Según la tradición judeocristiana-cristiana, al séptimo día Dios descansó después de llevar a cabo su magna obra. Trasladado a algo mucho más pegado a la tierra, el Córdoba CF ha podido descansar por fin tras conseguir su primera victoria en Liga siete jornadas después de que ésta comenzara. Y se ha conseguido rompiendo la racha de tres victorias seguidas del rival, el Almería, que venía a El Arcángel muy fuerte de ánimos, aunque sabedores de que delante tenían a un contrario extremadamente necesitado de puntos, a ser posibles tres de golpe.
Para rematar la faena, el gol, de muy bella factura, en el minuto 73, se marcó como sólo un delantero centro natural, como es el italiano Piovaccari, puede hacerlo: Con ganas, rabia e instinto asesino. El de Gallarate, un gentilicio que alude directamente a la tradición celta del Norte de Italia, terminó una excelente jugada del Córdoba en la que intervinieron también de manera muy acertada sus compañeros Jaime, uno de los mejores durante la segunda mitad, y Álvaro Aguado, con su característica camiseta por debajo del pantalón, que partido a partido está demostrando ser uno de los valores en alza del club blanquiverde.
Pero es que antes, durante todo el encuentro, el italiano lo intentó de mil maneras, y, de hecho tuvo en sus botas la única ocasión gol clara de la primera mitad al quedarse en una mano a mano con René, pero la lanzó excesivamente elevada. Una primera mitad, por cierto, en la que el dominador claro fue el Almería, tanto del tempo como del balón, hasta el punto de que a lo largo de todo el partido la posesión del balón es claramente de los almerienses, con un abrumador 61%, pero de nada le sirvió.
Es verdad que la primera mitad fue muy intensa, porque se luchó por el balón en cada centímetro del campo tratando de asfixiar al rival y eliminar sus posibilidades de juego. En definitiva una tipo de fútbol propio de la Segunda división que apenas sirve para generar afición, pero útil a la hora de guardarse las espaldas y prevenir goles rivales. Pero algo pasó tras el descanso. Jaime y Loureiro tantearon tanto la banda derecha para generar ataque que parecía un coladero y ahí se produjeron un par de ocasiones que lograron despertar por fin al público. Parecía que se podría ver otro partido. La primera fue del propio Jaime en el 54, con un buen disparo que rechazó el canario y la segunda, apenas un minuto y medio después, de Piovaccari.
La curiosa celebración
Más de uno sospecha que estaba necesitado tanto de lograr los tres goles como de cumplir una promesa con una celebración especial. Y así fue. En el 73 rompió el maleficio blanquiverde y tras celebrarlo dejando abrazarse por el fondo sur, se sacó una carta de poder que representaba un 9 de diamantes y se lo colocó en la boca. El gesto le costó, para su sorpresa, la amarilla, pero la promesa, o lo que quiera aquello (también podría ser una apuesta) pudo llevarla a cabo.
A partir de entonces, el Córdoba cedió terreno al rival. Daba la sensación de que le gusta sufrir. Cedió también el balón y las ocasiones. Hasta que los dos se desgastaron en una estúpida tangana propia de patio de colegio y ambos perdieron a un jugador: Corpas por roja directa y Aythami por doble amarilla. Faltaban dos para el final y la fiesta ya se mascaba en la grada.
FICHA TÉCNICA
CÓRDOBA CF: Carlos Abad, Loureiro, Quintanilla, Aythami, Quezada; Bambock, Aguado (Luis Muñoz, m. 83), Quim Araujo (Blati Touré, m. 67), Jovanovic (Javi Galán, m. 63), Jaime Romero; Piovaccari.
UD ALMERÍA: René, Romera, Saveljich, Juan Ibiza (Trujillo, m. 33) Andoni López, De la Hoz; Eteki (Núñez, m. 76), Corpas, Juan Carlos Real, Luis Rioja (Sergio Aguza, m. 55), Álvaro Giménez.
GOL: 1-0, Piovaccari (m. 73.
ÁRBITRO: Moreno Aragón, del Comité Madrileño. Expulsó en el 92 a Aythami (doble amarilla) y Corpas (roja directa). Amonestó a los locales Jovanovic, Loureiro, Piovaccari, Bambock, Quezada y Aguado, y a los visitantes Sergio Aguza y César de la Hoz.
INCIDENCIAS: Partido jugado en El Arcángel ante 11.284 espectadores.
