Francisco Mulero es hiperactivo y confiesa que no sabe decir no. Por eso no sólo aceptó tomar el relevo de Máximo Doval, sino que compagina la gerencia del Mercado Victoria con la presidencia de la Asociación de Empresarios del Valle del Guadalquivir, una vocalía de la Cofradía del Salmorejo Cordobés y también está en la Junta Directiva de la asociación Córdoba Apetece, entre otras actividades.
¿Cómo han sido estos primeros seis meses al frente del Mercado?
Pues la verdad es que ha sido una etapa muy fructífera y muy bonita. Es un encanto, un placer, una ilusión estar aquí trabajando con este excelente equipo que forma el Mercado Victoria y de poco a poco hacerme con el pulso, ir conociendo las interioridades del mercado, cada puesto, cada departamento, a las personas, ahora he pasado a estar como pez en el agua.
Usted viene del ámbito hotelero. ¿Es muy diferente su trabajo en el mercado a lo que había hecho hasta ahora?
Yo lo veo igual, lo único que le falta al mercado son las habitaciones. Además, yo he nacido y crecido en el ámbito hostelero y me he movido en establecimientos con restaurante y aparte de estudiar turismo también hice un máster de Gestión de Restauración y he sido profesor de la Escuela de Hostelería de Córdoba, y al final es muy parecido, mucha organización y estar muy en contacto con los trabajadores de los puestos, que son la imagen del mercado, y con los clientes y amigos que vienen a diario.
Cuando tomó el mando del mercado uno de sus principales objetivos era crear sinergias con otras entidades e instituciones sobre todo, del ámbito turístico.
Sí, son etapas que va creando el propio mercado. La parte más dura la sacó mi antecesor, Máximo Doval, que fue quien abrió el mercado. Cuando me incorporé, debido a mis contactos en el ámbito turístico, me propuse crear esas sinergias con touroperadores, agencias de viajes, oficinas de turismo, entes públicos y organizaciones privadas para abrir un poco lo que es esta joya. Hemos hecho encuentros con asociaciones y grupos empresariales de distintos sectores y más que tenemos que ir sacando, sobre todo a nivel turístico.
¿Cómo describiría la situación del mercado actualmente?
Es sorprendente que hay empresarios que para ubicar sus empresas utilizan como referencia el Mercado Victoria. Se ha convertido en un punto de referencia y la acogida por parte de los cordobeses ha sido fenomenal y la cuota de visitantes de fuera de la ciudad va creciendo, estamos en torno a un 30%. Además, la alta calidad que tenemos en todos y cada uno de los establecimientos que conforman el mercado hace que el nivel de satisfacción de la experiencia vivida dentro sea muy alto. Tenemos todos los puestos cubiertos y hasta lista de espera. En redes sociales estamos moviendo cerca de 50.000 personas. Solamente en Facebook tenemos 22.000 seguidores. Y el mercado es un sitio muy divertido. Tenemos un target de clientes amplísimo, por aquí pasa gente de todas las edades.
Después de dos años se puede decir que el mercado está consolidado. ¿Cuáles son los objetivos ahora?
Aquí hay que inventarse diariamente. Hace nada hemos hecho la redecoración de la terraza de Sojo y de la interior, estamos siempre innovando y tratamos de colaborar con todo lo que sucede en la ciudad, sirviendo como ventana, como plataforma para que se nos utilice. No paramos de hacer actividades culturales, gastronómicas, talleres, clases de baile de salón, mercadillos, exposiciones, estamos patrocinando Califato Gourmet… No paramos de trabajar para que las actividades y todas las ideas que sacamos adelante atiendan las necesidades de nuestra clientela. Siempre tenemos que ir avanzando y mejorando.
Hay quien, a pesar de las muchas actividades que desarrolláis, ven el mercado simplemente como un lugar donde tomar una copa y no como un centro de cultura y promoción de los productos cordobeses.
Quien piense eso es que no lo conoce. Son muchas horas las que está abierto el mercado, desde las ocho de la mañana hasta las dos o las tres de la mañana y el que diga eso es que no viene mucho. Es verdad que tenemos a Sojo, que es un punto de ocio, pero lo veo necesario y, además, complementario: La gente quiere comer y luego tomarse una copa relajado o compartir un rato con los amigos.
