Los Miméticos

La imagen reflejada en un ordenador
photo_camera La imagen de 'algo' reflejada en un ordenador
No hace mucho, en agosto pasado, apareció en los jardines de Los Patos de la capital cordobesa el cadáver de un indigente de avanzada edad. Parecía haber fallecido por desnutrición. Muchos pensarán que no es nada extraño, pero es que la autopsia reveló que el estómago y los intestinos estaban por completo vacíos. No había ingerido alimento alguno en semanas. Como si se hubiera suicidado.

Yo no me topé con el cadáver. Lo de la autopsia lo supe mucho después, gracias a mis contactos policiales por mi profesión, que me indicaron aproximadamente el banco del parque donde lo descubrieron y parecía que estaba durmiendo.

El caso es que tiempo después me pasé por el lugar, y como soy muy curioso y observo, me topé con un papel de calidad y buen gramaje, arrugado, pero no roto, enganchado en uno de los arbustos plantados adrede sobre el césped tratando de dar la sensación de crecimiento natural. Hubiera pasado de largo, de no ser porque estaba escrito, y eso me enganchó y atrajo poderosamente.

Era una letra preciosa, de trazo largo y fino, casi élfico. Estaba redactado sin prisas. Se notaba. y me senté en la bancada más próxima al hallazgo. Evidentemente, el contenido sí que era lo suficientemente llamativo como para plasmarlo en este blog. Decía lo siguiente:

"Somos capaces de asumir hasta el menor gesto de quien es la diana de nuestro interés. Si su tick es mirar con la duda hacia sus dedos de uñas recién comidas, nosotros lo hacemos con más naturalidad si cabe que el original. Si canta en la ducha frunciendo el ceño de determinada manera, lo
hacemos igualmente.

"Somos los miméticos.

"No simplemente imitadores.

"No copiamos. Asumimos como propia esa característica y podemos vivir con ella como si hubiera formado parte de nuestro ADN desde el origen de la concepción.

"No somos legión, pero tampoco somos escasos y estamos repartidos por todo el Orbe.

"Nuestra naturaleza podría tener su origen en una mutación, pero eso no lo puedo demostrar. La prudencia ata corta a la curiosidad en estos casos, en los que es preferible actuar como si se fuera mudo, ciego y sordo.

"Tenemos que ser transparentes, invisibles, imperceptibles a la sociedad, que nos temería y quemaría en la hoguera como brujos o adoradores del Mal en caso de saber de nosotros.

"Nosotros podemos detectarnos con sólo mirarnos a los ojos. De hecho, nos atraemos irremediablemente, por nuestra incapacidad de mimetizarnos con un igual. Hablamos, aprendemos de la experiencia ajena, nos simpatizamos y nos amamos... Sólo por un instante antes de separarnos lo más rápido y con la mayor distancia posible.

"Somos predadores (casi parásitos); rivales y de carácter solitario. Pero carecemos de territorialidad. Por eso somos pocos. Por eso somos los justos. Como los tiburones blancos.

"Sí. Sólo nos emparejamos con similares y no siempre la descendencia nace con la misma mutación. Lo notamos de inmediato. Las madres lo prueban intentando mimetizarse con ellos. Si sale positivo, lo cría desapasionadamente hasta que puede desenvolverse por sí mismo, Si la experiencia es negativa, lo abandona a su suerte, como si hubiera perdido el olor característico de las crías para las madres y dejara de reconocerlo. Por eso, creo que también las feromonas en nuestro caso son determinantes.

"Cazamos sin saber, por pura intuición.

"Y, por supuesto, tenemos una gran debilidad: Nuestra risa es tan fácil como se desata nuestra ira. Somos pura alexitimia. Una montaña rusa emocional de simas y nadires tan profundas como elevadas son las alturas del cénit en nuestros momentos álgidos. Demasiado fáciles de reconocer.

"Pero no somos crueles. No destacamos la fealdad ajena ni nos burlamos de otras debilidades, como sí hacen los no miméticos.

"Aunque sí somos peligrosos. Al adoptar el alma y la identidad casi genética de la víctima, la consumimos literalmente. Pierde la fuerza vital y a los pocos días se convierte en un saco vacío. En vida como un vegetal. Desconocemos si sufren, como tampoco sabemos si los que entran en coma sienten como cuando se movían. Pero no podemos hacer nada. Es nuestra esencia, lo natural en nosotros.

"Si alguien se pregunta el motivo de nuestra presencia, le respondería que yo tampoco entiendo para qué están los virus y, sin embargo, los tenemos por todas partes. Esos minúsculos seres sólo sirven para destruir la vida de la que se han apropiado y una vez liquidada buscan a otra para continuar con el mismo camino. No tiene en absoluto sentido, pero son.

"Y si he de ir más allá, lo mismo podría preguntaros a vosotros: ¿Para qué estáis aquí? ¿Cuál es la razón de que viváis? ¿Qué sentido tenéis más allá del derecho a vivir sólo por haber nacido? Podría ponerme pragmático y sentenciar que sois nuestro sustento, pero mucho me temo que hay algo más allá de esa extremadamente sencilla respuesta. En caso contrario, y si así fuera únicamente, los verdaderamente importantes seríamos nosotros y vosotros sólo nuestra supervivencia; nuestro ganado.

"Pero tranquilos. Ni somos tantos para amenazar vuestra pervivencia ni tampoco nos conformamos con cualquiera. La víctima siempre es especial. Brilla ante nuestra mirada y, de hecho, no se ilumina para todos nosotros, sino para quien está destinada a ser usada de esa manera. Curiosamente coincide con la belleza, con la salud y con la felicidad, como deliciosas manzanas rojas y perfectas, y eso se suele dar donde huele a dinero.

"En efecto, nuestros cotos se limitan a las ciudades grandes y acechamos los barrios por donde se suelen mover estas 'manzanas'. Pero podemos estar meses sin alimentarnos, por lo que casi no dejamos rastro. Somos una enfermedad invisible que nunca es recordada. Ésa es nuestra fuerza, por ello aún no hemos sido acosados."

Yo no sé vosotros, pero a mí me produjeron cierta inquietud las palabras plasmadas sobre ese pedazo de papel, casi de pergamino. No se las puedo achacar al hombre que apareció fallecido en ese mismo entorno, pero el mensaje no mostraba trazas de estar excesivamente ajado por la intemperie, con lo que podría haberse arrojado (ésa es la sensación que daba) en las mismas fechas en que el indigente murió.

¿Una confesión? ¿El motivo de que se dejara morir de hambre? ¿Una persona con excesiva imaginación que trataba de iniciar un relato? Puede ser. Lo extraño es que no se tirara a una papelera (hay una al lado, precisamente) si el resultado del escrito no era el que pretendía, porque creo que la gente, en su mayoría, no es tan incívica como creemos. Fue redactada y plasmada en el lugar, eso seguro (no estaba dentro de ningún sobre y no era una hoja arrancada a un cuaderno; se trataba de un folio individual de los que forman parte de un paquete)...

Juzgad por vosotros mismos.