Paco Pino, PRESIDENTE de A PLENO PULMÓN

"Nuestros médicos y los donantes son lo mejor de la sociedad, salvan vidas"

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photo_camera Paco Pino, presidente de A pleno pulmón

Con sus casi ochenta años, Paco Molina, un vecino de La Rambla, camionero de profesión ha sido y es uno de los protagonistas de la Semana de la Donación que se ha celebrado en el hospital Reina Sofía de Córdoba. Lleva una veintena de años con el pulmón prestado de la generosidad de los ya 1.000 donantes.

Gracias a la operación a la que sometió en 1999, Paco tiene fuerzas y energía para seguir viendo crecer a sus nietos y trabajar duro en la concienciación de hábitos de vida saludables para evitar enfermedades que conlleven la necesidad de un trasplante: "Cuando la vida te reta con una enfermedad como el enfisema pulmoral, no te queda otra que sobrellevarlo, pero no te lo busques fumando, hombre" dice con la sencillez de quien un día, de repente, se vio atado a un respirador que a duras penas le permitía levantarse del sofá a la cama.

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La psicóloga de la asociación A pleno pulmón, Mari Ángeles Castillo dice que Paco es un ejemplo para pequeños y mayores por su motivación, sus ganas de hacer lo imposible por ayudar en lo que haga falta. "Las personas que se someten a un trasplante, exprimen cada minuto de la vida como si fuera el último".

Además, el trasplante no es la panacea. Conlleva una medicación de por vida que no pueden dejar de tomar ante ninguna circunstancia y deben adaptar su día a día al nuevo órgano siguiendo siempre las prescripciones médicas con controles rutinarios para comprobar que todo va correctamente.

¿Por qué necesitó ser trasplantado?

Yo caí malo en 1986 y estuve ingresado en Los Morales. El doctor Lama me diagnosticó un enfisema pulmonar y me trasladaron a Reina Sofía hasta que después de muchas entrevistas y pruebas me dijeron que la única solución era trasplantar.

Después del trasplante, nada vuelve a ser como antes. Su vida cambia por la medicación y los hábitos que tiene que llevar.

Yo me considero un afortunado porque no tuve rechazo al órgano. Pero es verdad que al año, me llevé un gran susto porque un simple resfriado me hizo estar ingresado una semana porque se me complicó un poco. Pero gracias a Dios desde entonces, me encuentro estupendamente. Tengo que ir a mis revisiones periódicas pero nada más.

La operación fue como volver a nacer. Ahora mismo no tengo problemas de ninguna clase, yo estoy fenomenal. Sólo que no puedo tomar alcohol y tengo que llevar una vida sana. 

La operación fue como volver a nacer

El tabaco, que acaba carbonizando los pulmones.

Casualmente, no fue mi caso. He fumado un cigarro de vez en cuando pero no era fumador. Mi enfermedad no se desarrolló por eso. Ahora, como presidente de la Asociación Andaluza de Trasplantados de Pulmón quiero recalcar que el tabaco es lo más malo del mundo y contra el tabaco hicimos una auténtica guerra en el hospital.

Y es que además fumar es un gasto doble, de dinero y de salud. Tenemos que acabar con este hábito que es el culpable de la mayoría de los casos de las personas que necesitan un pulmón para vivir.

El tabaco es lo más malo del mundo y contra el tabaco hicimos una auténtica guerra en el hospital

Con mesas informativas, sensibilizando.

No, no. Nosotros ocupábamos las escaleras del hospital dando guerra a todo el que se encendía un cigarrillo. Antes se fumaba en los pasillos de los hospitales, pacientes y médicos y eso no lo podíamos consentir los que habíamos estado al borde de la muerte por una enfermedad pulmonar. Si la enfermedad te viene, no puedes hacer otra cosa, pero buscártela con el tabaco es responsabilidad nuestra.

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Después hemos hecho todo tipo de campañas, cambiando naranjas por paquetes de cigarrillos. Lo que sea para concienciar a la gente del peligro de fumar para la salud.

¿Un jarro de agua fría?

Mi señora no quería. Antes no teníamos tanta información y le daba muchísimo miedo por si me pasaba algo en la operación pero es que cuando me iba a pasar era si no me operaba.

¿Cómo era su vida antes de la operación?

No podía ni agacharme a coger una caja de frutas. Tenía el oxígeno todo el día puesto pero mis niveles no subían de 60 por ciento de capacidad. Me ahogaba con cualquier cosa. Estaba condenado a estar del sofá a la cama y yo esa vida no la quería. Con cualquier esfuerzo, me caía al suelo.

No podía ni agacharme a coger una caja de frutas

Ahora, a través de la asociación de trasplantados de pulmón "A pleno pulmón", ¿que pretenden conseguir?

En los años 70, la enfermera Amalia Torres fundó la asociación y ahora estamos unas 300 familias. Desde la asociación se apoya a las familias y a los pacientes que van a la sede pero también se visitan en el hospital, dando pautas para afrontar la situación.

Nuestra psicóloga, Mari Ángeles, hace una labor muy necesaria porque en estos momentos el apoyo es tan necesario como el trabajo de los médicos. Las familias se derrumban.

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El de pulmón es uno de los trasplantes con más éxito, pero habrá casos que le han dejado huella.

No se me va a olvidar nunca un chaval de Almería de 19 años que no salió del quirófano. Estuvimos horas con su familia en la sala de espera.

Durante todo el proceso, médicos, familiares y miembros de la asociación se convierten en una pequeña familia.

Para mi, el doctor Ángel Salvatierra, que se encargó de mi operación, es una de las mejores personas de mi vida. Como médico, el mejor, pero es que su humanidad no tiene límites. Sólo cuando tu vida o la de las personas que quieres depende de algo es cuando valoras lo importante que es la sanidad pública, el no tener que pagar ni una "perra" para poder seguir viviendo. 

Este mensaje no sólo se tiene que dar durante la Semana del Donante sino a lo largo de todo el año: nuestros médicos y los donantes son lo mejor que tiene la sociedad, son ellos los que consiguen salvar vidas.

Córdoba en particular pero España en general lideran la solidaridad de la donación.

Y hay que estar muy agradecidos porque el momento en el que se pide un órgano es cuando un familiar al que queremos ha muerto. No es fácil y los doctores lo saben. Por eso es incalculable el valor que tienen no sólo quienes nos enfrentamos a la operación, sino quien nos regalan un trocito de su ser querido.

Paco Pino

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