SEGÍUN UN ESTUDIO DE LA FUNDACIÓN ADECCO

Córdoba bate un nuevo récord de envejecimiento con casi un 114 por ciento

Se sitúa como la provincia más envejecida de Andalucía por detrás de Jaén, frente a las cifras de finales del siglo XX, cuando es tasa estaba todavía por debajo del 45 por ciento

union de levante
photo_camera La sociedad cordobesa ha envejecido a un ritmo muy rápido y se trata de un proceso imparable

La provincia de Córdoba ha batido un nuevo máximo histórico de envejecimiento en Córdoba, ya se contabilizan casi 114 personas mayores de 64 años por cada 100 jóvenes de 16, es decir una tasa del 113,6 por ciento, según datos de la Fundación Adecco, a partir de las cifras de envejecimiento en España hechos públicos por el Instituto Nacional de Estadística (INE).

Esas cifras, una vez más, reflejan una tendencia que parece imparable, y es que España es cada vez un país más envejecido, donde el índice de longevidad no para de crecer. Así, en 2016 se ha alcanzado un nuevo máximo histórico, del 116%. En Andalucía esta cifra es inferior (94%), tratándose aún de una sociedad joven. Sin embargo, llama la atención el hecho de que su tasa de envejecimiento no ha dejado de incrementarse en los últimos años, indicando los pronósticos que en menos de un lustro (cinco años) pasará a ser también una sociedad envejecida.

El envejecimiento en Córdoba, sin embargo, se parece más al nacional que al andaluz, lo que la convierte en la segunda provincia más envejecida de Andalucía, por detrás de Jaén, que registra una tasa de longevidad del 117,4%.

Córdoba sólo está por debajo de Jaén, que cuenta con una tasa de envejecimiento superior al 117 por ciento

Las comparativas anuales, además, demuestra que esta situación siempre ha ido a más, si bien contrastan las cifras actuales con las de finales de siglo XX, cuando Córdoba era aún joven. Y es que en 1985 se contabilizaban apenas 45 mayores de 64 años por cada 100 menores de 16, con lo que por entonces era una sociedad en plena expansión y con potencial para crecer económica y laboralmente. Con era cambio de siglo la tasa prácticamente se dobló, con un 86,8 por ciento, mientras que para el primer lustro del XXI ya alcanzó cotas del 96,2 por ciento. Durante la última década la evolución también ha ido a más, pasando del 103% en el año 2010 hasta los actuales 113,6%.

El resto de provincias andaluzas se sitúan en un 101,8% de Granada; un 98,8% en Málaga; un 92,5% en Huelva; Cádiz se queda con un 86%, Sevilla, con un 85,3% y la más 'joven' es Almería, con un 78,5%, que no deja de ser elevado.

Por Comunidades Autónomas, lidera el envejecimiento Asturias, con un índice del 207,2%, seguida de Galicia (190,5%) y Castilla León (187,5%). En el otro lado, Ceuta y Melilla, Murcia, Andalucía y Baleares son las únicas regiones con una mayor proporción de jóvenes. La única que tiene un mayor potencial es, precisamente, Melilla, con una prometedora tasa del 39,4%.

Desde el año 2000, España es un país envejecido, lo que significa que cuenta con más personas senior que jóvenes. El aumento de la esperanza de vida y la disminución de la tasa de natalidad son los principales causantes de esta realidad. Se calcula que en 2030 los mayores de 65 supondrán el 30% de la población, frente al 18% actual. En este momento, cuando empiecen a jubilarse en masa los babyboomers (nacidos entre 1958 y 1977), unas cohortes sensiblemente más reducidas deberán soportar el coste de la atención de las pensiones y sus cuidados sociosanitarios.

Cotizaciones y pensiones

Según Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco, "la relación cotizante-pensionista es actualmente de 2,2, considerándose una ecuación sostenible a partir de 2,5 contribuyentes por cada jubilado. Si continúa esta tendencia, para 2052 se estima que, por cada persona inactiva, habrá poco más de una persona trabajando, lo que sin duda pone en peligro la sostenibilidad de nuestro sistema".

Ante esta realidad, Mesonero destaca que "urge tomar medidas que frenen los efectos de este envejecimiento imparable y alcanzar acuerdos de Estado y dedicar un mayor porcentaje del PIB a la familia, impulsar políticas activas contra la discriminación por la razón de edad, sensibilizar al tejido empresarial para que apueste por la fuerza laboral senior, y empoderar a los demandantes de empleo de más edad para que adquieran herramientas clave que les permitan competir en el mercado del siglo XXI".

A la luz de estas cifras, queda patente la necesidad de apostar por la fuerza laboral que, hasta el momento, ha sufrido más discriminación en su acceso al empleo, principalmente los mayores de 45 años que experimentan exclusión de edad como consecuencia de su edad.

Según Mesonero, "aunque actualmente los mayores de 45 años están ocupando buena parte del empleo creado, esta situación obedece más a una cuestión estadística (representan aproximadamente el 40% de desempleados), unida a otros factores como la posibilidad que tienen las empresas de contratar a estos profesionales por condiciones más económicas o la necesidad de compensar la marcha del talento joven a otros países, en busca de mejores condiciones".

Las personas con discapacidad registran una tasa de actividad del 36%, mientras que las mujeres siguen en niveles del 53% y hay que estimular su incorporación al mercado laboral

Sin embargo, en opinión de la Fundación Adecco, "el gran reto es convencer a las empresas de que recuperar el talento senior es una ventaja competitiva. Por ello, se ha de dar por clausurada la etapa de discriminación al trabajador mayor de 45 años, teniendo en cuenta que están en el ecuador de su vida profesional y que, además, cuentan con valores que les hacen altamente competitivos como la experiencia, la madurez o el control emocional, recalca Mesonero.

Pero además de los mayores, existen otros sectores de la población, tradicionalmente más inactivos, que van a resultar clave para que la economía del país sea sostenible. Son las personas con discapacidad o mujeres con responsabilidades familiares no compartidas. Las primeras registran una tasa de actividad de apenas el 36%, lo que significa que un 64% de las que tienen edad laboral no tiene empleo ni lo busca. Las mujeres, por su parte, continúan con una participación en el mercado inferior a la de los hombres, con una tasa de actividad del 53% frente al 65% masculino.

Según Mesonero, "es necesario estimular su incorporación al mercado laboral y derribar los prejuicios y estereotipos que siguen lastrando su participación en igualdad de condiciones, y no es sólo por una cuestión de ética o justicia social, sino porque nuestra economía necesita de su talento para ser sostenible en el tiempo".