Opinión

El agua nuestra de cada día

Hace unos días la NASA descubrió que en ciertas zonas de Marte hay agua congelada a unos 2-3 metros de profundidad, es decir, fácilmente asequible a procesos de extracción. Ese hecho haría mucho más factible la consecución de los sueños de muchos basados en la conquista del espacio, aunque vista la gran capacidad que tenemos para embarcarnos en labores de destrucción en lugar de afrontar el futuro construyendo, se me antoja una utopía. La ciencia, por su lado, poco a poco nos va enseñando que podemos, que tenemos capacidad de avanzar en el conocimiento y de embarcarnos en ir cruzando fronteras aunque parezca que no parece importar a quienes deben tomar las decisiones.

Este artículo no es tan ilusorio y solo va a hablar de la base de toda la vida que conocemos: el agua. Cualquier estudiante de secundaria o bachillerato les podrá decir que el agua es una molécula formada por dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno formando un dipolo eléctrico. Su estructura le confiere las propiedades que tiene de solidificarse a 0 ºC, de formar vapor a partir de 100 ºC y de ser líquida entremedias. Aunque cuando es pura, muy pura, puede mantenerse líquida hasta los -42 o -48 ºC.  Pero lo que a cualquiera no se le escapa es que el agua es el vehículo de la vida. Sin ella no podemos concebir la presencia de organismos vivos ya que, al menos en nuestro planeta, todos los organismos vivos formados por células (excluyo a los virus por sus particularidades) están formados en su gran mayoría por agua. Y por eso debemos consumir una cantidad suficiente cada día a riesgo de deshidratarnos y tener graves problemas. Tal vez por su importancia existan tantas recomendaciones sobre su consumo, algunas interesantes y otras descabelladas.

Comencemos por lo más sencillo contestando a la pregunta de cuánta agua debemos beber al día. Esa es una buena pregunta ya que según a quien preguntemos nos dirá una cosa o la otra. La recomendación general es de 2 litros de agua al día. Pero, en realidad, es que eso depende de muchos factores y el primero es la velocidad con la que perdemos agua. Obviamente, durante el invierno la pérdida de agua es mucho más lenta que durante el verano que por transpiración y sudor perdemos más. Así que el consumo de agua deberá ajustarse a las necesidades de nuestro cuerpo. Por eso recomiendo preguntarle al cuerpo y si tenemos sed, beber y si no la tenemos, no hay porqué hacerlo. Aun así hay personas esposadas a una botella de agua que beben y beben y vuelven a beber en la creencia de que mucho es mejor. No, no se equivoquen, mucho puede ser incluso tóxico aunque sea agua. En toxicología se dice que todo compuesto es tóxico y su toxicidad depende de la dosis. Por poner un ejemplo fácil, sabemos que el jamón de jabugo cinco jotas es estupendo e incluso sano por la cantidad de ácido oleico que contiene. Pero si nos tomamos cinco kilos al día seguro que nos ponemos de lo más malito. Igual le pasa al agua, si te pasas, puedes morir por hiperhidratación o intoxicación por agua. Pero cuidado con las personas mayores ya que uno de los problemas que con la edad se pierden sensaciones y entre ellas la sensación de sed. Por eso hay que ser cuidadoso a edades avanzadas y evitar la deshidratación.

Y luego podemos pasar a los cuentos sobre la calidad del agua que tomamos. Voy a pasar por arriba las tonterías para ricos de las aguas de paraísos perdidos en las antípodas de nuestro país que no aseguran nada de nada. Eso sí, cuestan un pastón. A todos nos enseñaron que el agua es incolora, inodora e insípida. O lo que es lo mismo, que no tiene color (a no ser que tenga algo disuelto en ella), que no huele (a no ser que tenga algo disuelto en ella) y que no sabe (a no ser que tenga algo disuelto en ella). Por todo ello, las diferencias de sabor entre diferentes aguas potables  se debe a lo que tienen disuelto en ellas que por lo general suele ser inocuo como cal, sales, minerales y cosas por el estilo y al cloro que se les añade para potabilizarlas. Por ello, los sistemas de potabilización de nuestras ciudades aseguran que por los grifos salgan agua de calidad, bebible y sana que, salvo problemas, nos hidratará sanamente. Pero claro, con cierto regusto que depende de la ciudad por aquellos minerales disueltos en ellas.

