Festival de la Guitarra

La Axerquía se rinde ante los Indies

Con mucho menos público de lo esperado y deseado por organización y grupos, el homenaje a los granadinos de Supersubmarina se saldó con elevadas dosis de calidad musical y más de una sorpresa muy del gusto de esta escena

Embusteros 2
photo_camera El público entregado a los Embusteros

"Ahora que estamos poquitos, dicen que las mejores actuaciones salen estando en familia". Lo dijo, por dos veces, el vocalista de Elefantes, Shuarma, durante la actuación del grupo en el Festival de la Guitarra, más concretamente en el subfestival 'Somos Submarinos', donde también estuvieron los cordobeses Embusteros y Sidonie.

Y es que sorprendió bastante la escasa presencia de público en una Axerquía que se quedó un tanto grande y que invitó a los presentes a bailar directamente en la zona baja junto al escenario, dejando las gradas para los más tranquilos y los que querían inmortalizar el momento en forma de fotos y videos con sus móviles. También en el Gran Teatro, el concierto de Cañizares con la Orquesta arrastró a mucho menos gente de la deseada y eso hace pensar si merece la pena solpar actuaciones del Festival, aunque la organización suponga que son públicos diferentes e incompatibles.

¿Quiere eso decir que el concierto fue malo? En absoluto. Sobre el escenario hubo toneladas de calidad, de principio a fin, desde los que jugaban en casa, Embusteros, que se dieron por completo a un público fiel y entregado, hasta los barceloneses de Sidonie, que tenían ya al público entregado, a pesar de que los problemas técnicos enfriaron la escena en dos ocasiones, enttre grupos y grupos, con prolongados parones de más de veinte minutos cada uno.

Embusteros

Faly 'El Caballero' aportó la nota lunática a la noche con un saludo de bienvenida montado sobre la batería y una manera de tocar que recordaba a otro desaparecido showman de los 60-70 del siglo pasado: Keith Moon, baterista de The Who, que era todo un espectáculo verlo en directo (o en diferido). Pero Embusteros son mucho más que formas y maneras.

Temas elevados, interpretación purista, guiños a la Judería cordobesa y una estupenda voz de José Espín mezcla curiosa entre La Unión y Bumbury y homenajes a Tino Casal ('Eloise'). Ellos hicieron cantar a La Axerquía con su 'Tu calor me quema'. El excantante de Nacional Cuarta lo había advertido de antemano: "Os vamos a hacer cantar aunque el 90 por ciento de los que estéis aquí no conozcáis la canción", fue su advertencia... Y cumplió la amenaza. El público la coreó a capela arrancándole una sonrisa de complicidad a quien tiene mucho que decir todavía en el panorama musical nacional.

Problemas técnicos

Lo dicho. Surgieron los problemas técnicos. El público acabó sentado en el suelo mientras más de uno se preguntaba "¿pero éstos son de verdad de Córdoba?" y el ambiente se enfrió a marchas forzadas. Parecía imposible remontar el vuelo, pero los Elefantes lo lograron. Desde que sonaron los primeros acordes de un grupo veterano que tiene en sus venas el sonido de los Brincos y sobre todo el propio Shuarma, el espíritu de Junior, porque no hay grupo de Indie que no tenga el rabillo del ojo puesto en las glorias pretéritas que han dejado su legado musical para las próximas generaciones.

Elegancia y buena puesta en escena, una voz prodigiosa que se elevaba por encima de los acordes y un tema homenaje a su ídolo, José Luis Perales, 'Te quiero', que provocó el sorpresón de la noche: La salida en tromba del trío Sidonie para cantarla junto a Elefantes en el escenario. Algo que queda bien (arrancó los gritos y aplausos de los aproximadamente 400 espectadores que acudieron al subfestival) y que, todo hay que decirlo, gusta mucho en la escena Indie y más cuando la cuna de ambos es la misma: Barna.

Avanzaba la noche, y eso que había comenzado con media hora de retraso, y a las 02.00 de la madrugada, con el cuarto creciente señoreando el cielo a espaldas de La Axerquía, le tocó el turno a los Sidonie, después de resolver por segunda vez los problemas técnicos con el sonido. De poco sirvió que cada grupo llevara su tarima móvil con la batería instalada para ganar tiempo, porque se esfumó una hora entera en solventar las dificultades de cables y micrófonos. Pero no había enfado, ni por esa triste situación ni por la ausencia de público, porque eran sabedores que buena parte de los presentes había acudido a verlos a ellos. Se entregaron, se dieron y hasta se lo pasaron bien. Porque abajo, a sus pies, los que no botaban, cantaban y eso a cualquiera le agrada.