XXXVIII Festival de la Guitarra de Córdoba

Una delicia de concierto no apto para puristas a cargo del señor Metheny

El de Missouri presentó su guitarra Pikasso y fue extremadamente generoso con el público tanto en número de temas como en sonidos eclécticos

El señor Metheny no deja indiferente a nadie. Cuenta con recursos y registros suficientes como para no defraudar a ninguno de los diferentes tipos de seguidores que tiene: Desde los que gustan de su lado más jazzy, hasta los que prefieren el envolvente sonido de su banda al completo. Incluso los hay de esos extremadamente impertinentes, incapaces de estar en un directo disfrutando de los matices que aportan a un concierto desde los murmullos del público hasta el rumor del viento en la copa de los árboles más cercanos. Ésos lo mejor que pueden hacer es quedarse en sus casas tranquilamente disfrutando de un vinilo y su copita de güisqui en la mano y dejar a los demás vivir a su manera los directos.

Bastante buena entrada la de ayer en La Axerquía (unas 1.500 entradas vendidas) para uno de los momentos más intimistas del XXXVIII Festival de la Guitarra. Previamente, una voz femenina pedía 'encarecidamente' (más bien ordenaba) desconectar los móviles para no grabar ni hacer fotos durante el concierto. Medida que, (feliz y) evidentemente, fue obviada por el respetable. Esto es Córdoba, y la personalizada inmortalización de los momentos de la vida no se pueden controlar así como así.

Pat Metheny Quartet

El de Missouri fue generoso en su entrega temática. Realizó una amplia parada en uno de su álbumes más populares, 'Last Train Home', especialmente con el 'Minuano (Six Eight)', que sonó delicioso, incluso a oídos del más profano, para luego saltar sin pudor de ningún tipo al Free Jazz o recrearse con sonidos de Bossa y Fussion (y hasta con ciertos apuntes eskatalíticos clásicos) que envolvían una extraña noche sin luna ni estrellas, a pesar de mantener sobre las cabezas de los presentes un cielo despejado.

Con su habitual Ibanez, que cambió un par de veces para aportar notas de trompeta con la Roland, sorprendió de salida con un solo de su extrañísima guitarra Pikasso (una criatura a lo Frankenstein guitarrero de tres mástiles y 42 cuerdas y elaborada a mano por la luthier canadiense Linda Manzer) que dejó a las claras por dónde iba a seguir la actuación.

Pat Metheny Quartet 3

Merece la pena volver a un concierto del señor Metheny, ya acuda a Córdoba por enésima vez. Cada momento es diferente y la velada con Pat Metheny de ayer ('An evening with Pat Metheny') resultó todavía más especial con el brillante galés Gwilym Simcock al piano (curiosamente cubierto por una inmensa manta, como si no terminara de sacarse de su funda, para buscarle un sonido más especial), la cada vez más reclamada Linda May Han Oh (nacionalizada australiana y natural de Malasia, cuyas manos parecía veloces tórtolas sobre las cuerdas) y el increíble Antonio Sánchez, mexicano hasta la médula, que mantuvo sin pestañear -da la sensación que no le cuesta nada ser un genio- en las postrimerías del concierto una conversación mano a mano con el guitarrista, a modo de duelo entre maestros, como en un momento anterior lo hizo con el contrabajo de la única componente femenino del cuarteto, destacable no sólo por su arte, sino también por la nota de color de su intenso vestido rojo.

Vuelva usted cuando quiera, señor Metheny. Córdoba le aguarda con los brazos cada vez más abiertos.

Pat Metheny Quartet 1

Pat Metheny Quartet 4