BARRIOS

'San Lorenzo existe' vuelve a pedir una intervención en una casa del barrio que se sirve de palomar

La casa está en la calle Montero
El número 38 de la calle Montero al parecer tiene un uso de palomar
photo_camera El número 38 de la calle Montero tiene un uso de palomar

La asociación San Lorenzo existe ha vuelto a registrar una solicitud de intervención para solventar la situación del número 38 de la calle Montero. Se trata de una casa que se usa como palomar y sobre la que pesan numerosas denuncias. La asociación informa además de que habrá una más que en breve pondrá la junta municipal de distrito "con independencia de las sanciones administrativas resultantes, no acaba de culminar en una intervención del servicio de inspección del área de Salud de este ayuntamiento, que puede haberse afectado por la pérdida de personal", ha declarado el presidente de la Asociación, Manuel Ortega. 

 Según Ortega "entendemos que dado el contexto actual y los riesgos de Insalubridad manifiestos que la explotación como palomar de la casa ocasiona para la vecindad se hace necesaria una actuación definitiva desde los servicios de Inspecciòn radicados en el área de Salud de este Ayuntamiento".

La asociación vecinal, dio a conocer  el pasado febrero que el palomar de esa vivienda, pese a estar registrado como núcleo zoológico de ocio, "contraviene lo establecido en el Decreto 4/2006, de 18 de enero, por el que se crea y regula el Registro de Explotaciones Ganaderas de Andalucía". Por tanto, no puede estar a menos de 500 metros del casco urbano.

Entre otras cuestiones, para que ese palomar entrada dentro de la normalidad, según la normativa, debería contar con el aislamiento adecuado, que evite el posible contagio de enfermedades a o de ordinales extraños, así como construcciones, instalaciones y equipos que proporcionen un ambiente higiénico, defiendan de peligros a los animales y faciliten las acciones zoosanitarias.

Agua potable

Otro elemento imprescindible es la dotación de agua potable o facilidades para la eliminación de estiércoles y aguas residuales, de forma que no entrañen peligro de contagio para otros animales, ni al hombre. A eso hay que añadirle recintos, locales o jaulas de fácil lavado y desinfección para el aislamiento, secuestro, y observación de animales enfermos o sospechosos de enfermedad.