controlada para debilitar el circuito de filmotecas existente en nuestro país e ir paulatinamente integrándolas en otros centros más sofisticados, aparatosos y con un toque chic, contenedores de nuevo cuño que realizarían el mismo cometido pero posiblemente a un coste mayor) es un acto de irresponsabilidad que socava los objetivos para los que se fundaron.

La Filmoteca de Andalucía, que, como recoge su web, tiene entre sus labores la «clasificación del material fílmico depositado en el archivo, la investigación de todo material rodado que sea de interés histórico y cultural para Andalucía, las publicaciones de estudios sobre varios aspectos cinematográficos y el mantenimiento de otros fondos de documentación que completen y enriquezcan el estudio del cine», no puede respirar con sus órganos seccionados, divididos y desconectados, y sin garantías de una rigurosa y vigilada conservación de sus delicados tesoros, que no deben zarandearse de un lado para otro como si fueran sillas o archivadores.

Con todo, y pese a lo que la consejera sostiene de que estamos ante un traslado parcial, afloran como setas las declaraciones que la desdicen o cuestionan, empezando por un artículo institucional de la propia presidenta de la Junta, Susana Díaz, cuando vino a cortar la cinta inaugural del C3A, o aseveraciones taxativas de periódicos como El País validando la ubicación de la Filmoteca en Miraflores. Y sumemos más rastros e indicios reveladores de esta sospecha de solapado desmantelamiento: en la web del estudio de diseño gráfico Troia, al que le encargó la Junta elaborar la «identidad visual» del C3A, se incide, sin especificación alguna, en que «la Filmoteca de Andalucía ocupará uno de sus espacios»; en el blog de una cadena hotelera internacional de postín puede leerse que el C3A es «la nueva sede de la Filmoteca de Andalucía»; en la propia web del C3A se dice sin tapujos ni matización que valga que la Filmoteca de Andalucía está asentada en el C3A… Todo ello configura un runrún cada vez más atronador y uniforme que ya va alcanzando velocidad de crucero.

No debe perderse de vista que desde su constitución, la Filmoteca de Andalucía lleva cubriendo una labor imprescindible de investigación, recopilación, conservación y difusión del patrimonio cinematográfico andaluz. Se trata, por lo demás, de un espacio cultural público consolidado en su actividad a lo largo de más de 25 años, tiempo en el que ha conseguido fidelizar un público tan heterogéneo como numeroso, gracias, entre otras causas, a su idóneo emplazamiento en el casco histórico urbano. Unas instalaciones en las que, por lo demás, se han llevado a efecto mejoras en sus espacios, tanto en sonido e imagen (la Filmoteca dispone de dos salas perfectamente equipadas que permiten proyectar en todos los formatos existentes: proyector dcp, proyectores led-lcd, proyectores en 35 y 16 milímetros, blu-ray, etc.), como en lo relativo a archivos, laboratorio y biblioteca; o mismamente en lo que atañe a la accesibilidad a sus dependencias, aún mejorable, de personas con discapacidad física, muchas de las cuales acuden con regularidad a las sesiones de cine.

Así pues, permanecer impasibles ante la agresión nada inocente de la que está siendo víctima la Filmoteca de Andalucía significa cooperar al desastre. Optar por el silencio o el distanciamiento, inhibiéndonos del problema y aguardando a que otros nos saquen las castañas del fuego, en un remedo de táctica del avestruz, nada solucionará.