Pero para aquellos que no se fíen podemos consumir el agua de conocidas marcas que embotellan agua llamada mineral (como si la otra no lo fuese, vaya). Es cuestión de gustos y yo mismo consumo agua embotellada de una marca específica porque su sabor es el que más me gusta porque apenas sabe a nada. Por cuestión de gustos elijo un tipo de cerveza o vino, pero no viene a cuento en esta ocasión. A aquellos que les guste buscar peligros en la vida, según algunos el beber agua embotellada es jugar a los dados con el destino ya que por ahí encontrarán ustedes cientos de páginas avisando de los múltiples problemas que varían entre las intoxicaciones, las infecciones y el riesgo de sufrir enfermedades terribles como el muy recurrido cáncer. Pero en esas fuentes no encontrarán ustedes ningún estudio científico realizado al respecto y nada por el estilo. Pero ellos se divierten asuntando a la población. Pero si los creen, beban de grifo, les saldrá más barato y no estarán en peligro. Eso sí, si viven en un lugar donde el agua es alta en sales de calcio tengan en cuenta que sí que es cierto que altas cantidades de calcio pueden ser un factor importante para que se creen piedras en el riñón.

A pesar de la seguridad del agua potable podemos encontrar métodos para “mejorar” el agua que sale de nuestros grifos. Ninguna de esas cosas por las que debemos pasar nuestra agua la mejorará porque nada de lo que añadan o retiren (si es que añaden o retiran algo) mejorará nada. La que más divierte es la que habla de hidrogenar el agua. Según los vendedores de este artilugio, estos aparatos rompen estructuras formadas por múltiples moléculas de agua (H2O) en estructuras menores más acordes con nuestra vida. Lo malo de este argumento es que la característica física del agua para que se encuentre en estado líquido es la de que forme estructuras con varias moléculas unidas (cinco a seis) mediante enlaces débiles (llamados de puentes de hidrógeno) que van cambiando continuamente. O lo que es lo mismo, que dudo mucho que esos carísimos hidrogenadores o cualquier otro aparato llamado potabilizador (que se usa ya sobre agua potabilizada) hagan algo para mejorar las características del agua que bebemos y menos aún que afecten positivamente a nuestra salud. Pero ustedes son muy libres de hacer uso de su dinero tienen un par de cientos de euros de más.

Y como esto de las aguas que has de beber no puede escapar de las modas, ha aparecido una nueva y muy peligrosa: la llamada raw water o agua cruda. Una moda peligrosa basada en beber, previo embotellamiento y distribución, agua no potabilizada procedente de manantiales naturales incontrolados o de agua de lluvia de escorrentías. Es decir, es el agua que aún no ha pasado por análisis de tóxicos o microorganismos y no ha pasado por los procesos de potabilización que la hacen segura para su distribución. Aquellos que abalan su uso, utilizan el argumento de lo natural que es esta agua que no ha sido tratada. Aunque también son muy naturales muchas sustancias venenosas, tóxicas o microorganismos que nos pueden producir graves gastroenteritis como los bichitos del tifus o el cólera muy conocidos en aquellos lugares del mundo que han sufridos catástrofes naturales y no disponen de agua potable. Lo curioso es que esta moda ha aparecido entre los ricos e inteligentes habitantes de Silicon Valley, en California, Estados Unidos. Una nueva vertiente de las modas que enfrentan lo natural como bueno a lo procesado como malo olvidándose de lo más importante que es lo que es tóxico de lo que no lo es.  

Termino regresando al inicio de este artículo mientras escucho la banda sonora de The Greatest Showman, en concreto la pieza que habla de Millones de sueños. Habla de no poder dormir cuando se tienen millones de sueños para realizar y para mejorar el mundo. Tal vez los soñadores sean los que afrontan el futuro mirando a las posibilidades, a lo que se puede hacer, a creer que se puede y buscar formas de cómo se puede hacer. Por eso, buscando, descubriendo, cubriendo los huecos, se puede abordar conquistar un planeta tan lejano como Marte pero, antes, sabiendo si se puede tener agua disponible para poder vivir. Sin ella, no será posible.