Cultura y espectáculos

De Tchaikovsky a Louis Armstrong pasando por Sinatra y con parada en Alberto Domínguez

La Genn Miller Orchestra da una lección de profesionalidad y saber hacer en la pequeña (y abarrotada) sala del Teatro Gónglora

Glenn Miller Orchestra
photo_camera La Glenn Miller Orchestra, en el Teatro Góngora

Si alguien se adelantó realmente a su época, ése fue Glenn Miller. Un músico, que amaba la música, pensaba en concepto musical y se marchó de este mundo con gran misterio dejado un hueco enorme en el mundo de la música, a la que dejó huérfana de uno de sus hijos predilectos.

Mucho antes de que el Rock siquiera fuera concebido a principios de los 50' del siglo pasado, Miller ya había generado un tipo de Swing en plena Guerra Mundial que se aproximaba en exceso a ese concepto de un ritmo endiablado y bailable que acabaría siendo procreado del Jazz y el Blues y que volvería literalmente loca a la juventud americana a mediados del XX.

Entre tanto, a base de baladas, melodías y Jazz elegante, hizo mover las caderas -con cadencia o de forma agitada- a toda una generación que miraba con optimismo el final de Hitler y de sus aliados italianos y nipones antes de comenzar una nueva era mundial.

La Glenn Miller Orchestra en Córdoba 2

Su obra no ha acabado en el olvido. Y de ello se encarga la Glenn Miller Orchestra del Reino Unido, bajo la batuta del veterano Ray McVay, que ayer, sábado, recaló por segunda vez en Córdoba (la otra vez hace ya un lustro en el Gran teatro) para hacer un recorrido por los éxitos del genio de Iowa y mostrar alguna que otra sorpresa para un público ávido de sonido big band y que abarrotó la pequeña sala del teatro.

Hasta 23 melodías y canciones ofrecieron los miembros de una banda que es genial en conjunto, pero de excelencia en cada individualidad, eso sí con unos 20 minutos de descanso, que la edad es la edad, y que sonaron con solvencia y contundencia y con apenas algún pequeño error de interpretación o el hecho de que las voces de los cantantes quedaban un tanto por debajo de la fanfarria de vientos que las acompañaban.

Comenzaron a lo grande, con Kalamazoo y acompañamiento de palmas del público (con una edad media un tanto elevada), que a duras penas aguantaba sentado en sus asientos tan elevada carga de ritmo, para saltar a una auténtica rapsodia 'in blue' con My player interpretada por Mark Porter y deleitar con otro de los grandes éxitos de la factoría Miller: Pennsylvania
65-000, compuesta como regalo de aniversario para su esposa.

La Glenn Miller Orchestra en Córdoba 1

Pero no todo era Miller en escena. Una curiosa versión a lo Dance Band del When the saints go marching in, de Louis Armstrong, el Begin the Beguine de Mario Lanza, el Concierto de Piano de Tchaikovsky, Perfidia de Alberto Domínguez o In Spain they say si, si de las Andrews Sisters, otro trío que no dudo en viajar a animar a las tropas norteamericanas en Europa mientras combatían al nazismo a base de conciertos y canciones en directo, en esta ocasión con la voz de la encantadora Catherine Sykes.

De Glenn Miller no faltaron tampoco Sing, sing, sing; American Patrol (con unos curiosos toques rusos que convirtieron la canción más bien en Russian Patrol), Moonlight Serenade, Chattangooga Choo Choo o el remate final, como no podía ser de otro modo del universal In the Mood que dejó al público con una sonrisa permanente al salir del teatro, mientras más de uno marchaba calle abajo silbando en alto mientras soñaba en llevar smoking y tocar en una big band como la de Miller.