GASTRONOMÍA

¿Sabían que hay un tinto de verano cordobés elaborado en La Rambla? (Y una gaseosa casi centenaria)

La empresa Alguacil, fundada en 1923, está empezando a extender su dos variedades de vargas
El vargas tradicional y la variedad con limón de Alguacil, en La Rambla
photo_camera El vargas tradicional y la variedad con limón de Alguacil, en La Rambla

Hay dos corrientes irreconciliables. La primera dice que vargas viene de la mezcla de VALdepeñas y GASeosa, con una erre que el acento cordobés coló más tarde. La segunda que se debe al apellido Vargas, de Federico Vargas. Ese apellido daba nombre a su venta, situada en El Brillante y muy popular en los años veinte y treinta del siglo pasado. Allí se empezó a echar sifón al vino tinto. Puede haber, por qué no, una opción intermedia. Llamar al Vargas L.B.C.R.E.T.V (la bebida conocida en el resto de España como tinto de verano).

Tradicionalmente el vargas se elaboraba en todos los bares y restaurantes mezclando el tinto con la gaseosa. Pero hace años empezaron los grifos y más tarde la bebida ya mezclada en botellas de diversas marcas, siendo las más populares hoy día La Casera, Don Simón o Sandevid. Lo que al principio no parecía una buena idea sin embargo ha cuajado y es ahora cuando el cliente que lo desee ha de especificar en el bar si quiere un vargas hecho a lo que se puede considerar ya la antigua.

Sin embargo en la tierra del vargas no había surgido una iniciativa en ese aspecto. Hasta hace unos cuatro años. Entonces empiezan las investigaciones con fórmulas en la empresa Alguacil, de La Rambla. Y ahí están los dos vargas o tintos de verano cordobeses de pura cepa. El Alguacil clásico y el Alguacil con limón. Si bien la idea es de 2016, es ahora cuando sus responsables están haciendo más por su conocimientos y distribución. 

Así nos lo cuenta Antonio Alguacil, que junto a sus hermanos Ricardo y José Luis representan a la tercera generación de esta familia en un negocio que tiene ya casi un siglo, pues se fundó en 1923. Su fundador fue el tío del padre de estos tres hermanos, Rafael Alguacil Romero. Luego cedió el paso a padre de ellos, Antonio Alguacil. 

La empresa nació como fabricante de gaseosa y zarzaparrilla, una bebida no alcohólica que se considera precursora de los refrescos de cola y que se hacía con extracto de la raíz de la smilax, un tipo de zarza, para azucararse después de diversas maneras. Hoy día prácticamente sólo existe en las frases de algunos vaqueros de antiguas películas del oeste, que suelen pedir una al llegar al Saloon. 

Y si bien la zarzaparrilla cayó en desuso, la gaseosa Alguacil se sigue fabricando. Córdoba tiene por tanto una gaseosa casi centenaria, y la única que queda tras el cierre hace décadas de la gaseosa Pijuán, que llegó a ser muy popular y tenía su fábrica en el actual bulevar Hernán Ruiz de la capital, en Cercadillas. "No hay ya ninguna empresa familiar que haga gaseosa en Andalucía, sólo nosotros", señala Antonio Alguacil (hijo)

Es por tanto el vargas Alguacil el nieto o bisnieto de esa gaseosa, una criatura nueva que de momento se comercializa sobre todo en pueblos muy cercanos a La Rambla, como Montilla,  y también en otros algo más alejados como Montoro. En la capital se vende en estos momentos en algunos pocos locales. La gaseosa, pese a su provecta edad, casi queda para el propio pueblo, al menos hasta ahora. También la hay blanca y de limón.

Y si hablábamos de que la zarzaparrilla fue el precursor de los refrescos de cola, tan secreta como la fórmula de la Coca-Cola es la de estos tintos de verano. Antonio se niega bromeando a que conozcamos los ingredientes y cómo se combinan. Eso sí, se trata de un producto artesano con la voluntad de resultar los más natural posible. Tiene los mínimos añadidos para su conservación y por ello, nos explica Antonio, se fabrica para que dure sólo unos seis meses. Su vida es corta por ese propósito que se extiende a otros ámbitos de la fábrica, pues reciclan los "cascos" y además utilizan unas antiguas cajas de madera para el transporte. Plásticos: los menos posibles.

"La gente quiere comodidad, y vimos que cada vez se vendían menos gaseosas precisamente porque había ya vargas embotellados, así que era o cerrar o inventarse algo". Dicho y hecho. "Escogí un tinto bueno, fui haciendo pruebas hasta que salió lo que esperaba, y está siendo un éxito". Esto es lo máximo que se le puede sacar a Antonio sobre el producto. 

Y ojo, porque en este 'renovarse o morir' Antonio Alguacil nos cuenta que siente verdadera curiosidad por la zarzaparrilla. Por su edad, y a pesar de trabajar en una fábrica que la elaboraba, no llegó a conocerla. "No la he probado, ni siquiera la he visto ni sé qué color tiene". Y es que le está picando el gusanillo de investigar en esa dirección y así nos lo hace saber. Quién sabe si en poco tiempo puede haber de nuevo una zarzaparrilla cordobesa.